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“Aquel que se enamora primero, siempre pierde”

Lee Sung Min, 14 años.

No debí abrir mi corazón, no debí dejar que específicamente él entrara y lo conquistara a su gana, ni mucho menos, repito, ni mucho menos debí confesarle mis sentimientos. No debí hacerlo ¡NO DEBÍ HACERLO!

—Luego de la tartaleta de fresa, me traes también un zumo de pera. Pero apúrate, te demoraste demasiado en traerme la revista de fútbol.

¿Cómo puede ordenarme de esa manera? Incluso aunque no le gustan los postres, ni los jugos con mucho azúcar, solo lo hace por fastidiarme.

—¿Por qué sigues ahí parado? ¡Muévete! Mi estómago tiene hambre.

—Si tanta hambre tienes, ve a traértelo tú mismo. Ya te traje tus revistas, tu lap, tu gameboy, tu mochila, hasta tuve que excusarme con tu profesor por salir del aula en horas de clases ¡Ya me cansé!

¡Eso es! No tiene por qué mandarme. ¡Es mi menor! Aunque no respeta a nadie, tal vez es por eso. ¡Pero tiene manos y pies! ¡Que lo haga solo!

—¿Estás rebelándote acaso? — se para de su cómodo asiento, una banca de la escuela que se encuentra ubicada en el patio del recreo. Sacude cretinamente sus hombros con sus manos y me muestra esa socarrona sonrisa — No puedes rebelarte ante tu amo, tonto conejo — se acerca a mí, despeina con toda la gracia del mundo mis hebras doradas, su porte de superioridad me vuelven más pequeño de lo que ya soy.

Tanto mis párpados como mis labios se abren de sobremanera. No puedo comprender  la arrogancia con la que pronuncia esas palabras, sigue sonriendo, sigue marcando y exhibiendo lo genial que se ve, según él, y según todo el mundo. ¡Es tan…!

—Ya vuelvo… — suspiro resignado, no puedo negarme, tengo razones suficientes para no hacerlo.

Una de ellas es que, sé muy bien, no importa lo que suceda, aquel que se enamora primero siempre pierde.

...***...

—Solo eres un mariquita que se esconde tras ese imbécil que tienes como novio.

Se equivoca, así como todos en la escuela, este mastodonte, quien me tiene sujeto de la parte superior de mi camisa, se equivoca. Kyuhyun y yo no somos novios, ni siquiera sé si podríamos considerarnos amigos. Río al recordar lo patética que es nuestra "relación".

—¿Te estás burlando de mí? — el gigantón piensa que me estoy riendo de su horrible cara, solo puedo soltar una expresión temerosa. La gente está a nuestro alrededor y simplemente cuando me observan yo no puedo hacer nada — ¡Sigues riéndote! — aprieta más el agarre de su puño, haciendo incluso que solo las puntas de mis pies toquen el suelo — ¡Ya fuiste marica! — me preparo exprimiendo los párpados para sentir su golpe. Golpe que nunca llega, como es de costumbre.

—Suelta ya a Sungmin. Hijo de puta — el mascullo de aquella voz se escucha frente a mí. 

De a poco, abriendo mis ojos puedo divisar aquel cabello castaño detrás del gigantón, el brazo que estaba listo para atacarme, ahora está siendo interceptado por Kyuhyun.

—Déjalo ya. No querrás verme molesto —.

No importa la gran diferencia de tamaño que existe, tras voltear y observar la aterradora mirada de Kyuhyun, el mastodonte baja su brazo y se va, oyendo tras su paso como los demás se burlan de él. 

—Idiota... — murmura ayudándome a sacudir mi ropa — Debiste defenderte. A pesar de que eres el número uno en artes marciales de la escuela, debo ser yo quien venga a defenderte — agita mi melena y alza con sus delgados dedos mi quijada —, conejo idiota — ahí está su sonrisa, esa diabólica y malvada sonrisa, una que solo me muestra a mí, y no sé si sentirme importante o desdichado por eso —. Un favor más que se suma a mi lista — se acerca a mi oído y su risa siniestra, la escucho perfectamente.

Un San Valentín Feroz - KyuMin (FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora