Capitulo 5: "Sere el padre, que te mereces"

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*{Narra Destructor}*

Cuando Leonardo, se le volvieron los ojos rojos, supe que era hora de ponerle en prueba; y salió más peligroso de lo creía. Ahora podría comprender, lo que una mente delicada podría lograr hacer; y sería todavía más peligroso romperlo más de lo que está.

No podíamos dejar que vuelva a ver a sus hermanos, aún.

Cuando cortaba y mataba a mis ninjas, podría notar que no tenía expresión alguna en su rostro; y que sus ojos eran blancos, un blanco vacío. Pero pude notar, que por primera vez en mi vida, me dio un escalofrío oír la risa de Leonardo; al principio parecía que iba a llorar, pero cuando producido una sonrisa, y luego comenzó a reír. Todos pudieron sentir miedo, y todos me añadían a mi, Leonardo había sido la clave para destruir al clan Hamato, solo tuve que haber tenido paciencia y haber decidido seguirlos.

Fui sacado de mis pensamientos, cuando Leonardo se iba levantando, seguía riendo, y cogía fuertemente la manga de su Katana. Tenía los ojos de nuevo vacíos, y se dirigía a nosotros; parecía estar muerto de alguna manera, me estaba estremeciendo, pero no hacía movimiento alguno, sólo miraba al que se acercaba.

Entonces, en un movimiento veloz, había aparecido detrás de mi hija, y tenía la Katana sangrienta en su cuello; y parecía apuntó de matarla.

-Leo-

Pronunció mi hija, en ese momento, los ojos de Leonardo volvieron a su rojo sangre, y miro con miedo lo que estaba haciendo. Soltó la Katana, soltó a Karai y se fue retrocediendo; sabía que tenía miedo de lo que acababa de hacer, ni siquiera hubiera sabido lo que hizo, pero su mente lo procesaría de la peor manera.
Y eso podría asustar a cualquiera.

Le hice una señal a mi hija, para que despreocupase a Leonardo. Al notarlo, drago fuertemente, se frotó el cuello, donde le habían puesto la Katana, y se fue acercando al que casi le mata; en cambio él, solo retro decía, hasta haberse topado con la pared, y de allí sólo miraba todo nerviosamente.

-Leo, tranquilo-, le fue diciendo mientras se acercaba a él.
-¡He intentado matarte! ¡Y ME DICES QUE ME TRANQUILICE!-, le grito con los ojos al cristalizados.
-Leo tu mismo lo has dicho, intentaste. Mira estoy bien-, le dijo mientras señalaba su cuello.
-No, no. Mira estas san-sangrando y di-dices que estas bi-bien-, al notar que algo de sangre salía por la herida.
-Por favor. Solo es una pequeña herida no es nada más. Además se puede curar-, le dijo de manera tranquila. Pero se sabía que Leonardo no se tranquilizaba.
-A, a lo mejor tú pue-puedes. Pero e-ellos no-, le dijo mientras apuntaba a los cuerpos muertos y destrozados.
-No servían de nada, nos hicisteis un gran favor. Por favor, tranquilízate y, pues, podrías ir y descansar un poco a tus aposentos-, le dijo con una sonrisa y extendiendo su mano, para dar su ayuda.
-Va-vale-, le contestó mientras cogía su mano, algo tembloso.

Karai me miro, y yo le afirme con la cabeza, dando el permiso para salir; fueron saliendo, andando algo lento, y Leonardo intentaba no mirar o pisar o toparse con algún cuerpo muerto o la sangre. Una vez fuera mis otros aliados se arrodillaron delante mía.

-Quiero que le vigiléis las 24 horas. Informadme de cualquier cosa que destaque, malo o bueno, y yo procuraría no molestarle. Procurar coger su confianza, y no la enemistad; o tendréis las consecuencias-
-Si maestro-.

Y con eso desapareció tras la puerta. Ordene a los robo-pies a limpiar la sangre, y tirar los cuerpos; yo salí y fui dando paseos por mi guarida. Pero algo me llamó la atención cuando pase por la puerta mi dojo, por segunda vez.

Encontré a Leonardo, meditando en medio de la sala.

Me sorprendió al principio, no me esperaba verle allí, lo vería más durmiendo en ese momento, intentando olvidar lo pasado. Fui entrando, pero no quería interrumpirlo, perecía bastante concentrado; metido en su trance, algo que me hizo recordar a Yoshi, él estaba horas meditando, antes, antes de la muerte de Tang Shen.

Mis pensamientos fueron interrumpido por un leve grito de dolor, mire hacia Leonardo, y note que tenía apretado fuertemente su cabeza entre sus manos. No sé cómo, pero tuve un tipo de reflejo, que hizo que me pusiera delante de él y me arrodillase a su altura y algo preocupado preguntar:

-¿Estás bien?-

El abrió un poco los ojos, para verme, pero con la misma velocidad los volvió a cerrar. Y con una voz, en que se notaba el dolor, me explico:
-Me duele mucho la cabeza. De-demasiado-

Y cuando dijo eso, se desmayo, me preocupe demasiado; le cogí entre mis brazos, y le volví a llevar al laboratorio de Stockman.
-¡STOCKMAN!-
Le llamé, al instante apareció, y al ver lo que tenía entre mis brazos, despejo una mesa, y me pidió que depositase a Leonardo en ella. Volvió a hacer lo mismo de la última vez, pero esta vez note colores diferentes en el dibujo del cerebro; pero el que reinaba era el color rojo.

-Maesssssstro, parece sssssser que essssssta ssssufriendo lasssssss conssssssecunciassss de una mente rota-
-¿Y cuáles son?-
-Dolor, Maesssssstro. Mucho dolor-

Entonces se pudo oír un grito de dolor, del parte del inconsciente. Se veía como arañaba la mesa, intentando encontrar algo para coger y nunca soltarlo; era horrendo, ver cómo empezaba a no respirar, y de un golpe intentaba coger todo el aire que pudiese.

-Stockman, ¿hay alguna solución?-
-Me temo, que ssssssssolo podrá essssssperar que passssse. ¡Esssssspera! Creo que tengo una sssssssolucion. Una vez el genio del lasssss tortugassss logró hacer un antídoto de veneno y para que un de ellosssss no explotassssse. Pudiera crear un medicamento para dessssssminuir el dolor, y que fuessssse una ssssssimple sssssiesta, de por lo menosssss 48 horasssss-

No tenía que otra, sería lo mejor, pero no debemos decir que es para Leonardo, debería hacer una mentira. Llame a los robo-pie, para que llevasen a Leonardo a su habitación, algo que se los hizo complicado, por los pataleos del inconsciente. Yo me adelante y llame a mis súbditos, a mis oficina.

-¿Nos quería?, Maestro-, pregunto Gara de tigre.
-Necesito que encontréis a las otras tortugas, y le pidáis a Donatello, que os dé un sustancia que disminuye dolor, para soportar un cambio de condiciones cerebrales. Tendréis que darle esto, para que encuentre una solución-, les ordene, mientras le entregaba la imagen del cerebro de Leonardo.
-¿Por qué necesitamos ayuda del enemigo? Son el enemigo-, protestó Rathar.
-Porque Leonardo necesita esa sustancia, y Stockman no lo puede crear. Además ¡YO OS LO HE ORDENADO!-

Y con ese grito, salieron rápidamente de mi ofrecían, directos a la misión.

Espero que lo logren.

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