Pasó los brazos por el cuello ajeno, besando sus labios. Era la primera vez que él era quien tomaba iniciativa en algo que sucedía entre ambos. En esa ocasión Crowley se encontraba muy tranquilo aún cuando el ambiente era propicio para comenzar algo.
No pudo precisar con certeza porque quiso un beso. Era algo tan sencillo que no tenía ningún propósito necesario o útil, para ellos, no tenía ningún valor aquel tacto. Pensó que tal vez era una forma de pasar el tiempo al igual que muchas otras formas en las cuales sólo se aseguraba quitarse el aburrimiento de encima. Esa podía ser su escusa interna y no necesitaba dar explicaciones a nadie más, sin embargo, seguía buscando muchas respuesta posibles a esa incógnita.
Sintió como su rostro era sujetado y como el beso se hizo profundo. La lentitud de los labios moviéndose sobre los suyos, tomándose el tiempo necesario y pausado para hacer el tacto diferente a los que tuvieron en ocasiones pasadas. No era parecido en varios aspectos que eran difíciles de identificar. Quizá porque no era tan rudo, ni intenso. Era suave y agradable. Por lo cual pensó que no era necesario hacer una comparación detallada de ambos. Solo era distinto.
Se separaron y en silencio se volvieron a besar. Esta vez algo corto, apenas y juntándose un par de veces más antes de iniciar con otro más largo, con los dedos del pelirrojo hundidos en sus cabellos y con sus propios dedos en el cuello y espalda de su acompañante.
Podía decir que era incluso dulce. La usual sonrisa se había borrado por completo de su rostro. Había olvidado como retener esa expresión inmortal en su siempre joven rostro. Había aún así muchas cosas que le incomodaban. Para empezar, sus guantes blancos que no le permitían sentir la piel ajena en sus dedos. Luego, los ajenos que no permitían sentir el tacto de aquellos dedos en él.
Raro, sin duda alguna, pero le resultaba casi frustrante aquella sensación encerrada en él. ¿Cómo podía darle un calificativo? No lo encontraba y con cada día que esa extraña rutina se repetía perdía más su intención de colocarle uno. Era más difícil controlar ese impulso parecido al de necesitar sangre humana.
¿Eran los años acumulados de una inevitable atracción que sentía por él? Mejor no lo quería pensar, le resultaba muy poca tentadora la idea de verse descubierto, o tal vez muy tentadora. Dependía de que tan aburrido estuviera ese día. Tan aburrido para observar atentamente todos los rasgos que ya conocía y pensar que no había obtenido suficiente.
Con sus dedos suavemente entrelazados a los contrarios aún con esa fina capa de tela blanca. No supo decir en que momento resbaló su mano de la contraria y su guante se perdió en alguna parte sin importancia en el suelo.
Se acercó con cuidado, pasando sus dedos en la mejilla ajena. Pensando en lo peculiar que era el tacto de esa piel mientras lo acariciaba con cuidado. Crowley movió su cabeza, apoyando el contacto que había entre ambos. Sus labios besaron la palma de su mano, aún con los ojos carmesí fijos en él, sintiéndose la cosa más admirada del mundo sólo por tener su completa atención.
Y de esa manera de sentía feliz, genuinamente feliz. Más aún cuando de nuevo estaba tan cerca que podía escuchar la sangre correr por su cuerpo, tan tentador, tan gratificante.
Luego otro beso en sus labios, uno más en su nariz, en su frente, sus párpados, su mejilla, su oreja, su mentón, su cuello, intentando llegar más abajo en una clase de calor sofocante. Y él no hacía más que permanecer quieto en completo éxtasis, levantando la mirada al techo de la habitación mientras sentía los labios rozar su piel con suavidad.
Las manos contrarias se posaron en su cintura y en un impulso acercó sus labios al rostro del pelirrojo, rozando con ellos la mejilla hasta llegar a la puntiaguda oreja, suave al tacto y sus dedos desnudos paseando por el cuello y cabellos.
Estaban tan cerca.
—Ferid, Ferid, Ferid... —escuchó susurrar a su compañero. Palabras que sonaban desesperadas y muy expresivas, demasiado complejas si intentaba encontrar el significado.
—Crowley... —apenas logró pronunciar con algo de desorientación.
—Creo... Creo que yo estoy...
—No lo digas —cortó rápido las palabras ajenas. Guardó silencio con desasosiego, sabiendo bien las palabras que estaban por venir. Pero sólo pensar en ello le quitaba la tranquilidad y lo hacía sentirse perdido.
No estaba listo para escuchar nada. Lo que él tenía para decir no podía significar nada más que un gran problema. Un enorme problema que no estaba dispuesto a enfrentar en ese momento, ni tampoco se sentía capaz de cargar con ello. Por primera vez en su vida sintió que no sabía que hacer. ¿No se suponía que cuando desea vas algo y se cumplía la satisfacción embriagaba al individuo? ¿Entonces por qué estaba tan aterrado con lo que Crowley podía decirle?
Sintió el agarre más fuerte y como los brazos pasaban alrededor suyo, el cuerpo contrario envolviéndolo, recompensado la falta de palabras que hubo cuando decidió que no podía escuchar más.
Entonces se preguntó a sí mismo. ¿Qué tanto iba a poner a disposición de su creación? No lo sabía. Pero lo suficiente para que dejara su cabeza descansar en el pecho contrario, evitando a toda costa encontrarse con una mirada que lo hiciera cambiar de opinión.
No podía hacer nada para recompensar ese momento que permitir a Crowley abrazarlo y permanecer ahí el tiempo que pudiera soportarlo.
Habían algunas cosas que era mejor no decir. Era mejor que las cosas estuvieran así, silenciosas. Por el momento las cosas estaban bien de esa manera.
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800 años |CrowFeri|
FanfictionSerie de drabbles, viñetas y tal vez algunos One-shot de esta pareja que me gusta desde hace tanto y merece más amor.