Ella

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Era bueno ver su rostro de vez en cuando. Aunque solitaria, era una chica bastante interesante. A veces pensaba que ya había muerto o solo la veía yo. Pero su presencia en la lista de alumnos constataba su existencia. Ella era real. Ese día pasé por los lugares menos transitados de la escuela para encontrarla. Sabía que me tenía preparado algo interesante. Ella era una chica de baja estatura, pelirroja y llena de pecas, llevaba una polera azul marino y nunca se bajaba la capucha, vestía unos pantalones rotos en las rodillas y por último unas converse despintadas. Pasaba desapercibida en los descansos, se escondía en la biblioteca o en los salones vacíos, nunca la había visto hablar con alguien que no fuera yo, nadie notaba su existencia y nadie lo haría. Se sentaba en la parte de atrás de la clase y no participaba nunca ni preguntaba nada, nunca la veías prestando atención a la clase, siempre estaba escribiendo en su libreta o metida entre las hojas de algún grueso libro. Luego en los exámenes sacaba notas excelentes pero aun así era como si no lo notaran. Yo no era muy diferente, al menos ahora, antes solía ser como ellos, indiferente, paseándome por los pasillo charlando y riendo con mis "amigas" de asuntos poco importantes, todo estaba bien, todo iba bien. Un día salí a buscar a mi grupo como siempre, no las encontré, luego descubrí que me evitaban, nunca me dijeron el porque, igual tenía otras amigas con las que pasé los días el resto de ese año, no me sentía bien. Como decía, ese día, decidí pasar sola el descanso, me escabullí por montones de sudorosos adolescentes y busqué algún lugar donde sentarme y estar sola. La puerta de la biblioteca estaba cerrada y me asomé por una pequeña ventana que había en la puerta, no había nadie. Entre de puntillas y vi un papel pegado en un único escritorio: Salí a comer. Supongo que lo había dejado la bibliotecaria. Entré y respiré hondo, detestaba venir al colegio, estoy segura que si nos enseñara un profesor particular con métodos innovadores podríamos aprender todo en cuestión de dos años. Suspiré y me acerqué a la mesa más cercana, estaba dispuesta a sentarme cuando escuché una voz.
-Qué la trae por estos olvidados páramos, oh valiente aventurera, la bibliotecaria ha salido y dudo mucho que te den puntos extras por ordenar este lugar, ningún libro ha sido movido por nadie a excepción mía y yo los dejo en su sitio cuando los he dejado de usar. Supongo que ahora ignorará que le he hablado, si me disculpa seguiré con mi lectura- En ese momento la conocí, estaba sentada con las piernas abrazadas entre dos estanterías. En sus manos tenía una edición antigua de La divina comedia, había hablado con un tono inaudible pero aun así la escuché haciendo esfuerzo.
-Ahora este será también mi fuerte, supongo- Ella levantó la cabeza y me miró con asombro.
-Primero entra a la biblioteca y luego me responde con palabras que solo los míos usarían ¡Qué curioso!
-¿Me subestimaba usted?-Respondí acercándome. Ella levanto las cejas e hizo espacio a su lado, se veía una expresión radiante en sus ojos.
-Hace mucho que no hablo con alguien de mi edad ¿Sabes? Así que si me muestro poco acostumbrada, no te asombres mucho-Me lanzó una sonrisa triste y depósito su libro a un lado-Ahora dime, ¿Qué rayos estás haciendo aquí? El sol está en su punto, corre una brisa refrescante, los chicos lindos caminan despreocupados por los pasillos y hay muchos árboles donde puedes sentarte a charlar con tus amigas. Sin embargo tú estás aquí-Me miró con interés esperando una respuesta.
-Verás...No es mi mejor día-Sonreí tristemente-No me has dicho cómo he de llamarte-Repliqué tratando de animar las cosas
-Tú tampoco-Respondió-Aunque...Supongo que para ti está bien que te llame Erica ¿No es así?
-¿Cómo sabes mi nombre?-Repliqué asombrada, para mi yo del pasada era extraño que una chica a la que no habías visto nunca sepa tu nombre, aunque no lo tomé a mal, me empezaba a caer bien.
-Octavo grado, buenas notas, familia de clase alta y su belleza es envidiada por las chicas fresas jodidamente dependientes de la sociedad. Erica Bishop. Llevé Lengua contigo el año pasado- Me dijo sin vacilar. Sentí una punzada de vergüenza por no recordarla- Pero no te angusties, es totalmente normal no recordarme la primera vez- Suspiró y escondió el rostro entre las piernas- Puedes llamarme Caos-Luego levantó la cabeza y levantó la mano  izquierda y contó, 3...2...1, el sonido del timbre resonó en mis oídos, ella guardo su libro en una mochila azul que tenía al lado y levantó un pulgar.
-¿Me buscarás?-Preguntó con un tono de esperanza
-Sí. Sería imposible olvidarte- Me prometí a mí misma que iría con ella de vez en cuando, luego  de un tiempo me volví adicta a sus palabras- Lindo nombre por cierto- Ella se sonrojó y se despidió con la mano, luego salió corriendo por la puerta.
Esa fue la primera vez que la noté

Y resucitó al primer díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora