Catarsis.

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 Lo sé, me pasé extremadamente: más de tres meses sin subir. En verdad lo siento. No tenía ganas de escribir, así de simple. Perdonen mis hormónas, mis situaciones personales y pensamiento. Es solo que cada vez que comenzaba a escribir ésto, algo contemporáneo, redirigía mis pensamientos a otra cosas y me daba por vencida. Me sigue pasando, pero ya tengo una mejor actitud, así que aquí les dejo el capítulo recién terminado:

8.Tara.

Por un momento hubo un neutro silencio causado por mí y mi decisión de no querer decir o sentir algo por la misma razón de que si lo hacia, sería demasiado; no podría decir lo mismo de Nick. Era como si, de un momento a otro, fuera capaz de entender cada una de sus facciones: porque movía su mandíbula hacia la derecha, porque sus ojos estaban fijos hacia enfrente, evitando mí mirada completamente, su espalda inclinada hacia adelante con sus manos entrelazadas y sus codos sobre sus rodillas.

Puedo decir que fue una de las veces que más serio lo vi.

-No puedo creer esto- pasó su mano sobre su cabello y respiró profusamente, con mucha evidencia de estar escondiendo su ira-. Todo este tiempo creyendo que en verdad te habías ido... Con el remordimiento y sin poder perdonarme a mí mismo de haber terminado así las cosas... Simplemente, me enfada demasiado. Estoy más que seguro que me odiaste. En algún momento, sé que me odiaste más que a nadie.

Estaba en lo cierto: lo había odiado. Tanto lo había hecho que había sido capaz de bloquearlo de mi mente por meses, sin darle el derecho, o privilegio, como me gustaba llamarlo antes, de pensar en él. Se veía algo inútil: gastar mí tiempo en alguien que no había podido dar un segundo por mí.

-No te voy a mentir, lo hice. Te odié, y mucho- dije-. Pero, sabes, hay este extraño punto en el qye haces un balance de todas los sentimientos acumlados y el odio que una misma persona te puede provocar sentir. Entonces, te das cuenta que hay más cosas positivas que negativas, y que odiar es solo una salida fácli. Las cosas, en general, no son fácies. Es por eso que prefiero tomar el camino, dígamos que dificil, que es el perdón y el bien común.

-Y aparte me saliste poeta; genial- silbó-. Pero ese es el problema: ¿de qué vamos a hablar? No sé qué es lo que quieres.

Éramos dos. Y podía apostar que él tampoco sabía qué. Antes: eso era lo que queríamos, porque, por alguna razón, el antes siempre es más fácil porque sólo se recolecta de él lo que la persona quiere, que en este momento era la felicidad, las perfecciones y los sentimientos sublimes. Eso era, inclusive aún cuando éste sólo había llegado a ser un periquete de perfección. No obstante, ambos sabíamos que no podíamos tener ese espacio del tiempo eliminado por la realidad y el realismo. Sería trabajar mucho, y hacia falta que los dos quisiéramos y tuviéramos los pantalones de decirlo, y que además no fuera sólo un simple capricho.

No sé por qué, sólo sé que solemos querer lo que sabemos que nos falta, y ya que lo tenemos, deslizándose entre nuestros dedos y real como un sonido, lo dejamos escaparse.

- Hay que ser inteligentes, en esto... nada de drama u orgullo. ¿Lo prometes?

-Lo prometo- concluyó-. Va a ser difícil, tomando en cuenta como soy, pero si es lo que quieres, me parece... Sí.

-Gracias- dije, sin saber por qué. Me quedé callada, con mis labios apretados, y él también. No parecíamos saber cómo comenzar. Puedes saber tantas cosas en momentos lejanos, inventar tantos diálogos y pensar tantos argumentos para tu comportamiento o decisiones inteligentes, sin embargo, al estar ahí, volando en esa realidad en la que nunca creía que estarías de nuevo, esa nebulosa realidad que te eleva, cambia por completo todo.

2.Tropelías de la vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora