Capítulo Uno

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Era común que casi todos los días se preguntara qué había hecho para merecer eso. No se quejaba de su vida, al contrario, disfrutaba cada segundo de ella. Sin embargo, en ese preciso segundo y en ese mismo lugar es cuando se cuestionaba: ¿cómo fue qué terminó siendo amigo de esa bola de idiotas?

—              ¡Hagan sus apuestas señores! Que esta noche tendremos diversión y lo mejor de todo, ¡dinero! Así que yo iniciaré apostando 40, 000 wons a que se la llevará a la cama — rió de incredulidad al ver que empezaban a lucrar con él.

—             Por favor Sehun, ¿cómo se te ocurre apostar eso? — lanzó una mirada al techo agradecido de que al menos Jongdae, otro de sus amigos, fuera sensato. — ¡Yo apuesto 50, 000 wons a que Chanyeol se enamorará! No, no, es más, ¡apuesto toda la paga que reciba por la tocada del sábado!

El escándalo no tardó en dejarse escuchar y lo único que pudo hacer fue guardar su guitarra mientras miraba mal a sus amigos por las estupideces que decían. Esa noche él no tendría sexo con una desconocida y tampoco se enamoraría, ¿la razón? No estaba contento con que Yoora, su hermana mayor, tuviera el atrevimiento de organizar para él una cita a ciegas con una de sus amigas. Sin embargo, el remate era la manera en la que ese pequeño local de instrumentos musicales del que Minseok era dueño, se había vuelto una casa de apuestas teniéndole a él como víctima.

—             ¡Adelante! Sigan tratando de hacerse ricos a mis costillas que igual no lo lograrán — se puso de pie y caminó hasta Jongdae para escribir su propia apuesta en la pizarra que éste traía en sus manos. — Apuesto también mi paga de la tocada a que esa chica al final terminará odiándome, así que más vale que preparen su dinero que el sábado lo quiero completo sobre mis manos.

—             Por supuesto que esa chica terminará odiándote Chanyeol, lo hará en el instante que se dé cuenta que te atraen los penes y no las vaginas — muy gracioso, soltó con sarcasmo hacía Luhan que apenas se integraba a la conversación. — Uhm, aunque creo que eso sólo se aplica al chico de tu universidad que te trae loco, ¿cómo me dijiste que se llamaba, cariño?

Abrió más sus ojos y de inmediato observó a Sehun, quien no paraba de reír abrazando a su novio mientras le decía un "no lo dije".

—             ¿Les contaste Sehun? No lo puedo creer, mejor me largo de aquí.

Antes de que el acoso y caos aumentara, huyó de ese lugar y subió a su camioneta dirigiéndose hacia D'Art, el restaurante donde tendría su cita y que, además, tenía una pequeña galería que se dedicaba a exponer el arte de artistas desconocidos. Francamente eso no le importaba, lo único que le interesaba era ganar la apuesta y hacerle saber a Yoora que no podía ir por la vida armándole citas con mujeres mayores que él, porque frente a sus amigos eso lo hacía lucir como un desesperado por tener una relación, y eso no era para nada cierto.

Él se consideraba alguien de espíritu libre, que vivía su vida sin pensar en las consecuencias, y era por eso que no tenía planes de crearse compromisos y atarse a una sola persona. Aunque siendo francos, admitía que aquel chico de su universidad al que siempre veía desde la distancia lo estaba volviendo loco, tanto que podría llegar a olvidarse de todo eso sin pensarlo.

—             Si mi cita fuera con él, todo sería distinto — pronunció con una sonrisa boba, concentrado en el camino.

Pero la atmósfera tranquila que reinaba en su vehículo se vio quebrantada con la melodía de su celular, por lo que no tuvo más opción que mirar la pantalla para descubrir que Yoora es quien llamaba. Sabía que era arriesgado porque podría distraerse, pero era peor no responder así que decidió coger el móvil para averiguar qué tramaba ahora su hermana.

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