Capítulo 1

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Lois' POV.

- ¿Tan desesperado estás como para cambiar de acera en 5 minutos?

- Muy graciosa, Lane.

Steve me lanza una mirada asesina. Ha congeniado bastante bien con Clark, o al menos eso es lo que deduzco tras haberlos oído hablar durante este rato y ver la entrada que lleva en la mano mi nuevo compañero de trabajo.

No tardamos mucho en explicarle cómo funciona la redacción, por lo que enseguida me veo obligada a volver a mi mesa. Por el momento no he tenido oportunidad de hablar de verdad con Clark, ya que una parte de mí sabe que debemos guardar las distancias, sobre todo en la oficina. Y lo que es más importante: nadie sabe quién es él, y yo tampoco debería saberlo. Así que decido que lo mejor es esperar a salir del trabajo, lo cual no evita que nos pasemos la mañana entre sonrisas y miradas cómplices. Por dios Lane, parece que hayas vuelto a la adolescencia.

La jornada se hace más llevadera de lo que pensaba, y su presencia aquí es la razón. Hacía semanas que no lo veía; no quise molestarle sabiendo que necesitaría espacio tras aquel suceso. No debe de ser agradable cargar con el peso de la muerte de alguien, por muy malas que fueran las intenciones de Zod. Sentí su dolor y supe que debía respetar su decisión, fuera cual fuera. Y finalmente aquí estamos, juntos de nuevo y comenzando a trabajar mano a mano. No era algo que entrara en mis planes, y aunque normalmente eso me molestaría, me siento extrañamente emocionada.

Estoy al lado de Clark en la pared del fondo del ascensor mientras este baja lentamente camino del vestíbulo del Daily Planet. No estamos solos, y se me hace muy difícil seguir manteniendo este silencio. El recorrido se me hace eterno, pero acabamos llegando a la planta baja, donde la gente que nos acompañaba se dispersa y nosotros avanzamos hasta la salida manteniendo un poco la distancia.

- Aunque puedo imaginarlo, tengo curiosidad por saber qué te ha traído hasta la redacción de un periódico.

- Seguro que imagina usted bien, señorita Lane – al mirarlo de reojo, observo una sonrisa de medio lado que rápidamente se me contagia.

- Espero que tu primer día aquí haya sido productivo.

- La verdad es que me ha sorprendido haber podido adaptarme tan rápido. Sabes, no soy de los que suelen encajar – me mira divertido, y yo no puedo evitar contestarle de igual manera.

- No puedo imaginar la razón – me echo a reír y él me sigue. – Estoy segura de que a partir de ahora todo va a ser diferente. Creo que has elegido el mejor sitio para empezar de cero.

- Más bien, yo diría que comienzo una nueva etapa en mi vida. No me gustaría borrar todo aquello que me ha traído hasta este momento – sus penetrantes ojos azules profundizan en los míos, sabiendo que sus palabras van cargadas de un gran significado. Segundos después, su expresión cambia radicalmente y ya no me mira a los ojos. – Bueno, yo... había pensado que, como ha pasado un tiempo, quizá... no sé, te apetecería comer... conmigo... para ponernos al día, ya sabes – jamás habría imaginado que lo vería así de nervioso. Valiente para salvar a la humanidad y tímido para quedar con una mujer. Qué tierno.

- Me encantaría, Clark – le digo sincera, y él, aliviado, recupera la compostura mientras nos dirigimos a un restaurante lo suficientemente alejado como para que nadie del trabajo pueda sospechar.

* * *

- No veo una mejor forma de pasar desapercibido en lugares donde el deber me llame que con la excusa de ser corresponsal – acaba de explicarme justo antes de que llegue el camarero con nuestros pedidos. Le agradecemos y cuando se va, continuamos la charla.

- Me lo imaginaba. Has hecho bien, yo habría decidido lo mismo.

- Eso me halaga viniendo de ti – nos sonreímos como dos tontos justo antes de empezar a devorar nuestros respectivos platos. No sé cómo lo hace, pero cada vez que he estado con él he tenido una agradable sensación, como si nos conociéramos de toda la vida.

Después de haberme contado cómo ha pasado estas semanas entre las gélidas montañas y Kansas, yo le he puesto al día sobre cómo ha avanzado la civilización: cómo poco a poco Metrópolis vuelve a ser la que era gracias a los trabajos de reconstrucción que se están llevando a cabo y los planes de recuperación que el gobierno de la ciudad ha puesto en marcha. Llegó ayer y todavía no ha podido conocer esta gran ciudad. Sobrevolarla y destrozarla mientras intentas salvar al mundo no creo que cuente ni siquiera como visita.

Acabamos de comer entre risas y anécdotas, entre ellas el hecho de que se ha difundido su existencia bajo el nombre de "Superman". Cuando le digo que alguien me robó la idea, ya que yo pensé en el mismo nombre cuando él estaba esposado frente a mí hablando conmigo después de entregarse a la justicia, me mira y me sonríe de la misma forma en que lo hizo aquella vez, y sé que ambos estamos recordando ese momento. Bajo la cabeza intentando disimular el rubor de mis mejillas.

- Vaya, la intrépida periodista Lois Lane escondiendo su mirada en un café... – noto ternura en su voz y siento que me hago pequeña y grande al mismo tiempo. Pequeña, por la timidez que me invade ante su profunda mirada; grande, por el sentimiento que desprende esta. – Y bien... ¿qué más se ha estado comentando sobre mí?

- Todo el mundo está a la espera de tu próxima aparición. La gente está llena de incertidumbre, pero también de esperanza – me armo de valor y consigo volver a fijar la vista en Clark. – Muchos te conocen también como "el hombre de acero", y la mayoría te considera un Dios.

Él sonríe y acabamos de bebernos el café en un silencio bastante cómodo. Finalmente, pagamos la cuenta a medias – ya que a pesar de su caballerosidad, soy muy difícil de convencer y no me gusta deberle nada a nadie, y menos cuando él me ha salvado la vida en varias ocasiones en este corto tiempo que le conozco – y salimos a la cálida tarde que hace hoy en Metrópolis. Es hora de volver a casa.

Caminamos por las calles sin querer decir adiós, aunque en el fondo sé que mañana volveré a verlo. Sin embargo, hay algo dentro de mí que no quiere que me separe de él. Paramos en un cruce y me señala el camino que tiene que seguir para llegar a su nuevo apartamento alquilado. Se desvía aquí.

Siento que sus ojos llegan hasta lo más profundo de mi corazón cuando me mira fijamente antes de cogerme la mano y posar un beso en el dorso. Entonces, se acerca un poco más a mí y me susurra.

- Te aseguro que haré todo lo que esté en mi mano para cumplir mi palabra – cuando se da cuenta de que lo miro embelesada pero sin entender, se acerca a mi oído y termina diciendo: – No permitiré que esto vaya cuesta abajo.

Lentamente me suelta la mano, me sonríe tímidamente dándose la vuelta y desaparece entre la gente. De repente, suelto el aire que no sabía que estaba reteniendo.

Sonrío como una tonta y me doy cuenta: esto no ha hecho más que empezar.

Welcome to the PlanetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora