Cada mañana el doctor Agreste asistía a su consultorio médico sin faltas, su asistente Chloé le esperaba a la entrada de la oficina con su croissant y el excelente café que esta sabía hacer.
— Chloé, ¿A qué hora vendrá la siguiente paciente? —dijo el doctor dándole una mordida a su croissant.
— Canceló la cita, la puse para la tarde, y la señora Adams no ha llamado, supongo que tienes la mañana libre.
— Es un alivio, quiero contarte algo, y es muy importante.
Chloé se acomodó en su silla, cruzó sus brazos en su pecho y lanzándole una mirada graciosa le dijo: — ¿Ahora que hiciste?
— ¿Cómo que qué hice? —dijo levantando una ceja.
— Adrien, te conozco de toda la vida y sé que cuando pones esa expresión es porque estás preocupado por algo.
— Está bien, si, hice algo, pero primero promete que vas a ayudarme.
— No sería la primera vez que tengo que salvarte el trasero, habla.
— Verás, en la fiesta de este sábado conocí una chica que...
— Ah no —no le dejó terminar—, otra de tus aventuras, dime que no es menor de edad porque...
— No, no, no, tranquila, tiene nuestra edad, bueno, dos años menos, pero es que es tan hermosa, siento que es la primera mujer con la que puedo sentar cabeza.
— ¿Cuál de ellas? —le preguntó entre risas.
— ¿Cómo que cua...?, muy divertido. El problema es que piensa que tengo esposa.
— ¿Qué? —exclamó Chloé levantándose de la silla para acercarse más al doctor.
— Tuve que auxiliar a un hombre y me dio su anillo para que lo guardara, después de que todo sucedió encontró el anillo en uno de mis bolsillos, entré en pánico y no supe cómo explicarle. Terminé diciéndole que si tenía esposa pero que nos estamos divorciando.
— ¿Y qué tengo que ver yo ahí?
— Tan hueca como siempre.
— ¡Hey! —le regañó golpeándolo despacio en la cabeza.
— Está bien, lo siento, lo siento. Quiero que finjas ser mi esposa para convencerla, le dirás que lo nuestro se acabó y que no tiene nada de qué preocuparse.
— ¿No has pensado en que algún día venga a tu consultorio y se de cuenta que soy tu asistente y tu recepcionista? —Chloé puso sus manos en la cintura.
— Conozco muchos cirujanos plásticos, quedaras irreconocible, quizás hasta bonita.
— Idiota. No, no lo haré, no seré parte de esa farsa.
— Solo cálmate, te llevaré a comprar ropa linda y te olvidarás de todo, créeme.
— Ya tengo todo un armario lleno, no necesito más.
— Ayúdame por favor, quiero crear la ilusión de que tuve una esposa hermosa, no algo como tú.
— ¿De qué estás hablando?, te digo algo, eres un cretino, y lo haré, verás que hasta quedare más bonita que tu linda novia.
Ambos fueron a las mejores tiendas de moda más grandes de todo París, y a la hora de usar zapatos de tacón Chloé tuvo unos pequeños inconvenientes.
— Verás, hace años que no uso estas cosas, no estoy acostumbrada.
— No inventes, en la secundaria eras la reina del baile todos los años, al parecer convertirte en doctora se comió tu parte diva.
ESTÁS LEYENDO
Esposa de mentira
FanfictionAdrien es un doctor muy famoso en todo Francia, aunque nadie sabe que detrás de este respetado médico hay un mujeriego de primera. Un día una hermosa azabache se cruza en su camino y este queda enamorado de ella, el único problema es que un anillo s...