Capitulo 1

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—Diana, ¿Qué edad tienes? –Exclama la mujer muy calmada. No presenta ni un rasgo de preocupación.

—18 –respondo con un hilo de voz muy fino.

La doctora sospecha mi miedo, sabe que en cualquier momento voy a escapar de la sala y saldré como siempre lo hice con todos los psicólogos que he ido. Mi miedo es potente, lo puedes notar estando a tres quilómetros de distancia y eso me enfada. Que noten mi miedo es horrible, pueden saber lo débil que soy y demostrar que sos débil es igual a que sepan tu lado más fácil de lastimarte.

—Bien, ¿Cuál es tu problema?

No me toma por sorpresa su repentina pregunta, con tantos psicólogos que fui ya es común que hayan comenzado con la misma frase, su principio no varía, siempre comienza igual, quieren saber mi problema desde un principio. Me enfada que lo digan de esa forma, yo no voy a contar mi vida desde el primer segundo que entro a la habitación.

—Todo –suspiro –no hay nada que no sea un problema para mí.

— ¿Tienes hermanos o hermanas? –pregunto la doctora observando mis brazos que temblaban por el nerviosismo.

—Tenía un hermano –llego a decir –Jackson, murió hace tres años teniendo 18 –bajo la mirada repentinamente, ahumada en tristeza.

Es muy difícil decir esto para mí. Mi hermano lo era todo, simplemente ocupaba el lugar de mi mejor amigo. Vivía apoyándome en todo lo que me ocurría, siempre me ayudaba con cualquier cosa que lo solicitaba. Yo lo adoraba y el a mí. Éramos muy unidos aunque nos diferenciábamos por dos años, el no podía verme mal y yo tampoco a él, eso hacía que los dos nos apoyáramos mutuamente.

—Y también una hermana, Rue de 12 años –aclare.

— ¿Tus padres como tomaron la muerte de tu hermano? –hablo la mujer sin siquiera fijar la mirada en mi, solo se dedicaba anotar palabras inalcanzables sobre  una libreta.

—Mi mamá poco después se suicido –hago un poco de tiempo para seguir hablando –y mi padre es alcohólico desde que mi hermano falleció y el padece echarme la culpa de su muerte –bajo la mirada y me mentalizo para continuar –el me odia.

— ¿Por qué dices que lo hace?

—El me lo dice.

Intento sonreír irónicamente, pero eso es imposible ya que mis lágrimas ocupan gran parte de mi cara. Mi padre todos los días toma la mayor parte de su tiempo para insultarme, pegarme o lastimarme solo por el hecho que piensa ser mi culpa la muerte de mi dichoso hermano. Yo lamento mucho su muerte, estuve meses y meses sin ánimo alguno intentando seguir mi vida o mejor dicho acabar con ella, pero después mi madre se fue por la misma razón y quedo mi padre, la asquerosidad de mi padre.

Mi familia tiene mucho dinero, mi papa es empresario y mi mama lo era, por lo tanto heredamos todo su dinero. Mi papa consiguió una nueva novia, donde ella tiene un hijo de dos años mayor que yo, Chad. Aquel chico no puede ser más modesto, se mete en mis problemas y en todo lo que se tratase de mí, me critica y burla como si fuera hermano de mi propia sangre algo que me hierve mi sangre más de una vez.

—Ahora hablemos de vos –la mujer toca mi brazo levemente para que reaccione – ¿Cómo te sientes?

¿Cómo me siento? Creo que eso no es una muy buena pregunta. Podría explicar millones y millones de cosas, pero ¿Qué siento? Mi vida es algo inexplicable, algo que no a cualquiera le pasa. Primero empieza todo con mi familia y después con mis amistades. En el colegio no tengo muchos amigos, hace unos meses me gritaban gorda por los pasillos, por lo tanto todos me describían como “La gorda estúpida” Esos comentarios adhirieron a mi cuerpo las ganas constantes de bajar de peso, de disminuir mis comidas y aumentar mi ejercicio físico, y al verme parada frente al espejo con menos kilogramos me gustaba, me gustaba ver como en mi colegio dejaban de burlarme por hacer mi cuerpo algo que todos aman, delgado.

Pero ese amor placido por mi delgadez acabo pasándose de límite. Ya no era algo por aceptación, sino algo que tenia adherido en mi cerebro. La decisión mía de aceptación con tener un cuerpo cada vez más flaco se fue aumentando, dejándome al límite de delgadez extrema. Por suerte, mi relación con la novia de mi padre es inversamente buena que con los demás y ella decidió internarme en el hospital por la enfermedad de “anorexia”.

Ya no me llamaban gorda, sino “huesitos” no me burlaban por tener kilos demás, sino por tener muchos menos. Pero había algo que a mis compañeros de colegio y mi familia, le costaba entender, antes de elegir cambiar mi vida del modo como la había cambiado (hablando de delgadez extrema) era que yo tenía un peso normal, pero tocaban mi herida muy en el fondo.

Mi padre nunca se dio cuenta de lo que tengo, no le importa que me muera por falta de comida ni tampoco con cualquier otra enfermedad, a él ya no le intereso.

Rue, mi pequeño apoyo, tiene 12 años. Es lo bastante grande para saber de qué se trata o de quien depende mi estado de ánimo. La verdad ella es muy linda conmigo, pero mi padre la mando a un colegio sumamente exigente donde tiene que estar allí encerrada todo el día. La adoro, pero no puedo compartir muchos momentos con ella. Es la única persona que quiero además de Jate.

Ya metiéndome en cosas más sentimentales, llego al punto de mi desastre mental. Donde hay días que no puedo parar de llorar y muchas veces creo que me estoy volviendo loca. Cuando la frustración domina mi cuerpo yo me hago daño a mí misma. Me pego, me lastimo, hago lo posible para sentir dolor en ello y olvidarme de mi herida mental.

La mayoría de las veces, comienzo a romper objetos preciados de mi casa, destruyo todo lo que encuentro con el fin de descargar esa sensación de malestar en mi interior. No tengo con quien hablar, con quien expresarle como me siento ni mucho menos que hago para calmarlo. Nadie sabe de mis heridas o de los desastres que hago en mi hogar. Soy muy cerrada y eso me hace auto-subestimarme muchísimo.

Jate me mando a la Psicóloga para que intente cambiar y llegue al punto de socializar con alguien. Pero fui a 6 psicólogos diferentes y nadie logro ni un mínimo cambio. No puedo sacar de mi mente el mismo remordimiento de siempre y poder fluir con las palabras, solo acudo a mi mente y mis pensamientos.

Entonces observo a la señora que se encontraba delante de mis ojos pensando una respuesta a su pregunta que había llevado minutos en contestar.

—Sola –le comento ampliando mi mirada –me siento sola, muy sola –repito.

*

¡Hola lectoras y lectores! He modificado o mejor dicho editado la historia porque justamente en este mismo instante tengo una forma diferente de escriir y queria editar la novela ya que no me gusta la forma en que escribia y queria darles una forma mas simple de leer a ustedes la novela. Si la han leido, les sugiero que la lean nuevamente porque la forma en que esta escrita ahora es completamente diferente y mucho mas facili y linda. Muchas gracias y que la difruten.

@Valuuuu_

Diana |One direction| EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora