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Hoy se realiza una cena, todos nos estamos preparando, mi vestido no me convence, siento que falta algo, debe ser mi cabello, no tengo nada en el. Camino hacia la habitación de Noelle, entro sonriendo, coloco mis brazos alrededor de su cuello y hombros.

—¡Noe! Necesito tu ayuda, eres la única que podría hacerlo —Digo de forma exagerada mientras hago leves muecas de querer llorar.

¿Qué sucede? —Se da vuelta haciendo que suelte mi agarre de su cuerpo.

¿Me podrías trenzar el cabello con flores? Es un arte que sólo tú, sabes. Por favor, hermana —Digo de forma suplicante juntando ambas manos frente a su rostro.

Esta bien —Pronuncia luego de varios segundos, emocionada emito un leve grito de satisfacción, abrazo otra vez a Noelle, que inmediatamente me aparta con una ligera mueca mezclada con una sonrisa.

[...]

Sin duda alguna, el trabajo de ella en mi cabello ha quedado hermoso, las flores blancas de jazmín combinan a la perfección con mi cabello rosa, también con mi vestido, del mismo tono.

Estaba a punto de bajar, para encontrarme con los demás, cuando un extraño dolor en la parte baja de mi nuca aparece, confundida agito mi cabeza hacia ambos lados.

¿Qué es esto? —Digo confundida al ver el vestido que estoy usando, vuelvo a mi habitación, me veo tan infantil, aunque lo dejaré así, me veo bien.

Camino hacia mi cama, debo sacar la caja escondida debajo de esta, son los fuegos artificiales ilegales que me vendió un amigo, al tomarla entre mis brazos, pienso a quien dejarle este pequeño regalo para inculparlo. Un nombre se formula en mi cabeza e instantáneamente sonrío... «Adrien».

Llevo la caja de manera sigilosa por el pasillo, estaba a punto de entrar a la habitación de mi hermano.

—¿Qué haces, Hanne? —Al voltearme veo la expresión fría e indiferente de Octavia, ¿qué hace ella aquí? Debería estar abajo con los demás.

—Oh, no te preocupes, sólo venía a dejar esta caja a Adrien, me dijo que la trajera por él. Ya sabes, es muy pesada —Me encogí de hombros, fingiendo que no tenía mucha importancia, pero ella no respondió, se dio vuelta comenzando a caminar hacia la escalera.

—Sólo trata de que nadie se dé cuenta, digo, porque tienes un plan en mente, ¿no?

La siniestra sonrisa que me dedica antes de desaparecer por las escaleras me perturba, ¿quién es esta niña?
Sin preocuparme mucho, retomo otra vez mi plan, entro a la habitación de Adrien y dejo la caja aquí, no es necesario que la esconde. Rápidamente corro hasta llegar abajo, donde están reunidos mirando a mamá, ha llegado y junto a su maleta sonríe, como si nada pasara, su expresión sólo me da asco, ella debería haber demorado más.

Me siento de manera delicada en la silla que me corresponde, junto a los demás, ¿es enserio? Parecemos unos malditos cursis colocando flores en cada servilleta, ni siquiera es normal que sean colores para cada uno, mi flor es rosa, la de Noelle celeste, Christopher tiene una verde, Mikaela una turquesa, Janis una multicolor, Ciel una azul marino y Constanzé una azul claro.
Me abstuve de hacer algún comentario malsonante, no quería que me dijeran aguafiestas, de eso se encargaría Janis, tendría ese título ganado.

Seguí en silencio, mientras comía mi ensalada, tenía un sabor inusual adherido a la carne, no sé a lo que se debe, pero dejé de comerla por lo mismo. Al alzar mi mirada hacia el frente, veo a las mellizas, sonriendo, aún no me convence la expresión de Octavia, sé que esconde algo.

[...]

—Nightmare, ¿tienes todo listo? —Me pregunta Mag un tanto insegura, parece estúpida actuando así, aunque no se lo diré.

Claro que sí, ya escribí la nota —Mire mis uñas y jugué un momento con ellas, tenía unas inmensas ganas de quitar el barniz transparente para colocar uno de color negro.

—Suerte, de seguro todo saldrá bien.

Corté la llamada, tenía más que claro que todo saldría bien, por favor. Mis planes siempre salen bien.

Fuí a mi habitación, buscando la nota, ya era de noche, nadie me vería si entraba a la habitación de ellos.

—¡¿Por qué tenías esto en tu habitación, Adrien?! ¿Cómo se te ocurre? ¡Podrías haber dañado a alguien! —Escuche por el pasillo de la primera planta, papá le gritaba a Adrien de forma un tanto violenta, esta enojado, si mamá estuviera aquí de seguro papá no haría eso.

Me parece gracioso que Adrien este pagando por algo que él no hizo, su rostro dolorido me reflejo que había hecho un buen trabajo.

Lentamente me escabullo por la habitación de mis padres, dejo la nota sobre la cama y sonrió, es un buen trabajo.
Iba a salir cuando escucho unos pasos, no sabía dónde esconderme, así que me dirigí al armario.
Mi dolor en la nuca volvió, es tan incómodo que muerdo mi labio inferior para no soltar un grito.

¿Qué? ¿Qué hago aquí?
Veo como papá entra al lugar, pero no me doy plenamente cuenta del lugar donde estoy hasta que fijo mi atención en la cama, es la habitación de mis padres.

¿Qué significa esto? —papá arruga la hoja que estaba en la mesita de noche, parece enojado. Debo guardar silencio, pero hago un movimiento involuntario, él se voltea a mirarme pero su celular suena—. ¿Sí? Espera, ¿Élanie sabe sobre el proyecto?... —guarda silencio un par de segundos mientras mira hacia delante de forma confundida al mismo tiempo que sostiene su celular—. ¡Se suponía que vigilarían a todos! ¿Amenaza a Celesstine? Mierda, iré enseguida.

No entiendo que está sucediendo exactamente, sólo pienso en salir de forma silenciosa de allí, recojo la nota arrugada que tiro papá, es la letra de Maggie, dice que llamara al abuelo diciendo que maltrata a mis hermanos, ¿por qué ella haría eso? Aunque tiene un poco de coherencia, papá no deja que venga el abuelo a casa, sin ningún motivo. Quizás, el abuelo sabe algo que ellos quieren escondernos, no lo pienso dos veces, debería llamar a mi abuelo, el de seguro arreglará esta situación pero no estoy segura, ¿por qué debo ser tan débil?

Grito enojada en el suelo, no quiero seguir siendo como soy. Quiero salir de esta vida tan monótona, pero no puedo, un cosquilleo electrónico por mi columna vertebral comienza a expandirse, me hace sentirme viva por un instante antes que caiga totalmente al suelo, cierro mis ojos esperando un mañana donde las cosas puedan ser cambiadas.

Es el infierno donde jamás querrás llegar, pero para quienes nacimos a causa de un pecado, es el lugar donde pertenecemos.
Huye, corre, no encontrarás una salida, no olvides quien eres.
No confíes en nadie.

Hannelore © | Libro #8 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora