El taxista

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Mi tío hace unos cuantos años era taxista, un día como cualquier otro recibe una llamada de una cliente. La cual le pidió que la buscara en su empresa y la llevara a su casa. Él, como buen trabajador, fue a buscarla inmediatamente.

La recogió y comenzó el viaje, la casa de la señora estaba algo alejada de la ciudad y esta en el camino le iba contando sus anécdotas, como si lo conociera de toda la vida. Mi tío tranquilo, y como buen oyente, dejó que la señora se descargara.

Luego hubo un silencio, donde la señora se puso nostálgica y comenzó a mirar por la ventana, donde se podía apreciar un pequeño campo de cosecha, donde había una casa de madera; para ser de día la casa se veía bastante oscura y tenebrosa, era una chosa vieja llena de telarañas y con su madera pudriéndose. Esos segundos pasaron muy lentos, relata mi tío, y de un momento a otro la señora comenzó a narrar una historia: "Mi esposo, llamado George, era una persona muy bondadosa y trabajadora, me amaba y yo a él, y juntos criamos a nuestros hijos. Para mi él era el hombre perfecto su único defecto, por llamarlo así, eran sus celos pero los controlaba. Tiempo después compró esa pequeña hacienda que acabamos de pasar y él mismo construyó esa casa, mientras más tiempo pasaba aquí más nos descuidaba a nosotros en la ciudad, pero lo veíamos tan feliz que no interferíamos, aunque con su distanciamiento también incrementaron los celos. Y cada vez, eran más y más fuertes nuestras peleas, ya que él, al estar ahí tanto tiempo, no me podía controlar y tener todo el tiempo como quería. Un día tuvimos una pelea tan fuerte que le pedí el divorcio, y estaba tan enojada que le inventé que había tenido una aventura a sus espaldas. Él se puso furioso comenzando a gritarme, luego se fue de la casa a toda velocidad, y tan preocupada quedé que tomé mi auto y fue detrás de él. No logré alcanzarlo hasta que llegué a esa finca y ya era tarde. Porque al entrar, al lado de la casa, en el árbol de mango se hallaba él colgado de una cuerda al cuello, muerto."

Mi tío no supo que responder, así que atónito asintió y siguió conduciendo. Al poco tiempo llegaron a la casa de la señora, esta pagandole y bajando, se despidió con una sonrisa.

Mi tío tomó el camino de regreso, tranquilo y paseando. Durante el camino se puso a pensar en la extraña historia que la señora le acababa de contar. Pasando por esa finca, miró por la ventana, fijándose en el árbol de magos que la señora le había descrito y, justo en ese momento, el auto le falló, apagándose al instante y dejándolo barado a un lado del camino. Mi tío se puso algo nervioso e intentó encender de nuevo el auto, lograndolo. No habiendo pasado 50 metros el auto se apagó de nuevo, ahí visiblemente ya asustado, lo volvió a encender, pero esta vez duró menos tiempo encendido que la última vez.

La cuarta vez que el auto se le apagó, ya mi tío estaba molesto y asustado a la vez ya que aún no salía del rango de la hacienda. De repente, una sensación rara lo hizo sobresaltar, pues a su derecha, en el asiento del copiloto, sintió una extraña presencia. Paralisado por el miedo no pudo voltear a ver, así que agachó la mirada y por el rabillo del ojo, vio unos zapatos negros donde van los pies del copiloto. Tragándose el miedo y haciéndose el valiente, tomó lo que creyó ser la mejor decisión, así que habló: "Escuche señor George, yo no tengo nada con su esposa, yo solo soy un taxista que la fue a dejar a su casa, así que por favor salga de mi auto y déjeme partir."

Al finalizar su discurso, de repente y solo, el auto se encendió. Y él sin voltear pero ya relajado continuó su camino.

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