Estaba sentado en ese frió diván, en el consultorio del doctor Albert; aun sin superar esta depresión. Mientras lo escuchaba hablar sin prestar mucha importancia a lo que decía, en mi mente se difuminada los recuerdos de hace dos años. Entonces volvía a ese círculo vicioso lleno de dolor. Pude contemplar la magnitud de mi amor hacia él, ese amor que nunca se borra, genuino y duradero, era capaz de sentir aun su presencia, sentir esa mirada tibia y perdida que lucía su bello rostro... y ahí estaba él de nuevo.
Cursaba el último año de secundaria, mi primer día en mi nueva escuela. Por problemas familiares tome la decisión de ir a vivir con mi padre, el alcoholismo de mi madre ha dividido a mi familia. Aunque sé que no ha sido del todo su culpa, hubiera deseado que todo fuera diferente y volver a mi feliz infancia, donde mi madre me hacía ricos panecillos y al llegar la hora de la merienda esté ella allí esperándome con un vaso de leche tibia; no recuerdo como paso pero desde ese día estando en casa de mi tía oí tocar la puerta y desde la sala pude escuchar a mi madre llorando, unos oficiales la acompañaba, al acercarme a ella no pude resistir y hui, hasta hoy en día no recuerdo más que eso. Quizás mi inconsciente ha hecho un buen trabajo reprimiendo ese recuerdo, solo sé que desde ese día mi familia se había roto, no había vuelta atrás, no hubo explicación alguna hacia mí, no hubo respuesta, así como de la nada, las palabras se las llevo el viento...
Al llegar al aula que me habían asignado me llamo la atención el aspecto que sobresalía de ese muchacho sentado en el último asiento.
-¡Alumnos su atención por favor! –Exclamaba la profesora ese día intentando silenciar a esa clase tan alborotada. –Hoy ingresa un alumno nuevo. –Prosiguió, y yo solo deseaba que ese chico pudiera dirigirme la mirada.
-Uhmm. -Vacile.
-No seas tímido, preséntate a la clase, cuéntanos como te llamas y de que instituto vienes. -Asentí con el rostro.
-Hola...- dije, y pude percibir su mirada, me acalore, sentía mi rostro caliente, ¿Se habrá dado cuenta? En ese momento hubo un silencio incómodo, supuse que esperaban algo más, entonces proseguí.
-Me llamo Park Jimin, y vengo del "Instituto Salvador de Jesús". –Y volvió ese silencio penoso. Frente a esa situación la profesora exclamo resignada: -¡Siéntate! –Señalando un asiento vacío en el fondo del aula, podía estar cerca de él. Y la clase siguió normal.
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Espero por ti. ♥ myg + pjm
أدب الهواة©Espero por ti. Debí decirte lo que significabas para mí. Finalizada 160912.