Capítulo Dos

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—             ¿Por qué me haces esto? ¡¿Acaso me odias?! — pateó la parte trasera del asiento del copiloto donde iba su padre, tratando de que las manos de Jongin y del otro guardaespaldas no lo retuvieran. — ¿Qué rayos quieres de mí? ¿Por qué quieres arruinar así mi vida?

Gritó, y poco le importó haber golpeado a Jongin pues se lo merecía, merecía eso y mucho más después de no haberlo ayudado a escapar de su casa cuando se enteró que su padre quería mandarlo lejos de Seúl.

—             Esto es por tu bien Baekhyun, sabes que siempre me he esforzado para darte lo mejor desde que tu madre nos abandonó, por eso sé que esto es lo correcto — rió con ironía, pero el gesto se borró de su rostro cuando escuchó la mención de su madre. — No puedes permanecer en este lugar sabiendo que ese maldito de Park Chanyoung está detrás de nosotros y que en cualquier momento las cosas pueden empeorar. No quiero que algo malo te suceda, no podría perdonármelo.

—             ¡Pero es por tu culpa que esto este sucediendo! — se quejó en voz alta, ignorando la mirada preocupada que Jongin le dedicó. — Si ese tipo está detrás de mí es por tus malas acciones, ¡no porque yo haya hecho algo malo! Y si tanto quieres ayudarme, ¿por qué no me mandas con Junmyeon? No, no lo harás porque lo odias al ser sobrino de mamá.

Su padre no dijo más, y terminó por ignorarlo cuando encendió la radio de la camioneta a todo volumen. Dolió, pero decidió hacer lo mismo y cerró sus ojos repasando el infierno que habían sido esos días.

Todo comenzó cuando se enteró que Chanyoung también iba detrás de él. A raíz de eso, su padre entró en un estado de paranoia que lo confinó a estar encerrado en su habitación, incomunicado del mundo y sin tener siquiera la posibilidad de ir a la universidad. Eso lo tenía desesperado, pero cuando a Heebong se le metía una idea en la cabeza, no había poder humano que le hiciera cambiar de parecer.

Pero si se ponía a pensar, lo que más le dolía es que durante una semana no había visto a Chanyeol, a ese chico torpe, engreído pero lindo del cual había descubierto en esos días que estaba enamorado. No se conocían a profundidad, pero estaba seguro que ese pelirrojo estaba preocupado por su ausencia, aunque también era posible que éste ya hubiera imaginando que había huido de él en un claro rechazo, cosa que no era cierto.

Suspiró.

Esos pensamientos no lo llevaban a nada, así que decidió despejar su mente observando las calles nocturnas de Myeongdong a través de la ventanilla, topándose en su camino la mirada de Jongin que demostraba una preocupación que parecía ser real, pero aun así no podía confiar en ella luego de que le negó su ayuda.

—             Te odio — movió sus labios a voz muda, haciendo que ese moreno lo mirara con arrepentimiento.

Y no sólo por eso, sino porque en los últimos días Jongin había empezado a decir que Chanyeol no le convenía, que era un error acercarse a él y que terminaría por hacerle daño. Pero dijera lo que le dijera, no se alejaría del pelirrojo.

Aunque ya lo estaba haciendo.

Jadeó frustrado y desvió su mirada para la ventanilla que estaba al otro costado: grave error. Justo en ese momento pasaron frente al bar The Dumbers, el lugar donde Chanyeol tocaría con su banda por segundo sábado consecutivo... En donde se suponía que él debía estar.

Con un nudo en su garganta cerró sus ojos, pero se exaltó cuando la mano de Jongin enlazó con fuerza la suya haciendo que los abriera de nuevo. Primero quiso protestar, sin embargo no lo hizo porque se dio cuenta que trataba de consolarlo, porque él sabía que ese pelirrojo se encontraba ahí.

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