El sabado desperte con un escalofrio que me recorria el cuerpo. Me quede dormida con la ropa puesta mientras rezaba el doceavo rosario de la noche metida dentro de las cobijas sin retirar la mirada de la puerta. no habia podido dejar de pensar en el incidente del bosque y al final no me habia quitado el crusufijo - pensandolo bien creo que eso fue lo que me salvo de mi muerte - volverlo a recordar hace que se me encrespen mas los pelos de la cabeza.
Me levante de mi cama y fui hacia el baño, los arañazos de Susana ya estaban cicatrizando me alegraba un poco, pero como fue que fui tan tonta de salir al bosque a esas horas de la noche, y que alguien me explique cómo fue que desperté en mi cama y con mi crucifijo en mano?, eso es raro pero cierto ajm si señor completamente cierto.
Me despoje de mi ropa y me metí a bañar tenía que liberarme de todos esos demonio que tenía encima, con la ducha no lo lograría pero quedaría limpia, un poco almenos.
Ya estaba lista para bajar al capillero y ponerme a rezar, me senté en mi cama ya tendida y me puse los zapatos, cuando levante la cabeza logre ver una sombra moverse.
-Santísimo Cristo perdona mis pecados y sálvame señor- dije casi desmayándome del miedo- lo primero que pensé fue Susana estaba aquí pero luego pude ver un papel al lado de mi cama lo cogí y era una carta o una nota.
‘No se quite el crucifijo. La sangre que lo ungió lo ha convertido en una protección más poderosa contra su enemiga’
A.
Quién demonios me dejo esto aquí como entro, y como sabe eso sobre mi crucifijo?, Dios creo que ya estoy exagerando y hasta veo cosas.
-Jesús ayúdame, no dejes a esta pobre oveja sola, y menos en estos momentos donde puede empezar a imaginar cosas y enloquecer.- dije cogiendo mi rosario y guardando la carta en un lugar donde solo yo sabía que existía – bajo una tabla- dije irónica.
Termine de arreglarme y Salí de mi habitación serrando la puerta tras de mi.