09:00 am
— ¡Empezamos la subasta con cien mil! ¿Quién da más? — gritó una mujer que se encontraba de pie delante de un grupo de personas. Iba vestida de forma elegante, con americana y pantalon formal.
— ¡Ciento cincuenta mil! — exclamó un hombre alzando su mano.
—¿Alguien da más? — preguntó la señora.
— ¡Doscientos mil! — gritó el hombre que estaba acompañado por una mujer
— Vamos cariño, esa casa tiene que ser nuestra.— musitó la mujer al hombre.
— Doscientos mil a la una, a las dos...— hizo una pausa — ¡Y a las tres! La casa se subasta por doscientos mil a aquella pareja — la subastadora señaló a la pareja que se hallaba al fondo.
15:00 am
La familia Harris se encontraba en la vieja furgoneta de Jeremy quien era el padre de la familia. Él conducia mientras su mujer, Amanda, iba observando el paisaje a través de la ventana. En la parte de atrás iban los dos hijos, Charlie, el mayor de 14 años, y Alan de 4 años, los dos estaban dormidos.
— ¿Es bonito el lugar?— preguntó Amanda a su marido.
— Es precioso, es una vieja casa que se construyó en los años treinta, y está al lado de la costa, te va a encantar. Además tiene bastante terreno para que jueguen los niños, es perfecto. — respondió.
Pasaron las horas y por fin llegaron a su destino. Amanda despertó a sus hijos con calma y seguidamente salieron de la furgoneta mirando a la casa. Era blanca, y desde lejos se notaba que era antigua. Tenía todo tipo de arboles alrededor, y en uno de ellos había un columpio que era balanceado a causa del viento.
— Es precioso, me encanta. — sonrió Amanda abrazando a su esposo.
— ¿En serio que vamos a vivir aquí? ¡Ni siquiera hay cobertura! — protestó Charlie haciendo una mueca de asco mientras miraba su móvil.
— Charlie por favor... no empieces...-le resplicó su madre.
— Venga vamos para adentro. — propuso Jeremy.
El padre de la familia sacó la llave del bolsillo de su vaquero y lo introdujo en la cerradura. La puerta era blanca, como la casa, también colgaba un cartel que ponía Margaret Strauss, la antigua dueña de la casa. Jeremy empujó la puerta y se abrió completamente. Los cuatro entraron en la casa y se quedaron admirándola.
— Es bastante grande y además está amueblado, no sé por qué la compraron de antes...— dijo Amanda.
— ¿Dónde está mi habitación? — preguntó el pequeño Alan.
— Esta en la parte de arriba, subid y elegid la habitación que deseéis . — gritó Jeremy desde el salón.
Los dos hijos subieron las escaleras de dos en dos y corrieron por el largo pasillo hasta que Charlie llegó a la habitación número uno. Abrió la puerta, asomó la cabeza y se fue directamente a la siguiente.
— ¡Charlie no vale! ¡Por qué te tienes que quedar con la mejor! — escuchó Charlie desde su habitación, una habitación grande, con una cama bastante cómoda – por lo que parecía – y un gran armario de madera en el fondo.
— Porque soy el mayor!— le gritó a su hermano.
— ¡Chicos no os peleeis! — dijo Amanda desde el pasillo del piso de arriba.
De repente, el timbre sonó, Amanda miró a su marido y al ver que él se hallaba ocupado, marchó hacia la puerta principal. Intentó sonreír pero no lo consiguió al ver que detrás de la puerta no había nadie en absoluto. Amanda salió y miró hacia los lados. No había nadie, cosa que la extrañó bastante. Decidió volver a entrar y después de cerrar la puerta, escuchó un golpe algo fuerte en las escaleras. Pegó un bote del susto, y se volteó para ver lo que ocurría, era Alan, quien se había caído rodando por las escaleras.
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RUSTY
ParanormalDespués de años de sufrimiento, la anciana Margaret murió por alzheimer. Su casa, situada en las afueras de Plymouth, Inglaterra, fue subastada a la familia Harris, donde van a ir a vivir a este pueblo donde no lo van a pasar muy bien.