Maratón de historias cortas 2/3

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El único remedió para tu mal

El sol de mediodía castiga la carretera con la fuerza del verano. Un hombre humilde carga un sacó de papas sobré su hombro. Todos lo conocen, en la ciudad, por su espíritu de servicio y su fidelidad a Dios. Al cruzarse en el caminó con un muchacho incrédulo, oye la voz socarrona:

-¿Cómo sabes qué eres salvo?

El cristiano sigue unos pasos adelante, y deja caer la carga.
Entonces, dice:

-¿Cómo se qué se me cayó el bulto?, no he mirado atrás.
-No-réplica el muchacho-no has mirado atrás, pero ya no sientes el peso.
-¡Exactamente!-respondió el hombre-es por esa misma razón qué se qué soy salvo; ya no siento la carga de pecado y de tristeza, y he encontrado paz y satisfacción en el señor.

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