Toda acción, tiene una reacción

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-Ya es la segunda vez de este semestre, los chicos ya no pueden seguir así, he tomado la decisión, mandare a Marlon a Link, quizás, ahí reflexione la importancia de la obediencia, de ahí salimos muy bien formadas nosotras, y no digamos nada de Aarón y Bruno... estoy segura de que Marlon ahí tomara enserio las cosas, tal como su Aarón y yo lo hicimos en nuestra juventud -escuche que decía mi Mamá, tan molesta que no dejaba decir ni una sola palabra a su mejor amiga, ¡Esta vez enserio estaba en problemas!, jamás había visto a mamá ignorando a Katy, iba lamentándome mientras subía las escaleras hacia mi habitación, después de haber sido regañado como un niño pequeño.

Lo primero que pensé fue que sería conveniente avisarle a Mel, un poco preocupado porque me mandarían a "La cárcel de modales", o al menos, eso parecía cada que hablaban del amado colegio del que ellas se habían graduado...

Al llegar a mi habitación mire por la ventana, para comprobar si mi única y bastante extraña amiga estaba en su casa; la cual, por suerte quedaba justo al lado de la mía.

-¡Mel!, ¡Melissa!- Grite un par de veces.

Quizá este en la cocina -pensé riendo en mi mente, cuando éramos apenas unos niños solíamos jugar a las escondidillas, era un juego fácil, ya que la pequeña Melissa siempre se escondía en la alacena de su cocina, hecha bolita, con algunas bolsas de chocolate M&M's, son nuestros dulces favoritos, pero estaba demasiado preocupado pensando en la cárcel, quiero decir... En el colegio en Italia, como para pensar en la alacena de la casa de mi vecina, en la que por cierto, Melissa ya no entraba. Nuestros padres, que ya eran viejos amigos, decidieron mudarse en casas cercanas y ahí conocí a Mel, cuando teníamos tan solo 7 años. Habían pasado ya diez años desde que conocí a Melissa; Ella era una niña bajita (Calculaba como máximo 1.50), amante de los libros (En especial si eran de aventura, misterio y mitología, aunque no me quejaba, en realidad amaba lo que ella leía), de piel clara, pelirroja, con un cuerpo muy lindo, ojos de un color extrañamente café claro, yo podría jurar haberlos visto color dorado cuando veía comida, pero ella lo negaba rotundamente.

Al notar que ella no estaba en su habitación, que quedaba justo enfrente de mi ventana, separando mi ventana con la suya, tan solo había un metro de distancia, pensé en mandarle un mensaje de texto.

Mel, te veo en 10 en la baticueva.

Estoy en problemas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora