-Sí, un solo boleto para mañana, por favor- dijo mi madre, muy seriamente, la verdad no me lo esperaba... ¿Estaría hablando con la aerolínea?, ¿Enserio me mandaría a otro país?, ¿Me iría justo mañana?, muchas dudas entraron a mi cabeza, la verdad, yo aún creía de alguna manera que ella estaba bromeando con eso de mandarme a Italia. Antes de que pudiera hacer una conclusión, escuche una voz que me asusto, era mi madre.

-Hijo, me alegra que estés aquí, quiero hablar contigo- lo dijo como si nada pasara, hasta podría decir que lo dijo con alivio.

-Si, dime- mi voz se escuchaba asustada, e imaginaba que en mi cara también se vería el temor.

-Tu vuelo sale mañana, a las siete de la mañana, es el primer vuelo, lo mejor será que arregles las cosas que vayas a llevarte.

-Si, mamá- lo dije casi llorando, ¡Yo nunca lloraba! ¿Qué rayos me estaba pasando?

Subí hacia mi habitación, pensé en hablar de nuevo con Mel, pero al recordar que a ella no le preocupaba en absoluto, decidí arreglar mi maleta, muy molesto.

Termine de aventar algunos jeans rasgados, playeras de colores un poco psicodélicos, chaquetas negras. Estaba listo para irme, ya no me sentía asustado.

Ya había anochecido cuando termine de guardar las cosas que me faltaban como; los libros que aun no terminaba de leer, los discos de música rock que tenia, y una piedra, por si en algún momento en Italia la necesitaba. Me tire en mi cama, rendido, había tenido un día muy pesado así que sin darme cuenta me quede completamente dormido.

Me despertó una llamada de Mel a las cinco de la madrugada, ella solía hacerlo, a veces no podía dormir y me despertaba para no estar sola, fue una llamada corta, me preocupe al instante.

-¿Marlon?

-Si, ¿Qué pasa?

-¿Es cierto que te vas en un par de horas?

-Sí, ¿te lo dijo tu mamá?

-Sí, nos vemos en el aeropuerto a las seis y media, ¿Vale?

-Está bien.

Fue toda nuestra platica, me levante de la cama y decidí bañarme y alistarme para mi desventura, ya estaba cerca mi nueva vida, lejos de Los Ángeles...

Eran las seis de la mañana, me despedí de mis padres, fue una despedida simple, nada importante en realidad, sabían que hablaríamos seguido por teléfono.

Salí, tome un taxi y le pedí al conductor que me llevara hacia LAX (El Aeropuerto Internacional de Los Ángeles). Llegamos más rápido de lo que imagine, en el trayecto iba observando las calles, despidiéndome silenciosamente del lugar en donde había crecido y había tenido tantos problemas con los vecinos, tantas aventuras con Mel. Al entrar al aeropuerto, Mel ya estaba ahí, sentada con unos converse blancos, un pantalón ajustado de mezclilla, una chaqueta negra, un gorro morado con el logotipo de Los Lakers, y una bufanda con estampado de Batman.

Estoy en problemas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora