Trigésima nota.

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Querida Gwen:

  Lamentablemente no pudiste evitar a Evan por mucho tiempo más. Ese muggle no entendía por qué lo estabas ignorando desde que te había dado esos chocolates y esas flores que realmente no querías. 

  Es un idiota por haberte regalado eso sabiendo lo entusiasmada que estabas con tener otro libro en tu biblioteca, si yo fuera tu novio nunca te dejaría sola y compartiría tu dolor al terminar cada uno de ellos, además de que fangirlearía contigo cada vez que sucede algo bueno como que los protagonistas se besen, se casen o algo por el estilo.

 Quiero que sepas que estaba allí cuando te encontró y te pidió explicaciones, tú te quedaste callada. Evan se disculpó aunque no tenía la menor idea de lo que había hecho mal; eso se podía notar a kilómetros.

  Y entonces te dio algo que todo lector odiaría.

   Una rosa blanca.

 Inmediatamente la soltaste, oh, pequeña rubí, jamás olvidaré su rostro cuando pronunciaste las palabras <<¿¡Acaso crees que este es un buen regalo!? ¡Vete a los juegos del hambre para que te maten los profesionales, yo no puedo seguir estando con un chico tan muggle como tú! ¡Terminamos!>> para luego marcharte dejándolo más confundido que antes.

 Fuiste a tu casillero, sacaste La fiebre de Dee Shulman y seguiste leyéndolo.

  ¿No te dio rabia cuando descubriste que al final, todo fue un sueño de Sed? ¡Porque a mi sí, odié haberlo descubierto!

Te ama, un D que jamás te regalaría cosas muggles ni rosas blancas.

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⏰ Última actualización: Sep 02, 2016 ⏰

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