I. Borracho de Amelie.

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Los días más locos suelen empezar con el amanecer más normal ¿no?

Eran las 5 A.M, me encontraba tendido en mi cama, muy descansado para volver a dormir, y muy cansado para moverme, mirando mi techo y las esquinas de mi habitación como si algo fuese a cambiar si miraba lo suficiente.

Extendí la mano para alcanzar mi teléfono, el brillo de la pantalla me lastimó los ojos, no veía muy bien sin mis lentes, pero pude desbloquearlo por instinto. Tenía 39 mensajes sin leer.

Sé de quién son.

Entré en la conversación para ver porqué lloraba (esta vez), ¿algo odioso de mi parte, dirán? No los culpo por pensar así, pero ponganse en mi lugar, una vez cada dos semanas, recibo una novela nueva relacionada con la nueva decepción romántica de mi estimado Arturo, la primera vez sufrí la pérdida con el y me puse creativo con los insultos para definir a su ex, pero para la octava me parecía más interesante estudiar como todas sus relaciones empezaban con él añadiendo a una desconocida en Facebook, ellos hablando de la manera más casual del mundo, y todo siempre llevaba a la conclusión de que ellas dejaban de hablarle por los motivos más absurdos imaginables.

- "No sé, men. Me dijo que su papá leyó el chat y le prohibió el internet hasta los 18."

- "Carajo. Parece que le gusta otro y sólo quería darle celos conmigo."

- "No me vas a creer. No puede hablar con nadie que su novio no apruebe, y cuando no le hace caso le pega, nada que hacer."

Con el tiempo empecé a cuestionar la veracidad de las historias, pero la manera en la que parecía sentir todas y cada una era demasiado real como para que fueran inventadas, así que eventualmente dejó de importarme si lo que me contaba en verdad había ocurrido y me concentré más en apoyarlo como pudiese. E igualmente, si todo era su invención, le tenía que dar créditos por creatividad.

Por lo visto esta vez era algo más factible, omitiré los 37 mensajes de él diciéndome lo genial, hermosa, inteligente, cariñosa y tetona que era su chica y les diré la parte que nos compete, ¿vale?

Vale.

La chica (Samantha, era su nombre) le había dicho que lo sentía mucho, pero que no podían seguir juntos porque el chico que le gustaba había dado señales de interés últimamente, y no era justo que Arturo siguiese ilusionandose.

Envié mi reglamentario "Marico, tu mala suerte ya es una vaina atómica, mejor hablamos en el colegio".

Coleg...

Coño.

5:30, aún puedo.

Tomo mi uniforme y entro a mi baño, el agua fría me despierta el 50% que me faltaba, intento enfocarme en apurarme y salir rápido, la mayoría de la gente cree que llevar chaqueta en Maracaibo significa una de dos cosas. O quiero un macho que me abrace y me de amor, o estoy secretamente interesado en hervirme vivo al aire libre, y aunque ambas teorías tienen cierto sentido, la verdad es que me gusta tener muchos bolsillos disponibles, por razones que comprenderán a posteriori.

Tomé mis lentes, y con mi visión a un nivel respetable, miro mi teléfono. Tengo 2 mensajes sin leer, y no sé de quién son.

No. Literalmente, es un número desconocido, el mensaje 1 fue "Hola", y el mensaje 2 fue "Tengo hambre", ni puta idea. No le di mucha importancia.

Mi cuarto parece la vida amorosa de Arturo, pero puedo vivir con eso. Tomo mis llaves y me dispongo a salir. Pero olvidé un detalle importante, lleno mis bolsillos con sobres de azúcar y me llevo una bolsa de papas para el desayuno, puesto que lo más probable es que no pruebe bocado de nada hasta el almuerzo.

Es mejor que no lo sepas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora