Capítulo 3

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Lois' POV

Vuelve el hombre de acero.

Termino de teclear el título del artículo y lo mando a imprimir. Afortunadamente apenas quedan 20 minutos de jornada laboral, y en cuanto le entregue mi trabajo a Perry, podré irme a casa a descansar. Ha sido un día bastante ajetreado. Le echo una mirada fugaz a Clark, cuya mesa no está muy lejos de la mía, y lo veo concentrado en la pantalla del ordenador. Tiene el ceño fruncido y escribe rápidamente mientras el pequeño rizo que cae sobre su frente se agita con gracia cada vez que resopla. A él también se le ve cansado.

Me levanto de mi silla y camino hasta la zona donde se encuentran las impresoras, los papeles no tardan más de cinco minutos en salir y enseguida me dirijo al despacho del jefe. Me da el visto bueno y, tal y como esperaba, me da vía libre para irme a casa. Entonces, nada más volver a mi mesa, veo un trocito de papel que se encuentra doblado sobre el teclado del portátil y lo abro curiosa.

"¿Cenamos? Tengo algo pensado y creo que te gustará. Te recojo a las 20h. – C"

Sonrío ampliamente mientras recojo mis cosas, y en cuanto termino, me dirijo a la mesa de Clark para darle mi respuesta.

- Solo espero que no tengas que salir corriendo como esta mañana... – susurro intentando disimular una sonrisa burlona que me cuesta mucho esconder. Su mirada tierna y cansada recibe la mía, y yo siento que en cualquier momento podría derretirme. Por ello, intento recomponerme como la buena mujer sarcástica y orgullosa que soy para evitar que note el rubor que se empieza a formar en mis mejillas. Él enseguida vuelve al trabajo y yo dirijo mis pasos a la salida, intentando recordar algún momento de mi vida en el que haya sonreído tanto como en estos dos últimos días.

Me dejo caer lentamente dentro de la bañera, sumergiendo mi cuerpo agarrotado en el agua caliente. Esto es todo lo que necesito tras un largo día, y además, qué mejor manera de relajarse antes de una... ¿cita? O lo que sea que tengo con Clark en un par de horas.

"Te ha salvado la vida en varias ocasiones y os habéis besado. Lo de las citas ha quedado bastante obsoleto."

Sí, subconsciente, gracias por recordarme una vez más lo evidente. Pero por algún lado hay que empezar, porque si hay algo que tengo claro es que no pretendo de ningún modo alejarme de él. Es tan misterioso y extraordinario...

Sigo soñando despierta durante un rato hasta que decido terminar mi baño con el fin de comenzar a prepararme. No me maquillo mucho, solo una capa ligera pero elegante; después de mucho discernir, saco del armario mi vestido beige con falda de vuelo y manga francesa junto con un bolso bastante discreto y unas cuñas sencillas para evitar verme demasiado formal. He estado media hora pensando hasta qué punto debía arreglarme, no sé nada sobre el lugar al que me va a llevar y tampoco sé qué significado puede tener esto para él. Antes de volverme loca he intentado despejar mi mente ocupándome de mi pelo, que he dejado suelto con algunas ondas, pero creo que no ha dado resultado: me estoy muriendo de nervios.

Cuando creo que no puedo aguantar ni un segundo más, oigo el sonido del timbre de mi apartamento. Camino hacia la entrada, me quedo quieta un momento y respiro hondo antes de abrir la puerta y encontrarme a un sexy y arrebatador Clark enfundado en unos pantalones negros y una camisa blanca algo holgada con un par de botones desabrochados, además de sus gafas de pasta. En ese instante olvido todo lo demás, y solo puedo recordar la increíble sensación que era sentir sus poderosos y duros músculos rodear mi temeroso cuerpo para dejarlo sano y salvo en tierra firme...

¡Lois, despierta! Estás embobada mirándole.

- Estás preciosa, Lois – sentir cómo acaricia mi nombre con su lengua, saboreando cada letra mientras fija sus profundos océanos azules en mí, admirándome, es tan exquisito que es probable que se me esté cayendo la baba ahora mismo.

- Tú también, Clark - mis palabras salen en un susurro ya que, de repente, mi voz parece haber desaparecido por completo.

Nos quedamos mirando a los ojos por lo que parece una eternidad. Puedo ver un brillo especial así como mi reflejo en los suyos, y nos sonreímos sin saber por qué y sin poder (ni querer) evitarlo. No me doy cuenta del tiempo que pasa cuando él rompe un silencio que me estaba resultando más que cómodo.

- Aunque no sé si llevar falda será buena idea... - se rasca la cabeza con aire inocente pero sonriendo de forma pícara y yo empiezo a asustarme.

- ¿A qué te refieres? - creo que puede ver el ligero pánico que empieza a asomar en mi rostro, porque en menos de un segundo me mira con ternura y da un paso hacia mí mientras me coge de la mano con firmeza.

- ¿Confías en mí?

- Siempre.

Muestra sus perfectos y blancos dientes en una sonrisa amplia y sincera, y rápidamente empieza a buscar algo con la mirada. Yo cada vez estoy más confundida, aunque sentir su piel me hace estar tranquila. Sé que con él siempre estaré a salvo.

Finalmente, parece que encuentra lo que busca y me conduce de la mano a través de mi propio apartamento hasta llegar al pequeño balcón. Ha ido apagando las luces a su paso, y cuando llegamos fuera, solo nos bañan la luz de la luna y las luces que iluminan la ciudad frente y bajo nosotros. Mi mirada se desvía al horizonte, quedando hipnotizada por la situación en la que nos encontramos: de fondo, Metrópolis brillando con su luz habitual, y frente a mí, la única persona que quiero que esté conmigo ahora.

- Cierra los ojos – me susurra, cada vez más cerca de mi cuerpo.

Así, hago lo que me dice, y voy notando cómo segundos después Clark posa sus manos en mi cintura y las va descendiendo con delicadeza hasta llegar a la parte trasera de mis rodillas. En un movimiento rápido, me encuentro una vez más entre sus brazos, y me siento tan sumamente bien y protegida que no se me ocurre pensar en otra cosa que no sean los latidos de su corazón. Apoyo mi cabeza junto a mi mano en su pecho, permitiéndome un momento de debilidad, bajando todas mis barreras y haciéndome vulnerable ante el cariño de este hombre cuyo pulso podría jurar que va tan rápido como el mío.

- Agárrate fuerte a mí.

Es lo último que pronuncia, aunque con dificultad, antes de salir disparados hacia arriba. Ni siquiera tengo tiempo de prepararme o asustarme; antes de darme cuenta de lo que está pasando ya me encuentro viajando a solo Dios sabe dónde en los brazos de Clark.

- Tendría que haberme puesto unos vaqueros – digo cuando recupero el aliento, todavía con los ojos cerrados.

Oigo la profunda carcajada que suelta Clark y enseguida se me contagia. De repente, siento que dejamos de movernos, aunque creo que todavía no hay suelo bajo nuestros pies.

- Me he encargado de llevarte lo suficientemente lejos como para que ningún pervertido te incomode, así que no tienes que preocuparte – me responde divertido. – Puedes abrir los ojos cuando quieras.

Entonces, me doy cuenta de que estamos mucho más altos de lo que creía.

Puedo ver los grandes edificios a una distancia considerable, y también es posible observar, además de la ciudad, la bahía entera. Las luces artificiales se mezclan con el reflejo de la luna, que baña el mar junto con las estrellas que se reparten por todo el firmamento. Son las vistas más hermosas que he contemplado en mi vida, y sé que soy una de las pocas personas privilegiadas en el mundo que podrán disfrutar de algo así alguna vez. El suave viento que sopla a esta altura nos envuelve en un halo que solo consigue aumentar la magia del momento. Hay tanta luz, tanta paz y tanta belleza, que me siento absolutamente cautivada.

Y más ahora que veo toda la grandeza de este instante reflejada en los profundos ojos azules de Clark.

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⏰ Última actualización: Sep 01, 2016 ⏰

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