Capítulo 1

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Unos fuertes golpes en la puerta apuraron a Lynn para que terminara de guardar sus cosas. Perdería el autobús si no se apuraba. No es que le importara el dichoso paseo escolar, pero su tutora, firme símbolo de autoridad, no la dejaría faltar a tal acontecimiento.

—¡Ya me voy! —gritó, atravesando el comedor.

—Alto jovencita —la detuvo Carolina—. Regresarás antes de que la luna salga, ¿me oíste?

—Como sea —masculló, rodando los ojos.

Corrió lejos de su tutora, sin importarle los gritos a sus espaldas. Juraba no recordar la última que la obedeció, aunque desde luego, tenía cosas más importantes que afrontar. Una vez que hubo abordado, fue el blanco de miradas despectivas por parte de sus compañeros, pues era bien conocido en toda la institución el mal carácter del que era portadora. Sentada junto a la ventana, disfrutaba de lo único que la vida no le pudo amargar, el deleite que sentía por contemplar a velocidad la vista del inmenso bosque que rodeaba el pueblo.

Cuando llegaron a la entrada del bosque, una extraña brisa estremeció el cuerpo de Lynn. Tanto sus profesores como los alumnos siguieron su camino. La excursión consistía en una caminata por grupos, así que estos se dividieron, dejándola a ella junto a un grupo de 3 mujeres y 4 de los más "osados" muchachos de la secundaria. Pensó seriamente en hacer caso omiso al coordinador, e irse por cuenta propia a explorar. Sin embargo John, uno de los más prepotentes, la tomó del brazo y la jalo hacia lo más oscuro del bosque, con los demás riéndose ante la situación.

—Te crees mucho para ser una pobre huérfana, Lynn —bramó, tirándola al suelo—. Si eres tan fuerte como se dice, ¿te atreverías a luchar contra mí?

—Carece de gracia ganarle a alguien inferior —exclamó, despectiva—. Ciertamente, has de ser un completo cobarde. Tan patético necesitar de público para sentirse vencedor.

Exclamaciones de indignación y exaltación lanzaban sus acompañantes. Sin duda, de acá saldría sangre. John inicio su ataque, lanzándole puñetazos que ella detuvo con un simple movimiento de sus brazos. Él no lo tomo importancia, e intentó desequilibrarla. No obstante, lejos de lograr derribarla, fue inmovilizado y cayó estrepitosamente. Lynn comenzó a patearlo salvajemente, con cada golpe, descubría que había más odio en ella. Al ver a su amigo en un estado tan lamentable, los demás decidieron atacarla.

Entonces se oyó, de entre las sombras, un desgarrador grito. Un ser macabro, comparable solo con el mismísimo demonio se lanzó hacia Lynn, haciéndola caer. Sus ojos se encontraron con los suyos, mientras intentaba zafarse de su agarre. Rojos, cínicos como el mismo infierno. Tez pálida cual espectro de la noche. Colmillos negros, semejante al de las bestias, que intentaban quietarle su energía vital. Tuvo miedo, como nunca en la vida. Los recuerdos pasaban por sus ojos, marcando hasta el momento que tanto había querido olvidar; el abandono.

Resignada a una inmunda muerte, cerró los ojos, deseando que el golpe final fuera veloz. Mas este nunca llegó, pues una silueta agarró el hombro de su agresor y lo lanzó contra un árbol. Levantándola, con un gesto frío, se apresuró a posicionarla detrás de él.

«...Esos ojos...» pensó, con pasmoso asombro.

«No pueden ser humanos»

El sol comenzó a descender, rodeando al lugar de una misteriosa oscuridad. Y entonces lo vio. Un efecto casi mágico se producía ante sus ojos, antes desconocido. El ambiente se había llenado de una energía caótica; presagiando tal vez, una cruel batalla. Su joven salvador era rodeado por unas delicadas ondas de color azul brillante. No fue este fenómeno lo que la sorprendió más, sino el cambio que produjo este suceso en la cara del atacante. Ahora veía al desconocido tener un porte más poderoso, mientras que la bestia se veía con más furia en su mirada. Lynn fue testigo de cuan despiadado podía ser la respuesta del aquel joven, cuya raza desconocía pero intuía que era todo menos humana. Vio con incredulidad como formaba con sus manos un arma semejante a un sable, echa de esencia pura. El desenlace fue veloz, más de lo que Lynn esperaba minutos antes para ella. Aquel miserable espectro, que la había atacado, yacía inconsciente en la hierba espesa del bosque. Con un simple intercambio de miradas, empezaron a cavar un agujero, en la cual depositaron los restos del agresor.

«Acá no pasó nada» pensó, intentando convencerse. Sin embargo, un sentimiento de agradecimiento, que rara vez florecía en ella, le impidió seguir su camino.

—Gracias —dijo secamente. Acto seguido, comenzó a andar.

—Te acompañó, no sabes del riesgo que has corrido —impuso. Lynn lo miró con  indiferencia, no obstante dejo que él se salga con la suya. Caminaron en silencio por un sendero que ella nunca había recorrido—. ¿No te preguntas qué fue lo qué pasó?

—No es mi problema —se alzó de hombros—. Tampoco es que vaya a andar contando por ahí lo que vi hoy.

El inspiró profundo, tal vez para armarse de paciencia. Si algo no toleraba, era la indiferencia de los demás—. Ese era un demonio, Lynn —la mencionada mostró desconcierto ante el reconocimiento de su nombre—. No te sorprendas, llevo vigilándote un largo tiempo.

—¿Por qué? ¿Quién te da el derecho de andar husmeando en vidas ajenas? —reclamó.

—Porque ellos te tienen en la mira —aclaró y estirando su mano hacia ella, dijo—. Soy Julián.

Pasando de largo, se adelantó y comenzó a correr. Vio a lo lejos un carro, el cual intento sin éxito abordar. Tras una serie de empujones al fin se abrió, pero no por ella. Atrás, estaba su original dueño, con las llaves en su mano. Enfurruñada, Lynn subió al auto, seguida de Julián, que arrancó enseguida rumbo a su casa.

«¿Cómo diablos sabe dónde vivo?»

Sentada en aquel vehículo, pudo vislumbrar la influencia que la luna había ejercido en aquel muchacho. Sus ojos, antes de un profundo color, se habían tornado azules. Aun cuando era de tez blanca, esta había palidecido. Nada quedaba del cabello castaño que llevaba desaliñado antes de la transformación, este se había oscurecido dejando algunas mechas del color de la noche.

—¿Vas a seguir cerrándote a la verdad?—dijo, al verla tan callada.

—No tengo el más mínimo interés en saber que eres —la palabra le quito la sonrisa de amabilidad de cargaba, más luego de un rato, se recompuso—. Eres un desconocido.

—Tal vez eso veas en mí, Lynn —espetó—. Pero no podría decir lo mismo de ti.

Aquella frase la dejo desconcertada, mas no replico, pues ante sus ojos, apareció la casa de su infancia. Esta vez, en ruinas. Un sentimiento de desesperación se apodero de ella, uno que no había sentido hacia mucho tiempo atrás. Julián soltó una maldición, Lynn salto del auto y corrió a abrir la puerta principal, esperando encontrar a su tutora con vida.

Lo que encontró, destruyo por completo esa capa de hielo que rodeaba su corazón.

Empieza una era,
con pactos acordar.
La verdad de la sangre,
revelada perecerá.

¡Holaa! Primer capítulo😌 Quiero agradecer a YamunaDuar por casi obligarme a iniciar este proyecto, que ha sorprendido gratamente a mi círculo más cercano de lectores. Su portada hizo que retomará aquella trama que había quedado en el olvido. Muchas gracias🙌🏻

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