Y no hubo dos sin tres

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El tiempo pasó desde que nació aquel hermano para Stephan y Willi, el tiempo eterno de la infancia, en el que la distracción era salir afuera y someterse a la obligación de ser "chicos de campo". En un abrir y cerrar de ojos ya eran 4 hermanos, muy seguidos, bebés hermosos, llorones y mañosos, pero hermanos en fin. Todo seguía cambiando, el dinero que aquel joven padre le dejó a sus hijos cada vez era menor, no se utilizó para lo que verdaderamente estaba destinado, sino para hacer gastos inútiles, en animales de campo que ni siquiera una oveja era digna de ser de alguno de los dos niños mayores, los demás no caminaban y ya eran acreedores de cosas compradas con ese maldito dinero, ese dinero que no se usó con los finés planeados en su momento, ahora todo era animales, monturas para caballos y bares de mala de fama, en donde obviamente los chicos no eran bienvenidos, entonces ahí quedaban, en el medio del campo, a la luz de la vela, con los hermanitos muy chiquitos, a cargo del hermano mayor, aprendiendo a cambiar pañales, preparar mamaderas y tener la casa limpia para cuando los grandes volvieran sin si quiera un alfajor como premio consuelo.

Amar desde el desamor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora