Capítulo 9: ¿Sam y Quinn?

649 32 4
                                    

Me desperté sudando y temblando de una pesadilla. La que siempre me acompañaba desde que ocurrió...

Y justo suena el timbre.

Voy a abrir la puerta aún temblando. Abro y me encuentro a quien más necesitaba en este momento.

-¡Dani! ¿Qué te pasa? -dijo corriendo a abrazarme.
No contesté, aún estaba paralizada. Entre Sam que no lo esperaba y la estúpida pesadilla no rendía.

Me volví a sentar en el sofá.

-¿Qué pasa Dani? ¿Por qué tiemblas? -dijo el preocupado.
-H... he tenido una pe... pesadilla. -dije aún temblando.
-Tranquila, estoy contigo. -dijo abrazandome de nuevo.
Sam se levantó y me trajo un vaso de agua.
-Espera un momento, ¿qué tienes aquí? -dijo cogiendo un papel que yo tenía pegado en la camiseta.
-Lo habrá puesto Finn. -dije por fin.
-He salido con Rachel a dar una vuelta. Volveré dentro de una hora y media. Finn. -leyó Sam.
-Y ahora, ¿por qué no me cuentas esa pesadilla? Le daré su merecido. -dijo Sam.

Siempre conseguía sacarme una sonrisa.

-¿Recuerdas que dije que no quería tirarme en paracaídas? -pregunté.

El asintió.

-Pues es por algo. Tengo una mala experiencia con las alturas. Sam no quiero hablar de ello. -dije cogiendo aire.
-Algún día tendrás que superarlo y si puedo, me gustaría estar a tu lado. De verdad que no te pasará nada. Además así te quitaras un peso de encima. -dijo el agarrandome la mano.

Yo le sonreí.

-Está bien... verás, cuando era pequeña, allá a unos siete años, iba con mi padre en un avión. Yo iba junto a la ventana. Era mi primer vuelo. Y de pronto, mientras mi padre y yo hablamos, el piloto habló por el megáfono y dijo: "Señoras y señores, no se preocupen, tendremos un par de turbulencias. Un avión está pasando muy cerca nuestra pro errores de la compañía. Bajen las bandejas, apaguen sus teléfonos moviles y agárrense a sus asientos. Gracias por su comprensión". Y cerró el megáfono. -dije empezando a temblar de nuevo.
-¿Y qué pasa? Las turbulencias no hacen nada. -dijo Sam.
-No es eso. Escuchame. De repente, me asomo a la ventana y veo al avión acercarse, justo en ese momento estábamos por encima del océano. Y para mi mala suerte y la de medio mundo, el avión perdió el control y cayó en picado al fondo del océano. -dije.
-Ah, hoy hablar de ello en las noticias. -dijo Sam.
-Verlo en las noticias es muy diferente a verlo en carne y hueso. Te dije que no quería hablar de ello. Es una pesadilla que me persigue desde ese día. -dije.
-No te preocupes. Pero... quiero que saltes. Conmigo aunque sea. -dijo el.
-Tú fumas. -dije yo.
-Quiero que superes tu miedo a los aviones. Junto a mi. -dijo el.
-Ni de coña. -dije.
-Te prometo por lo que más quiero que no te va a pasar nada. Te lo prometo por mis hermanos pequeños. -dijo el.

Al principio dudé, y mucho. Pero no me pude resistir a esos labios cuando me hacía pucheros. Y también quería superar mi miedo a ello.

-Está bien... -dije.
El me sonrió.
-Nos lo pasaremos en grande. -dijo Sam.
-Espera. ¿Desde cuando tienes hermanos pequeños? -le pregunté confundida.
-Desde que nacieron. Ya los conocerás. -dijo el.
-Muy gracioso si ja ja. -dije sarcástica.

Viernes (día antes del paracaidismo)

-Hobbit ¿estarás preparada no? -me dijo Santana.
-Santana déjala, me ha costado un riñón convencerla. -dijo Sam.
-¿Un riñón? ¿Y no te duele? -preguntó Brittany.
-Britt era una expresión... bah da igual déjalo. No Britt, no me duele. -dijo Sam.
-Vale. -dijo Britt feliz llendose.

Finn llegó con Puck y este se me quedó mirando.

Y al momento llegó Quinn algo desanimada.

-¿Qué te pasa rubia? -le dije agarrandola del brazo y llevándola a su taquilla.
-Puck me ha dejado. -soltó ella.
-Pero ¿acaso estabais saliendo? -pregunté.
-Sí. Nada especial para el, pero para mi sí. -dijo Quinn.
-¿Te gusta? -dije.
-Lo cierto es que no. Ahora me gusta otro. -dijo haciendo que le brillaran los ojos.
-¿Y se puede saber quién? -dije dándole un toque en el brazo.
-S... Sam... -dijo Quinn.
Yo me quedé de piedra.
-¿Cómo? ¿He oído bien? -dije.
-De verdad que no quiero que nuestra amistad se rompa por un chico, Dani. -dijo Quinn.
-No, ya claro. Lo entiendo... -le dije sin aún comprenderlo mucho.

Salí del servicio algo mosqueada pero bueno... y fui a mi siguiente clase, Literatura.

-Buenos días alumnos. No tenemos tiempo que perder. -dijo la profesora.

Esa era su típica frase.

-Lo que vais a tener que hacer este fin de semana será un trabajo. ¿Recordáis que estábamos dando la teatralidad no? Bien, pues debereis hacer una escena divertida de alguna comedia, una dramática, una de horror y otra de amor. -dijo la profesora.

-Señorita McCain, ¿es individual? -dijo una chica que estaba sentada al principio de la clase.
-No Lauren, será por parejas. Y sí, las elegire yo. -dijo McCain.
-¡Joder! -gritó Puck.
-¿Puckerman? ¿No querras volver al despacho del director no? -amenazó la profesora.
-No señorita McCain, lo siento. Es que tenía un pokemon cerca y se me ha... mejor me callo. -dijo Puck escondiendo su móvil.
-Sí, mejor. Bueno, como iba diciendo. Las parejas: Cohen Chang con Abrams. López con Hudson. Pierce con Hummel. Anderson con Hudson (yo). Berry con Chang. Puckerman con Jones. Y Fabray con Evans. -dijo la profesora.
Mierda, mierda y requetemierda. ¿Quinn y Sam? Me cago en toda la vida de la profesora.

Nos sentamos con nuestros compañeros. Por suerte yo al menos estaba con Blaine. Pero el pobre de Finn estaba con Santana.

-Pajaritas espera. -le dije a Blaine cuando salíamos de clase.
-He visto tu cara de decepción al ver que te tocaba conmigo. -dijo el dolido.
-No, pero que dices. Eres el mejor compañero que podría tener. -dije.
-No lo creo. -dijo el.
-Que sí. Te lo prometo. ¿Me crees si te doy un abrazo? -le dije.
-Puede ser... -dijo el.

Así que le abracé.

-Hagamos el trabajo hoy, mañana tenemos lo del paracaidismo así que no podremos. -le dije.
-Hoy en mi casa a las cinco y media. -dijo el.

Yo asentí.

Mi vida siendo hermana de Finn HudsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora