Todo iba bien.

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Los jóvenes empezaron a hablar constantemente. Todos los días. A cada minuto, podían hablar estupideces y no aburrirse ni dejaban morir la conversación. A Angélica sólo le fastidiaba algo "Él tiene 19" ella a penas estaba acabando de cumplir 15, era un poco mayor para ella ¿no? Pero como quien dice "para el amor no hay edad" aunque el no pareciera de esa edad, parecía más de unos 17 años porque al parecer no era muy alto y su cara aún era angelical.

Al pasar los días todo seguía igual, él la despertaba con muchos mensajes de buenos días, era atento, tierno y tenía ese toque hot que no podía faltar. Todo iba bien,  pero cada vez existian más las ganas de conocerse, de verse en persona, de convivir juntos un rato.

Tanto fue que no aguantaron las ganas y se citaron para verse el viernes de esa semana. Angélica moría de miedo. Nunca había salido con un completo desconocido en su cabeza pasaban millones de pensamientos buenos pero abundaban los malos.

Sólo pensaba en cosas como "que tal sí me secuestra" o "querrá vender mis órganos" o tal vez pensaba en que sólo quería conocerla. Quién sabe quizás sólo era Angélica una exagerada. . . O tal vez no.

Mi más grande casualidad ×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora