Sin sacrificio no hay recompensa

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Y era lunes y la rutina arrancaba, Stephan abrió los ojos a las 6 AM como todos los días... Bajo las escaleras y no golpeó la puerta de la habitación para pedir que lo lleven a la escuela, sabía la respuesta, como iban a arrancar el auto de los chicos para llevarlos a la escuela, "que no vallan o que inflen la bici o agarren el caballo" y así todas las mañanas, frías, con neblina, se calzaba la zapatillas con las suelas desplegadas, su guardapolvo, mochila, campera y ahí salía al campo a agarrar el caballo y irse, en bicicleta, caminando o a dedo, y muchas veces esperar a sus primos que los llevaban en auto y lo llevaban de pasada.
La escuela era su otro lugar de contención, donde le daban apoyo, donde siempre estaban las palabras de aliento para que no deje, donde las maestras lo defendían cuando llegaba un poco tarde a clases y en donde encontró a su familia,  a esa familia que el eligió, que fueron esos amigos que desde esa época están a su lado incondicionalmente.

Amar desde el desamor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora