Comenzando a quererse

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En el rostro la sonrisa ya volvía a su posición.
Era verdadera, fiel y sincera. Nada fingida.
Disfrutaba de lo que era, en lo que se había convertido.
Se sentía orgullosa de adonde había llegado.
Y por nada quería retroceder.
Quería avanzar. No quedarse estancada.
Recobró vida y el sentimiento de proponerse todo aquello que había alejado de sí.
Se propuso nuevas metas,
dejando entrar al amor,
prefiriendo lograr sus sueños,
y apostando por el camino largo.
Resurgiendo en su interior algo llamativo, intrigante y sin sentido.
Aprendiendo de los errores, mejorando para no repetirlos.
Agradeciendo lo que tenía,
tratando con cariño a esas personas que tanto apoyo le habían brindado.
Comenzando a soñar despierta,
creyendo en sus posiblidades y afrontando cualquier avería.
Comenzando a quererse y a valorarse.
Se vería impecable, se sentiría importante.
Y cada mañana al mirarse en el espejo se diría:
«Despierta pequeña, que alguien allá afuera te quiere ver contenta.»

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