2. Confesión

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Al día siguiente fui al mercado. Iba distraída. Supongo que pensaba en el aunque el no piense en mi.

Espere mi turno como cada día. Un niño me sustrajo de mis pensamientos. Era tan lindo y tierno, sucio de barro, pero lindo.

-Sabes donde esta?
-No lo sé, ya te lo he dicho...
-Se ha escapado con ese granuja.
-Que te jodan!
*Charlie,suelta ese cuchillo.
-Mamá,la chica quiere carne.
*En el armario, en el armario pequeña sabandija.

Esto es la hostia!!!!
Jamas había estado en un lugar como este, en Augustus las personas son más normales. Estos niños son unos demonios.

Suspiré,después de todo no era tan malo. Al menos conocí a ese chico tan hermoso.

*Que no te conoce y se casará con otra y tu te quedarás llorando y maldiciendo en voz baja*

-Conciencia cállate.

-Disculpa?
-Como dices?
*Ay no! Es Martín o Pablo( yo prefiero que sea Pablo) es el mismo de mis sueños. Está aquí y está hablandome.

-No hablo contigo.
-No. Sólo dices que me calle.
-Espere un momento. No he dicho eso. Debería meterse en sus asuntos.
-Eso hacía ayer, señorita, hasta que alguien me interrumpió.
-Y?
-Que eras tu
-Claro que no. Yo no lo he visto nunca. Acabo de mudarme hace un mes, pero me mude hace poco.
-Florencia.
-Martín
-Sabes mi nombre.
-Y tú el mío.
  
Mierda santa,me he metido en un lío. Se supone que no aparecería jamás porque es un estúpido niño rico. Y ahora estoy aquí, deseando que me abraze.

Dió un paso adelante como adivinando mis pensamientos. Yo. Yo,en cambio retrocedi.

-Lo siento.
-Por que?
-He sido yo la que tropezó con usted sin querer.
-Olvidemoslo ya. Le propongo un café por el parque.
-Gracias.

De camino al parque me contó un poco sobre su vida. Me dijo que era hijo único. Tenía una prometida muy hermosa y que amaba los sonetos de Shakespeare. Yo,por mi parte, me límite a sonreir y asentir con la cabeza. 
Le conté mi vida en 5 minutos,le dije que había conocido a alguien demasiado pronto y se había marchado demasiado de prisa.

Nos hicimos amigos. Si era esa la única forma de verle, no la desaprovecharia. Nos despedimos con las manos y a eso de las 6:45 meridiano, cada uno regresó a casa. 

"Y aunque no le conozca lo suficiente se que somos algo más que pura poesía," -pensé, pero no se lo dije-


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