El comienzo del final

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-¡Luke!- escucho una voz a lo lejos.-Es hora de ir a la escuela, ¡o llegarás tarde!- Lentamente abro mis ojos, despertando de mi sueño mientras bostezo y suspiro.
-Ya estoy despierto, mamá.- Dije con un tono perezoso, rascando mis ojos con fuerza y levantandome de mi cama. Escucho los pasos de mi madre bajando por las escaleras. Me dirijo hacia las persianas y las abro de un tirón.
Frente a mi se revela un día perfecto. Un cielo color celeste, ninguna nube estorbando los incandescentes rayos del sol. El reflejo me da directamente en el rostro, así ayudandome a regresar por completo a la realidad. Escogo mi mudada preferida de mi armario: una camisa de tela fresca y color negro, un pantalón estilo "jeans" de color azul claro, un par de zapatos para correr de color gris y un hoodie azul marino. Este siempre ha sido mi estilo, un look simple y un tanto misterioso.

Salgo de mi cuarto con mi mochila y cierro la puerta con fuerza. -Me voy a la escuela." Digo bajando las gradas a toda prisa y, por fin, llegando a la puerta principal.

En mi escuela, soy conocido como "el chico frío y sin corazón," o "el chico rígido y tímido." Por suerte, a pesar de mi pesima reputación, pude hacer un amigo desde el Kinder, y desde entonces, nunca ha abandonado mi lado. Su nombre es Jay Simons. Es el clásico adolescente que ves en las películas; un atleta y peleador nato, que a la vez es un increíble estudiante para casi todas las materias. La única cosa que lo diferenciaba de un personaje de película es el hecho de que él no es popular, ni mucho menos lo soy yo.

Atraemos miradas, unas en un buen sentido, sin embargo, otras no del todo. Jay es alto, más o menos de mi tamaño, con cabello castaño y de piel blanca, ojos azules y un porte un tanto musculoso, parecido al mío. A diferencia de él, mi cabello es rubio oscuro y mis ojos son de color verde.

Sin darme cuenta, me encuentro en la reja de la parte exterior de mi escuela. Suspiro de manera pesada y comienzo a dirigirme a la entrada, pensando en el nuevo video juego de realidad virtual, viendo hacia el frente, cuando de repente, un leve golpe en la nuca me hace bajar la cabeza.

Me sobo el cuello con mi mano y veo hacia atrás. -¡Maldición Jay! ¿Que acaso siempre tienes que saludarme así?- dije riendo un poco.
-Pues, soy tu amigo, ¿no? No saludarte así le quita el significado a nuestra amistad.- me responde con sarcasmo y con pequeñas carcajadas saliendo de su boca. Me río un poco junto a el y atravieso la puerta principal de la escuela.

-Oye, Luke, es mejor que apresuremos el paso, o llegaremos tarde a matemáticas. Ya sabes lo sádico y desquiciado que puede llegar a ser el Profesor Conor.- Me dice mientras camina más trapido.
-Puede que tengas razón.- Digo haciendo lo mismo.

Entramos al salón justo antes que tocara la campana. Al cruzar la puerta, pude notar que el maestro aún no llegaba al aula, pues todos estaban en desorden, Yo me dirijo hacia mi asiento en la parte de fondo, seguido por Jay, quien siempre se sienta a mi lado.
-Lo siento chicos,- dice una voz conocida.-olvidé mi agenda en el salón de maestros. Tomen todos asiento por favor.- Dice en un tono fuerte pero calmado a la vez, seguido de todos tomando sus lugares y calmándose.

El Profesor Connor comienza a hablar de las ecuaciones con variable doble...y el cociente...y la fórmula de volumen de un cilindro, todo esto mientras me pierdo en el cansancio y caigo en un profundo...sueño...

Los Muertos Viven, Los Vivos Mueren Donde viven las historias. Descúbrelo ahora