Los viajes de Rainbow - 7

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ALGÚN LUGAR

Neku se llevó la mano derecha la cabeza. Se había caído, recordaba eso. Y el dolor de su cabeza que correspondía a los latidos de su corazón no parecía dispuesto a dejar que lo olvidara. El resto, por otra parte, estaba un poco confuso, como si acabara de despertarse de un sueño y le costara recordar los detalles del mismo.

Lo primero que hizo fue mirar a su alrededor. Bueno, si nos ponemos quisquillosos, realmente lo primero que hizo fue abrir de nuevo los ojos, por si aún los tenía cerrados, y escrutar la oscuridad que la rodeaba. Le quedó algo claro, seguía sin gustarle lo más mínimo la oscuridad después de todos aquellos años. Necesitaba salir de aquel lugar lo antes posible.

Se encontraba sentada en alguna clase de espacio cerrado, limitado y oscuro. Muy oscuro. Tanto que no podía ver sus propias manos ni al ponérselas justo delante los ojos. Aquello la desconcertaba y la ponía nerviosa. Una sensación de ansiedad le crecía en el pecho y revolvía el estómago mientras pensaba qué hacer.

Estiró las piernas hasta tocar las paredes del espacio y paró en seco al escuchar un quejido. Había algo allí dentro, con ella.

—¿Te importa no moverte? —preguntó una vocecilla que sonaba cerca de donde sentía sus pies.

Importarle... pues le importaba bastante. Compartir un espacio reducido y oscuro con otra persona no le hacía mucha gracia, ya le costaba compartir el aire libre con otros o quedarse en aquel ataúd, por llamarlo de alguna manera, sola.

—Quiero salir de aquí, por supuesto que pienso moverme —declaró Neku frunciendo el ceño.

Todo fuera dicho, no estaba del mejor humor posible. Pero despertarse en una caja oscura de poco más tamaño que tu propio cuerpo no le alegra mucho la mañana a nadie.

—Claro, con tu increíble fuerza física y masa corporal vas a romper las paredes como si fueran de papel —dijo la vocecilla con tono sarcástico.

Neku chasqueó la lengua y arremetió un puntapié contra la zona de la que salía la voz. Aquella actitud le recordaba a la de su voz mental habitual. Esa que no paraba de darle la vara con que tenía que hacer cosas y le bajaba los sumos cuando lo necesitaba.

—¡Oye! —se quejó la vocecilla corroborando, junto a la sensación de su pie, que le había dado de lleno.

Sintió como algo se le subía encima y le recorría el cuerpo con rapidez. No era la más agradable de las sensaciones, todo fuera dicho.

—¡No seas una matona solo por ser más grande! —se quejó la voz, ahora junto a su a su oreja.

Consiguió reprimir un escalofrío y se quitó al dueño, o dueña, de la voz con un golpe de mano. Tocó un buen montón de pelo que envolvía lo que quiera que fuera aquella criatura.

—¿Nadie te ha enseñado que no debes subirte encima de la gente? —preguntó Neku.

La vocecilla bufó.

—No quiero lecciones de ti —dijo la vocecilla visiblemente ofendida.

Estaba a punto de responder cuando recordó que llevaba algo en el bolsillo. Realmente, más que recordarlo, sintió el peso en su bolsillo y se sacó un extraño objeto cuyo tacto no recordaba. Tocó botones y los pulsó uno por uno. Cuando nada salió del objeto, los pulsó todos a la vez, esperando que ocurriera algo. Nada se encendió, ni siquiera una lucecilla. Neku chasqueó la lengua, decepcionada.

—¿Alguna brillante idea sobre cómo salir de aquí? —preguntó la vocecilla.

—¿Se puede saber quién demonios eres tú para empezar?

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⏰ Última actualización: Sep 08, 2016 ⏰

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