Capítulo 4

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—¿Así que lo dejaste? — preguntó Chandi.

—Pues dejar suena a haber tenido una relación con el, creo que es más susceptible, decir que me cansé de él.

—Es lo mismo Kate—dijo Chandi amargada.

—Pues sí!!! Se acabo, termine esa boba e inútil relación!! ¿¡¡Contenta!!?

—Bastante—Chandi sonrió.

Kate bufó.

Habían pasado toda la hora de consejo de curso, comentando sobre su pequeño "último encuentro" el pasado viernes por la tarde. Chandi, era su compañera de curso y una de sus leales amigas que tenía. Era muy tierna y sensible, a veces bastante despistada, un poco desquiciada, pero sin volver loca a la gente. Era enamoradiza, creía en el amor y aunque nunca lo ha tenido, sigue esperándolo, quisiera tener su paciencia, pero no, no la tengo. Mientras comentaban por las quejas de algunos maestros hacia los alumnos del curso, Kate miró discretamente, hacía los asientos del fondo y lo vió. Estaba recargado en el asiento, con sus manos cruzadas en su cabeza, se le veía desinteresado y con cara de "pocos amigos" el volteó hacia su dirección y ella rápidamente giró la cabeza, para que no se diera cuenta, que lo acechaba.

La clase terminó antes de lo que imaginaba, Kate guardó sus cosas en su bolso, se despidió de Chandi y giró para verlo, ni rastro de él —Debió salir de los primeros—pensó Kate. Caminaba por los pasillos, yendo hacia su bloque. Abrió su casillero y guardó todos sus cuadernos que no le hacían falta para mañana, hecho algunos nuevos, para adelantar un poco de tarea, metió algunos libros de apoyo y cerró su puerta. Al cerrarla pudo divisar a unos cuantos metros a Jaasiel besándose con una chica de cabellera rubia a la mitad del pasillo.

Los miró con odio y asco, que fácil se le hacía enganchar chicas a su vida, pero ella no debía preocuparse, había hecho bien el botarlo de la suya y así se quedaría. Pudo ver como se alejaba de la chica, claramente ella quería continuar, a lo que él le susurró algo al oído, para que así ella le respondiera con una sonrisa y luego se marchó, él notó que Kate lo miraba, Kate se sorprendió, él la vió por unos segundos y camino hacia ella.

—vaya vaya, que haces por aquí Kate, pensé que ya te habías marchado. —dijo calmado.

Que indiferencia—pensó Kate.

—Vine por unos cuadernos, ya me iba—se giró y camino hacia el corredor.

—Te fuiste el viernes—dijo molesto por detrás

Kate se giró hacia él.

—¿Pensabas que me quedaría?, solo fue sexo Jaasiel, no necesito despertar al lado tuyo.

En ese momento, el se abalanzó sobre ella y la tomó de los brazos.

—¡¡¡ Me preocupe y tú no estabas, me hiciste quedar como un imbécil!! —alzó la voz.

—Suéltame idiota!! —forcejeaba con el— ¡¡Tú no eres nadie para decirme que tengo que hacer y que no!!!

—Kate eres mía, ¿comprendes? —la apretó contra su cuerpo y la besó.

Sus labios gruesos, volvían a ser suyos, ese roce era exquisito, sus labios encajaban a la perfección con los suyos, nadie en la vida, la había hecho sentir lo que él la hacía sentir. Quería más, así que él la tomó de sus brazos, y la arrastró al mismo cuarto, donde la había besado por primera vez, cerro la puerta y con una rapidez, sacó su polera y desabrocho sus sostenes, se aferró a ellos, los manoseo, mientras los besaba a la par, los chupaba y los mordía, Kate, no paraba de gemir.

—Silencio, nos pueden oír—decía Jaasiel mientras chupaba uno de sus senos.

—Me es imposible.

En el pequeño cuarto se encontraba una estantería pegaba a la pared, no era muy alta, así que sentó a Kate en ella, le bajo sus jeans hasta los tobillos, desabrocho sus tenis, arrojó el pantalón al suelo y con una facilidad, entro en ella. Fuerte y duro.

Kate ni siquiera había notado en qué momento se había quitado los pantalones y los bóxers, estaba muy agitada, su respiración aumentaba, sus gemidos la aturdían, amaba tenerlo dentro de ella, él la conocía, sabía sus puntos débiles, y sus fetiches. Sus movimientos eran más rápidos y Kate sentía una descarga eléctrica recorriendo todo su cuerpo, Jaasiel hizo los últimos movimientos, para luego terminar dentro de ella, a lo que ella le siguió.

—¿Por qué me haces esto Jaasiel? —decía agitada.

Su respiración se entre cortaba, estaba cansada, y su corazón latía por segundo. Miró a Jaasiel y aunque estaban a oscuras, por alguna razón, notó su penetrante mirada.

Después de unos segundos respondió.

—Tú te lo buscaste nena, desde el primer día.

Esclava de tus mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora