Hermanos hasta la muerte

1 0 0
                                    

Mi mirada se tornó fría y rígida. Veía el edificio derrumbarse, escuchaba los gritos de la gente y sentía como algunos se tropezaban conmigo mientras corrían por sus vidas.

Jay me sacudió y me trajo de regreso a la realidad. Vi la expresión de mi mamá, y podía ver como por sus mejillas corrían las lágrimas.

-¡No tenemos tiempo para lamentos, tenemos que entrar a la casa y pensar que hacer!- Dijo Jay tomando a mi madre del brazo y apresurando el paso para entrar.

Mi rostro seguía igual que antes, inexpresivo. Caminé lentamente hacia la puerta. La gente a mi alrededor seguía corriendo, habían personas paradas al medio de la calle llorando, niños gritando. Parecía como si mi cuerpo se moviera por si solo. Entré por la puerta principal. Jay se apresuró en cerrar la puerta y ponerle el cerrojo.

-Luke, se que no es la mejor de las situaciones...pero es importante mantenernos unidos.- Dijo mi madre con la voz entrecortada, intentando mantener la calma. Los gritos se podían escuchar desde adentro de la casa. Varios de nuestros vecinos abandonaron sus casas, esperando poder encontrar un lugar seguro.

Subo calladamente a mi habitación, sin decir más. Escucho la voz de Jay llamándome para bajar y ayudar a organizarlo todo, pero sigo subiendo como si nada. Entro a mi habitación y cierro la puerta detrás de mí. Veo por la ventana y puedo ver el edificio, ahora partido por la mitad y cubierto en llamas.

Tomé mis audífonos de mi escritorio y los conecté a mi celular. Me recosté en mi cama viendo al techo mientras escuchaba mi banda favorita a todo volumen. -Espero poder despertar y que todo sea solamente una bizarra pesadilla...- susurré cerrando mis ojos...

27 de septiembre, año 2018. 7:20 pm

Abro mis ojos luego de una larga siesta. Era más o menos el medio día cuando me quede dormido, ahora el cielo está oscuro. Los gritos de la población han cesado al igual que las explosiones.

Observé la calle desde la ventana de mi habitación y parecía que hubiesen pasado semanas desde aquel incidente. Las luces de todas las casas se encontraban apagadas, la calle solo era iluminada por la luz de la luna...ahora que me doy cuenta, me encuentro a oscuras en el medio de mi habitación.

Se escuchan perros ladrando a la distancia, pero nada más que eso. Abro la puerta de mi habitación y bajo por las escaleras. En la sala se encontraba Jay, sentado en el sillón observando un punto fijo sin desviar la mirada.

-Jay,- le dije- ¿ha pasado algo desde que me fui a dormir?

-Sí.- me contestó, desviando la mirada hacia mi. -Durante la explosión, creo que hubo algunas personas que entraron a la casa y robaron toda la comida que pudieron encontrar. Tu madre fue a su cuarto, dijo que no se estaba sintiendo bien y no ha salido desde entonces.

Yo lo vi con una mirada muerta. -No podemos quedarnos aquí a morir de hambre. Debemos ir a buscar comida alrededor del vecindario.- le dije.

Jay solamente asintió con la cabeza. Caminamos hacia la puerta y nos detuvimos frente a ella. Respiré profundamente y tomé la manecilla, abriéndole lentamente. Salimos de la casa. La calle estaba completamente abandonada. El cielo estaba despejado, lo único que nos dejaba ver era la luz de la luna sobre el pavimento.

-Vamos,- le dije a Jay, - antes de que se haga más noche.

Avanzábamos en silencio por la calle. Perros nos ladraban, pero ese era el único sonido que podíamos escuchar. Unos pasos más adelante, entramos a la casa de los Perez, que parecían haber abandonado el lugar. La puerta estaba abierta. En la sala principal, todo estaba patas arriba. Entramos a la cocina. No encontramos mucho, unas cuantas botellas de agua y latas de sopa. Por suerte, Jay llevó consigo una mochila muy espaciosa, entonces podíamos llevar una gran cantidad de comida.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 10, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Los Muertos Viven, Los Vivos Mueren Donde viven las historias. Descúbrelo ahora