Dos.

17 3 0
                                    

Tenía horas para estudiar luego de la discusión con mi madre.

Después de comer, apagué la laptop. Abrí mi libreta de química, y observe la clase, las palabras, cada letra. Juro que intenté leer, memorizar las primeras palabras del primer párrafo, o al menos entender algo sobre el tema.

Pero, siempre existe un 'pero'. Y está vez, el mío es que me quedé dormida, no sé cómo, si estaba sentada.

Sólo sé que me acabo de despertar, son las 6:07 a.m. y tengo clases en menos de una hora.

Me levanto con la peor pesadez del universo y camino dando traspiés hasta la puerta, giro la cerradura y camino hasta el baño, tengo la vista nublada, así que le pongo al cepillo de dientes una cosa borrosa que parece ser crema dental y lo llevo a mi boca. Lavo mi cara con agua fría, y consigo despertar un poco.

Me ducho rápidamente, con el tiempo medido. No dio tiempo si quiera de poner un poco de música, bah. Aún empapada entro a mi habitación para vestirme.

Corrí a la parada de buses a penas estuve lista, después de lanzar mi teléfono a algún lugar de mi bolso y meter libretas después de el. Creo que he olvidado un lápiz.

Me subo al primer bus que pasa, está abarrotado de gente, esta es la peor hora.

No me despedí de mamá, ni tomé dinero.

¡UGH!

Supongo que tengo un poco de dinero en mi bolso, siempre guardo el cambio en uno de los bolsillos. Y sobre despedirme de mamá, después de la discusión de anoche, no creo que esperase que lo hiciera.

Busco mi teléfono y cuando por fin logro encontrarlo, le conecto mis audífonos y los pongo en mis oídos. Un canción del montón que tengo empieza a sonar, no se cual es, creo que ni siquiera la he escuchado. Suena bien. La música para mí es un tipo de escape, una ayuda para pensar un poco más positivo, o tal vez no pensar.

Cuando el bus me deja en la parada, varias manzanas antes del colegio, me salgo de mis pensamientos, y me decido a caminar aún con los audífonos puestos.

Llego luego de unos minutos al colegio, está desierto, silencioso, y dormido. Sonrío a una niña de segundo curso que se me hace conocida y me siento en uno de los bancos cercanos a la puerta.

Los chicos van entrando poco a poco, hasta que comienzo a prestar atención y ya no está silencioso, sino al contrario, parece que miles de abejas zumbasen en mis oídos.

Beth y Gisa entran juntas, se habrán puesto de acuerdo tal vez. Se llevan bien últimamente, a pesar de ser casi lo opuesto la una de la otra.

Gisa, alta, buen físico, sonrisa radiante, pómulos extensos y cabello largo negro. Divertida e insoportable a ratos, y un poco estúpida. Vive en una zona fiestera de la ciudad, y no se pierde ni una invitación. Calificaciones medias, igual que las mías.  Sociable, le cae bien a todos, le gusta a muchos chicos, pero en este momento Sam está detrás de ella, casi están saliendo.

Beth, un poco de mi tamaño, castaña, cejas casi unidas, nariz ganchuda, pelo espeso y cara redonda. Bonita a pesar de todo. Inmadura y enamoradiza, le gusta cada chico que ve y se ilusiona rápido. Vive controlada su madre, no sale a menos que sea a un sitio seguro, y su madre sepa cada detalle. Tiene muy buenas calificaciones, quiere ser estudiante de medicina. No tiene chicos detrás, pero la verdad debería.

Mirarlas me hace notar todas sus diferencias, hasta que se acercan y me sonríen al mismo tiempo.

—Hola, Dani. –Dice Gisa casi riendo.

—Odio que me digas así, lo sabes. –Le suelto.

—No seas amargada, solo respira. –Siempre dice eso, se me ha ocurrido contar las veces que lo menciona en un solo día. Es como un radio loco. Excepto cuando está molesta por algo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 01, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

M A Y B E Donde viven las historias. Descúbrelo ahora