Resignado, continué caminando por la concurrida ciudad mientras suspiraba pesadamente, decidí seguir con mis actividades diarias. Pasé la mano a través del cabello enredado sobre mi cráneo y me dispuse a volver a ponerme en marcha a la tienda. Con la mochila colgada sobre el hombro, daba largas zancadas para llegar temprano al colegio, aunque a decir verdad ni siquiera veía el sentido de asistir el día de hoy.
Las voces de toda la gente que estaba en las calles resonaba en mis oídos con cada paso que daba. Sin embargo lo único que quería era ir a el lugar en el cual sabía que me darían respuestas.
Solamente conocía a una persona que tenía su nariz metida en todo, y ese alguien era Evans.Cansado, un suspiro salió de mi boca, el cual ni siquiera intenté cubrir. Me recargué en la pared del anuncio, que en algún punto de mi camino había encontrado, el cual era señal de la parada de autobús, los sonidos de automóviles y gritos de gente que no paraba de insultarse unos a otros en el incesante y constante tráfico de la ciudad. Me la pasaba observando mi reloj cada cinco segundos con la esperanza de que de repente este avanzara más veloz por alguna misteriosa razón. Solamente para terminar aún más desilusionado cada vez que lo miraba.
De repente me di cuenta de que por estar tan ensimismado, no había notado que una joven de cabello rojizo que le llegaba a los hombros y unos bellos ojos verdes que resaltaban en su pálida tez, se había sentado justo a mi lado. Su mirada se encontraba enfocada en el teléfono en sus manos, que parecían tan delicadas como las de una doncella de la gran alcurnia.
De repente ella se percató de mi penetrante mirada y aparto la vista de su dispositivo móvil por unos segundos, mirándome fijamente con sus verdes ojos que analizaban de arriba a abajo mi ser por completo. Sin saber que hacer y con la vergüenza de haber sido atrapado infraganti observándola cual acosador, lo único que pude hacer fue ofrecerle la más encantadora de las sonrisas que podía manejar en mi propio rostro.
La chica, aún dudosa de mi actitud, torció la boca ante mí. Sin embargo no permití que de mi cara se borrará la cálida mueca que esperaba que me consiguiera su aprobación de cierta manera. Y esta vez ella saca los labios hacia afuera, como haciendo berrinche ante sus padres o una pareja. Segundos después el teléfono en su mano abierta y la pantalla se enseñó marcando la entrada de una llamada, con finos y delgados dedos, agarró el móvil y lo llevó a su oreja.
- ¿Bueno? - preguntó con encanto y dulzura que desbordaba en su tono.
Podía oír el reclamo desde el otro lado de la línea.
- ¿Qué esperabas que pasara? Apenas acaba de salir de allí - sarcasmo y veneno escurriendo de cada palabra, todas con un filo impensable.
Oí un leve gruñido de parte de la otra persona y ella giró los ojos.
- Por supuesto que pienso llevar ésto hasta la última consecuencia.Ese último comentario que hizo me erizó la piel y no pude evitar rascar mi antebrazo en incomodidad. Ella seguía ignorándome, sin embargo no me relajaba de ninguna manera, de hecho me ponía más alerta que nunca. De vez en cuando mis ojos volteaban a ver su figura, y en cuanto creía que me había descubierto volteaba la miraba hacia cualquier punto.
Giré los ojos en otra dirección y saqué mi propio móvil, abriendo el directorio del mismo, y al encontrar el número de Evans, me puse el celular junto a la oreja. Unos cuantos timbres me dieron la cálida bienvenida antes de que tomará la llamada.
- Habla Evans ¿asunto? - dijo con su clásica frialdad
- Es el amor de tu vida - comenté irónico mientras mi labio se levantaba en señal de molestia
- Ah estúpido piromaniaco, eres tú.Tomé una gran bocanada de aire y me ahorre mis palabras burlonas. Éste idiota se quedó con la idea de llamarme piromaniaco desde que una vez me vio usar mis poderes. Que a pesar de permitirme prender una flama, ésta es tan inestable que a veces ni yo mismo puedo controlarlo. Lo más curioso del asunto fue que pocos días me confesó ser un Shiki de una de las ramas más bajas de la evolución.
- ¿Y entonces? ¿Cuándo demonios piensas llegar aquí?
- Ah ha ha - se rió con un tono de burla que me hacía enfurecer - Tan directo como de costumbre.
- Y tú tan idiota como te recordaba, fallo de ser humano.
- Ah pero se me olvidaba que hablaba con el joven perfección
- ¿Y bueno? - le reclamé claramente exasperado - ¿A qué hora llegas?
Lo escuché suspirar y cómo tronaba la lengua ante mi actitud.
- Pronto
Y con eso colgó de repenteMe quedé mirando sorprendido el celular que ahora marcaba mi reciente conversación con Evans, incrédulo de que me haya cortado la llamada así sin más. Bufé y guardé el móvil en el bolsillo de la chamarra que llevaba conmigo, y recordando la presencia de la joven de bellos cabellos giré la cabeza hacia ella y seguí sus movimientos.
Ella aún seguía platicando con aquella persona, pero ahora lucía molesta y un tanto arrogante, al contrario de su antigua apariencia de ángel.Y en su rostro ahora se encontraba una mueca marcada. Me sentí muy incómodo pero no tuve el valor para moverme de aquel maldito lugar, así que me resigné a esperar a que concluyera.
- ¡YA TE DIJE QUE AÚN NO LA ENCUENTRO, MALDICIÓN!
Ese último comentario fue el que concluyó el ciclo y ella apagó el móvil y lo aventó en algún lugar recóndito de su bolsa. Pasó los dedos por sus rojizos mechones y me dedicó una mirada llena de dulzura y un toque curioso.
- ¿Soy o me parezco? - me miró divertida al ver que me sonrojaba
- No es eso, sólo me llamó la atención la llamada que tuviste hace unos segundos.
- ¡Ah éso! - dijo como si fuera lo más obvio de toda esta situación - Lo que pasa es que es alguien con quien tengo un trato¿Trato? Esas palabras retumbaron en mi cráneo y sentí un claro eco mental ante ellas, éstas me causaban un ligero cosquilleo y traté de no darle más vueltas al asunto para no parecer un idiota.
De repente el autobús que se suponía debía haber llegado hace 4 minutos se estacionó frente a nosotros y ella tomó el asa de su bolsa y se la colgó sobre el hombro. Quería llamarla pero no me sabía ni su nombre y mucho menos tenía el valor de hacerlo. Así que las palabras se quedaron atrapadas en mi garganta y no salieron de mis labios más que un torpe balbuceo.
- ¡Oye! - le grité después de juntar todo el coraje posible, no es como que sea muy tímido con las damas, pero su presencia me resulta muy imponente.
Volteó a verme y su cabello flotó detrás de ella. Extrañamente perfecta, casi inhumana.
- ¿Tu nombre?
- Agatha - contestó mientras me dedicaba una sonrisa al mostrarme las bellas perlas que eran sus dientes.Después de haber dicho esto, ella subió al autobús, y podría haber jurado que la escuché murmurar entre dientes.
"Y pronto te encontraré"
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Shiki: Encrucijadas
Ficção AdolescenteUna misteriosa chica, la cuál se suponía, debía evitar que la gente que la rodeaba supiera algo de ella y un engreído chico que no piensa dejar el tema en un punto y aparte tan fácilmente. ¿Qué pasara cuándo el destino entrelace sus historias juntas...