ABUELA...

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Añoro estar a tu lado,
acompañarte en tus ratos
hablar de lo malo,
de lo bueno pasado.

No me hago idea
de no tenerte cerca.
Me falta tu presencia,
no creo aún tu perdida.

Un invierno.
Frío domingo
de diciembre.
Dejaste ya de vivir.

Dormía mientras te ibas,
recuerdo aquel día.
Desperté preocupada,
estaba angustiada.

Nunca estuviste sola,
siempre acompañada.
Creías que nadie te quería,
te equivocabas.

Siento no haberte dicho,
lo mucho que te quería aquel día,
pensaba que si lo decía, te irías.
Sólo quería darte alegrías.

Me acerqué, perdida te veía.
Sin fuerzas me decías.
Y yo, agarrándote la mano,
te dí todas mis energías.

No eran muchas,
pero aquellas te valían.
Cogiste mis fuerzas.
Y saliste como una campeona, ¿lo sabías?

Pero volviste,
y de ahí ya no saliste.
Te fuiste,
y nada dijiste.

Te sentía todavía.
A mi lado, conmigo.
Te veía dormida,
no me lo creía.

Fue duro, no dormía
era una llorica.
En mi alma, no había calma.
Tú ya no estabas.

No había paz,
luchaba contra mi propia guerra.
Pero recordé que tú siempre salías,
de todas y cada una de tus guerrillas.

Eras mi ejemplo a seguir,
mi monumento al que admirar.
Mi caja de sorpresas,
mi pañuelo de lágrimas.

¿Recuerdas que alegría tenías?
Cuando vivías,
cuando sonreías.

Me es difícil olvidar
y más cuando se trata de tí.
Fuiste, eres y serás,
todo aquello que siempre permanecerá.

LuftmenschDonde viven las historias. Descúbrelo ahora