Parte 10

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-¡Vaya, vaya! –dijo la voz aplaudiendo, volteamos rápidamente conmigo quedando boquiabierta mirando que era la hueca taylor parada frente a nosotros, mirándonos detenidamente.

-¡Arg! no crees que eso de aplaudir en camara lenta es muy cliche ¿Qué quieres? –pregunte poniendo mis ojos en blanco, y alejándome un poco de Harold.

-¿Qué no te basta con mi novio? –cuestiono la rubia.

-taylor y yo, solo somos hermanastros subnormal–dije poniéndome frente a ella.

-Eres una estúpida, ¿Qué no te das cuenta que solo eres como un animal exótico? Vienes de la ciudad y solo eres algo nuevo para los chicos de aquí –dijo la maldita rubia, maquillaje exagerado.

-¿Cómo me dijiste? ¿Estúpida? Eso si no lo voy a permitir –y antes de lanzarme encima de ella, para darle una merecida cachetada en la cara, no solo por lo que me había dicho esta vez sino también la vez pasada, sentí unos brazos rodearme por atrás '¡Suéltame!' exclame con coraje, ella inmediatamente se echo para atrás.

-¡Hey ______! Tranquila –dijo el poniéndose frente a mi.

-Y ¿Tu que? Idiota ¿Dejaras que se burle nuevamente de mi? –pregunte al moreno mirada color miel.

-No pero no voy a dejar que la golpees –dijo taylor hablándome de frente.

-Ya taylor, es mejor que te la lleves –dijo Harold tomándome de la cintura juntándome a el.

taylor no dijo nada, y solo endureció la mandíbula mirando como Harold me abrazaba, ellos desaparecieron de ahí y me estremecí al sentir los labios de Harold en mi frente.

-Yo creo que si se merecía una buena cachetada –dijo Marielva inocentemente con una sonrisita.

-La verdad si –dijo Niall siguiendo.

-Si lo merecía, pero no te rebajes a su nivel –me dijo Harold casi al oído.

-Gracias chicos –dije limpiando una lagrima que recorría mi mejilla, gracias al coraje que me hizo pasar la novia de taylor.

Me amargaron el día, y quise irme de ahí pero Harold no me dejo irme sola así que se fue conmigo, dejando a Niall y su hermosa chica solos en la feria.

-Ven te invito a comer –dijo Harold tomándome de la mano.

-Ya escuchaste mis tripas ¿No es así? –dije soltando una carcajada ahogada.

-Sí, pero no te lo quería decir –dijo en voz bajita, comenzamos a caminar, en el camino mire un árbol grande y rápidamente se vino a mi memoria recordando frescamente ese camino, no recordaba el por qué conocía el camino solo sabía que lo recordaba, era imposible no reconocer ese árbol es enorme y su tronco esta torcido de una forma muy peculiar.

Llegamos a una casa muy rustica y grande, la fachada era hermosa, se miraba muy acogedora y recordé mi vieja casa en Los Ángeles, California.

Al entrar todo era hermoso, era como si todo siempre estuviera donde debe estar y se sentía tranquilidad, subimos las escaleras hasta un cuarto al fondo del enorme pasillo, Harold me dejo esperando por unos minutos y luego me hizo pasar.

-Te presento a mi madre –dijo Harold sonriendo. La señora recostada en la cama estaba realmente pálida, y con una mascada en la cabeza ocultando su poca y frágil cabellera.

-______ que grande estas hija, ven aquí y dame un abrazo –dijo cambiando su semblante a uno más feliz y con una grande sonrisa en su cara, ¿Cómo conocía mi nombre? ¿Sera que Harold se lo habrá dicho antes de que entrara?, no quise faltarle al respeto y me acerque a ella tímida a darle una sonrisa, y sintiéndome protegida en los brazos de una figura maternal, rápidamente recordé a mi madre, y recordé lo mucho que la extrañaba y las ganas que sentía de al menos mirarla todas las mañanas, así como estaba la madre de Harold justo en ese momento.

Mi  hermanastro TAYLOR LAUTNERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora