El Infierno Aguarda

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A falta de veinte minutos para las nueve de la noche, se reunieron en el bar acordado. Aunque durante todo el viaje de ida el pastor Bonnay no había pronunciado ninguna palabra y sus ojos habían permanecido cerrados. Este extraño comportamiento había llamado la atención de Tino quien llegó a pensar que el miedo a perder a su hija estaba destrozando los nervios del predicador y que el hombre no duraría mucho antes de perder el juicio. Se sintió mejor cuando vio que Miguel dejaba su estado de auto hipnosis para regresar al mundo real y juntos ingresaron al bar. Encontraron al inspector en una mesa del fondo, aunque el lugar estaba prácticamente vacío. Pidieron cervezas para acompañar al veterano policía, quien ya había logrado meter dentro de su organismo y sin que nadie lo notara, un explosivo coctel de medicinas, cafeína y licor y todo, a punto de estallar.

- No se ira a emborrachar, pastor. – aconsejó el inspector Dos Santos. – Mire que lo necesitamos. Usted es nuestro jugador más valioso.

- No pienso hacerlo. – Miguel se echó un largo sorbo al gaznate y depositó la botella con fuerza sobre la mesa. – Hacia años que no probaba una cerveza.

- Si salimos vivos, yo invito la de celebración. – sonrió Tino. – Pero primero lo primero. ¿Cuál es el plan?

- ¿Plan? – interrumpió Dos Santos. – Eso no es lo primero, lo primero es saber que son esos bichos y si podemos deshacernos de ellos.

- Creía que ya lo habíamos aclarado. – se extrañó Tino.

- Pues soy viejo y olvido cosas. – Dos Santos se enfrentó ahora al pastor Bonnay. - ¿Y bien?

- ¡Son endemoniados! – respondió a secas el ministro.

- ¿Puede asegurar, que esas cosas, son personas? – preguntó Tedeo muy lentamente.

- ¡Sí! – afirmó el predicador. – Lo son... en un sentido.

- No puedo creerlo.

- Pues yo sí. – los grandes saltos y las maniobras del enemigo habían impresionado muchísimo a Tino, pero él se animaba haciendo burla de los poseídos. – Esos movimientos afeminados y esos diseños extraños... ¡Son "Drag Queens" baratos!

- ¿Muchacho, que antro has estado visitando últimamente?

- Mejor no le cuento. – Tino desenfundó la pistola automática y colocó otro cargador en la empuñadura del arma, montó cartucho y la enfundó nuevamente. - Piénselo, pueden caminar entre nosotros y parecer gente normal, pero a la vuelta de la esquina, cambian de forma.

- ¿Cómo lo hacen?

- Han entregado sus cuerpos y almas al Príncipe de las Tinieblas.

- ¿Almas... cómo? – Tadeo sacudió la cabeza como buscando refrescarla de tan ambigua información.

- Los espíritus carecen de cuerpos físicos, por lo tanto, están limitados para operar y moverse con libertad en nuestro mundo. Estos seguidores de la oscuridad, se han ofrecido, engañados por el Padre de Toda Mentira, para prestar su esencia material a dichos entes malévolos. A cambio, reciben el poder demoniaco de la morfosís, transmutando cuando lo necesitan en criaturas diabólicas muy veloces, fuertes y despiadadas.

- Es cuestión de ponerles una bala en la cabeza. – dijo Tino golpeando la frente del inspector con el dedo.

- No sabemos si eso funcionará. – el inspector espantó el índice del soldado como si fuese una mosca molesta.

- ¡Claro que funciona! – aseguró el joven. - Ya lo comprobé.

- Tino tiene razón. – intervino el pastor Bonnay. – Al menos podremos acabar con los huéspedes. Los demonios sin cuerpo quedaran errantes y tendrán que regresar al inframundo.

Festín de AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora