Los 7 heraldos de la muerte

Capitulo 1: La perdida

Era un día normal, un lunes en la mañana nada parecía fuera de lo ordinario, gire mi mirada para observar reloj y me percaté de que eran las 6:30 a.m. si no me apresurada iba a llegar a la prepa, a toda prisa me levanté de la cama y me observé en el espejo no soy nada especial un chico de aproximadamente un metro setenta, cabello negro medio chino y ojos negros profundos.

Mientras intentaba peinarme desesperadamente peleaba con mi ropa para que entrará en su lugar, luego de una larga lucha conmigo mismo salí disparado de mi habitación dispuesto a bajar las escaleras y salir lo más rápido posible, pero mientras lo hacía tropecé y rodé escaleras abajo.

-hasta que por fin despiertas muchacho- escuche decir a mi abuelo a lo lejos mientras tomaba una taza de café.

-siempre es lo mismo contigo- agregó mi abuela con un todo suave y calmado.

-lo sé soy un desastre- dije mientras me levantaba y al mismo tiempo me despedía de mis abuelos.

Al salir me percaté que se aproximaba una tormenta, pero había algo extraño en las nubes eran como de un particular color negro, volviendo en mi me propuse a correr lo más que pudiese quedaban diez minutos y empezaba a dudar si lo lograría, a la distancia lograba ver el portón de la prepa y como Bill el encargado de cerrar y abrir la prepa estaba a nada de dejarme fuera.

Parecía un milagro en el último segundo alcance a barrerme y me dirigí al salón de clases, iba tan rápido que no me di cuenta que justo Bianca estaba dando la vuelta en la misma esquina en la que yo pero en sentido opuesto... No alcance a frenar y chocamos bruscamente.

Estaba tan avergonzado y en mi cabeza las palabras "torpe" y "estúpido" no dejaban de sonar, apenado y a nada de suplicar una disculpa ella me miró, yo me quedé sin habla ante esos ojos que brillaban más que la luna en la noche más oscura, ella tenía unos singulares ojos de color marrón, un cabello castaño ondulado y la figura de una diosa.

Ella sólo me miró y dejó escapar una hermosa sonrisa entonces supe que estaba perdonado la ayude a levantarse le pedí una disculpa y sin decir nada más seguí corriendo.

Cuando llegué al salón era... demasiado tarde el profesor de cálculo me regaño y así comenzó un día muy estresante en la prepa.

A la hora de la salida Juan mi mejor amigo se acercó a mi, al parecer quería que lo acompañara al arcade que está cerca del supermercado, fue en ese instante en el que recordé que una noche antes mi abuelo dijo que iría al super mercado por la despensa, acepte la invitación de Juan sólo para poder alcanzar a mis abuelos y ayudarlos con las cosas.

A medio camino Juan dio un grito al aire, gire mi mirada y antes de que pudiera decir algo el me dijo que su mamá quería que el llegará temprano a casa, sin alcanzar a despedirnos el emprendió una carrera peor que la mía en la mañana.

Seguí caminando y comenzó a llover, no me importó mojarme un rato pero... algo andaba mal las nubes negras parecían perseguirme sólo a mi como si me consolaran.

De pronto un gran rayo seguido por un trueno sumamente estrepitoso estremecieron mi corazón fue tanta mi impresión que caí al suelo fue ahí que me percaté de que algo estaba mal corrí suplicando ver mis abuelos... pero no fue así.

Un gran tumulto de personas estaba a lo lejos observando algo como si se hubiese tratado de un accidente, los policías trataron de impedirme el paso pero entre toda la gente alcanzar a ver... a mis abuelos quienes estaban en el suelo tomados de la mano encima de un gran charco de sangre, los policías me explicaron que un hombre borracho había atropellado a mis abuelos y huyó en el acto, perdí por completo mis fuerzas y caí al piso.

Al despertar estaba en la cama de un hospital al darme cuenta de todo lo que había pasado lance gritos al aire con todo mi dolor, lamentos que hasta los mismísimos demonios escucharían, entre gritos y sollozos jure vengarme de quien lo había echo.

De pronto de entre la oscuridad escuche una voz.

-y si te diera la oportunidad de hacerlo, ¿Estarías dispuesto a pagar el precio?-.