Solos

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--Lo siento, me emocione demasiado saber que no estaba solo aquí.

Sentí mariposas en mi estomago, mi corazón se acelero, mi calor corporal subió hasta llegar casi a los cuarenta grados. Todo eso lo causaba solo su mirada. Profunda como el océano en total quietud. Alexander, Alexander sobrevivió.

--¿Estas bien? Te ves muy pálida. –Estaba en shock, no podía creerlo. Ver a alguien después de tanto tiempo. Interactuar con alguien más, que no sea una lata de comida vacía con ojos y boca pintada con plumón, era mucho que asimilar. De todas las personas que había en el mundo, solo él tuvo que sobrevivir. Solo él. ¿Y si somos los únicos en el mundo, y tenemos que procrear para mantener la especie humana? Bueno, no es que me moleste mucho, pero ¿y si él no quiere? ¿Y si prefiere que la humanidad se extinga a tener que relacionarse conmigo?

Me sacudió de nuevo. –¡Hey! Kassandra, ¿me has escuchado?—Me miraba con los ojos llenos de esperanza y satisfacción. Esperen, ¿dijo mi nombre? ¿Él sabe mi nombre? Pero… ¿cómo?

--Si, si, ya te he escuchado la primera vez.

--Entonces, ¿por qué no me contestas? ¿Desde cuándo no comes o bebes agua? Te ves muy delgada y hambrienta. –En su voz se deslizaba un tono de ¿preocupación? ¿Se preocupa por mí? ¿Por qué? Tonta, por qué eres la única persona en el mundo. Preferiría tener que cargar contigo, que estar solo.

--Hummm. Hace rato comí una lata de sopa, pero no he bebido nada en un tiempo. No todos los días encuentro botellas de agua tiradas.

--Ya veo. –Asintió con la cabeza. —Bueno, tienes suerte de que yo no me haya tomado toda el agua. Ten, bebe lo que quieras. –Estiro su mano hacia mí con una botella azul de “Ciel”, repleta de agua. La tome sin pensarlo dos veces y me la empine. Me tomo solo unos segundos para tomarla toda, y aun así no estaba satisfecha, mi boca pedía más y más.

--Bueno, ahí se fue mi reserva de agua. –Me miro divertido y pensativo a la vez. Un silencio incomodo se impregno en el aire que pasaba entre nosotros. ¿Qué le puedo preguntar? Piensa rápido Kassandra.

--¿Cómo sabes mi nombre? –Fue la única cosa que se me ocurrió y me arrepentí, esa era una pregunta muy tonta, debí haber preguntado algo como ¿Cómo fue que sobreviviste? ó ¿Has visto más personas? Miro con curiosidad, pensando en que momento dijo o mi nombre, o eso supuse yo.

--Humm, bueno si no es que mal recuerde, en la clase del maestro de matemáticas te presentaste ante todos. No soy muy distraído como TÚ comprenderás, --Dijo la palabra “tú” con un acento muy pronunciado, haciéndome recordar la vergüenza que pase, con todo mundo mirándome. — si que sabes cómo dejar a todo mundo en silencio y con toda su atención en ti. Muy sorprendente. No olvido nombres, muy fácilmente, menos cuándo se trata de alguien interesante. –Mantuve la mirada en sus ojos, tratando de descifrar lo que acaba de decirme, “menos cuando se trata de alguien interesante”. Interesante. Mantuve esa palabra en mi mente, repasando su significado. ¿Yo le interesaba?

--Pero bueno, dime, ¿cómo lograste sobrevivir a tal desastre?—Su pregunta hizo que regresara a la realidad; fuera de mis pensamientos.

--Seguí las instrucciones de los trípticos que nos repartían en las pláticas de la brigada de rescate civil, y me agache junto a un soporte del edificio. ¿Y tú, como sobreviviste?—Realmente tenía curiosidad por saber cómo había sido tan afortunado de salir con vida.

--No fui tan ingenioso cómo tú. Antes de que empezara el terremoto, había ido con Carmelita, la señora de la entrada, para pedirle unas cosas que le encargue. Cuándo la tierra se empezó a mover, ella corrió al patio. Iba a ir tras ella pero sabía que en cualquier momento el edificio se caería, así que corrí hacia la puerta y salí corriendo. Vi cosas horribles Kassi. Presencie la muerte de personas aplastadas por las construcciones; niños gritando por su mamá; hombres corriendo chorreados de sangre, y otros cuantos tirados en el piso sin algunos miembros de su cuerpo empapados de rojo. La ciudad se estaba cayendo a mis pies y yo solo miraba como un espectador de alguna película de terror. –Alexander estaba con los ojos perdidos en el piso; veía dolor en ellos. Después de unos segundos continuó.—Estaba ayudando a una niña que había perdido a su mamá, cuando un enorme edificio a un kilometro de distancia, empezó a caer. Se dirigía hacia nosotros. Estaba un poco lejos de nosotros pero era muy alto, sabía que si no corríamos, nos alcanzaría dejándonos debajo. Agarre a la niña en mis brazos y corrí lo más rápido que pude, pero la enorme construcción se abalanzaba hacía nosotros con gran velocidad. Vi un coche a lo lejos y opte por ponernos debajo. Le metí a ella primer, la sostuve entre mis brazos esperando el impacto. Solo escuche un estruendo y un gran peso haciendo presión. Me desmaye después de eso, y cuándo desperté, todo estaba oscuro. Le hable a la niña pero ella no se movió, cuando la voltee, tenía un golpe en su cabeza, y supe que estaba muerta. Me dolio mucho ser en parte respondable de su muerte, debi haberla protegido mejor.--Seguía con su mirada en el piso, en sus ojos había dolor. Debio ser muy fuerte para él tener a la muerte entre sus brazos. Lo seguí escuchando atentamente, era un historia digna para publicar, "Yo sobreviví al terremoto del 2015" Deje de pensar en eso y puse toda mi atención en él-- Salí como pude de ahí. Jamás olvidare ese momento. Todo a mí alrededor había desaparecido dejando solo escombros en su lugar. –Dio un fuerte suspiro y alzo su mirada chocando sus ojos con los míos. Trague con fuerza. Su historia había sido muy fuerte, no fui la única conmocionada por el suceso de perder a todas las personas importantes en tu vida en tan poco tiempo.

Aclare mi garganta y dije—Lo siento, mucho. Esto ha sido un poco más duro para ti. Yo no vi a nadie morir. Cuando salí de debajo de la escuela no había nada. Unos cuantos cuerpos, pero no me acercaba a ellos.—Nos seguíamos mirando, nuestros ojos parecían imanes tratando de separarse. Pero al fin, yo baje la mirada hacia el piso.

--No tienes de que lamentarte Kassi. Los dos hemos perdido todo lo que conocíamos al mismo tiempo.

Sus palabras hicieron que brotaran unas lágrimas de mis ojos, pero las limpie rápido. No era tiempo para llorar, tenía que ser fuerte.

--Tranquila, no llores.—Alexander vino hacia mí y me envolvió en sus brazos, pegando su cara en mi cabeza.—No tengas miedo, no estás sola en esto. Esperaremos a que las brigadas de rescate vengan por nosotros. Saldremos adelante. Yo tengo familia en los Estados Unidos, y cuándo lleguen por nosotros te daré toda la ayuda que necesites.—Pensar en que estaba sola en el mundo, sin mi mamá, mi papá o Ted, hiso que soltara aun mas lagrimas. Después de un rato estaba pegada a Alexander llorando sin detenerme; dejando que todo mi dolor saliera. Me despegue un poco y mire hacia arriba, topándome con el zafiro de sus ojos.

--No me dejes sola nunca, por favor.—Mantuve mi mirada, esperando su respuesta.

--Jamás te dejare sola Kassi. Jamás. –Con eso último dicho, mis ojos se fueron cerrando poco a poco hasta que mi mente viajo a otro mundo en el que solo yo pertenecía. Olvidando todo lo que había pasado los ultimo días. Ahora ya no estaba sola; tenía alguien con quien pasar tiempo hasta que vinieran a rescatarnos, y no era solo un “alguien” común y corriente. Era alguien especial. Alguien que me había prometido no dejarme jamás. Era Alexander.

Catástrofe NaturalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora