Íbamos caminando entre un silencio extremadamente agradable, no podía dejar de sonreír y no tenía muy claro el porqué, sólo sabía que me había alegrado el poder volver escucharle cantar y tocar de aquella forma, mirando directamente a los ojos y con el corazón en la mano, desnudando de la forma más bonita su alma.
-¿En qué piensas? -Cortó el silencio.
-En nada... Cosas... -Dije sin dejar de pensar en su forma de ser, tan auténticamente perfecta.
-En algo sí.
-No, no. Que no es en nada, salvo en cómo se pondrán esos tres si nos vén que llegamos juntos otra vez. -Reí.
-Vale... Entonces juguemos a una cosa, como casi nos descubren antes, esta vez vamos a hacer como que tú llegas de comprar algo porque te ha surgido. -Reía mientras se sacaba la billetera.
-Eiii, ¿qué haces, loco? Tengo suelto. -Dije agarrando su mano para que no hiciera lo que estaba pensando.
-Pero... Déjame invitarte a tan solo una cosa.
-Que no, que no... JuanPa, que no. Que lo dejes para otro día. El juego ha sido tu idea, deja que me gaste mi dinero. Gracias de todas formas, idiota. -Dije riendo, para luego dejar un beso en su mejilla. -Y no te acostumbres, que luego te me enamoras y, pierdes el vicio nuevo que tienes.
-Tranquila, no me enamoro de mandonas ni de quisquillosas... -Dijo sonriéndome.
-Y te lo crees tú, ¿no? Anda, que... Nos vemos en clase.
-Eso espero.
Y con una sonrisa nos despedimos para que pudiésemos llevar cada uno la parte de un plan adolescente, como si huyésemos de que nos vieran juntos, aunque si digo la verdad, no estábamos haciendo nada malo del que tener que escondernos.
Narra Juan Pablo.
Otra vez, otra vez aquel maldito beso que me ponía el corazón a mil. Otra vez, esa maldita sensación de viajar por el viento al son de su baile... Pero sin duda, otra vez el miedo de ser negado, de que me diese plantón aquella persona, que me había hecho reencontrarme con aquel sentimiento que hacía pocos meses había dejado atrás.
La observé como se alejaba por la calle, como cogía a la derecha y desaparecía de mi vista.
Me vi embelesado de nuevo en el pensamiento recordando su sonrisa, su pelo ondeado al viento, su mirada cuando me tenía enfrente, sus labios.... Esos con los que me rozaba la mejilla para despedirse hasta otro momento distinto al vivido antes... Cuando me di cuenta, ya estaba enfrente de mi taquilla y tenía a los tres mosqueteros pegados a mi espalda.
-Ui, que carita de fekicidad lleva el Romeo... ¿Ya se ha caído alguna a tus pies o, todavía falta mucho para que llegue el momento? -Bromeaba Simón.
-¿A qué viene eso ahora?
-A que tienes una cara de bobo que no te la quitas ni en un mes, ni en siete... -Se reía Alejo.
-Es mi cara de siempre.
-Con las pupilas excesivamente dilatadas. -Decía Villamil, mientras me miraba a los ojos a escasos centímetros.
-¡Dejadme ya! Sois unos pesados. -Dije cerrando de golpe la taquilla.
-Ya sé lo que pasa... -Dijo con voz relajada Simón. -Estás hasta las trancas de ella.
-¿Qué dices, estás loco?
-He visto como la miras y como te mira... Eso es amor, JuanPa... Amor del bueno. De ese que te quita la hora del sueño y te pasas horas componiendo para cantarle la mejor canción que mejor se merece... De esos por los que darías el último pálpito del corazón, de esos, que harías lo que fuera, por verla feliz, incluso morirías por ese amor... JuanPa tío, se te ve a quilómetros que poco a poco te va consumiendo. Te vi ayer, como la tratabas y, no tratas así a ninguna chica.
-Pero es que.... ¿Y si me dice que no? Mírala, es una chica decidida a saber lo que quiere y, no parece que le guste que le vean conmigo. -Dije con miedo.
-Le gustas... Y eso no se lo veía yo a la otra... A esa que hizo que nuestra reputación se ensuciase, ¿recuerdas? Ella no es igual... Juega a conquistarla por dentro, como mejor sabes y, cuando sepas que ya la tienes, envuélvela... No te dirá que no y, vale, es muy quisquillosa, pero cuando conquistas bien... Lo que opine el resto te la sopla. -Me decía Villamil.
En ese momento, volvió a aparecer ella, con su melena revuelta fruto de haber venido corriendo como una posesa.
-Bueno, nosotros nos vamos a clase de historia, vosotros tenéis arte ahora, ¿no? -Decía Alejo.
-Sip... -Intenté sonreír.
-Bueno pues eso, que nos vamos yendo o llegaremos tarde... Nos vemos. -Sonreía Simón mientras me daba pequeñas palmadas en el hombro.
-¿Y eso? -Reía Nelly.
-¿El qué?
-El comportamiento de esos.
-Bah, son así... Ya les conocerás. -Me reí.
-Seguramente...
-¿Vamos? -Sonreí.
-Sólo si, en esta clase me haces caso y no te llevas el gorro. -Reía mientras me lo quitaba.
-¡Oye! ¡Trae! Ese sombrero es parte de mi persona. -Gritaba mientras corría detrás de ella.
-¡Oh, vamos! Me vas a decir tu ahora que este sombrero de persona mayor es tuya, ¿me estás mintiendo? -Reía mientras corría por los pasillos.
-No, ni de coña te miento. Es parte de mi personalidad.
-No, no, si te arreglas no hace falta este sombrero.
-Me lo dices tú... Pero no corras coño.
Cuando dije eso, se subió al ascensor y, para colmo, cuando iba a entrar yo, la puerta se cerró, me tocaba subir por las escaleras pero bien...
-Será.... ¿Qué se ha creído que soy? Verá ahora... -Decía mientras corría subiendo las escaleras.
Cuándo llegué al piso siguiente, el ascensor abrió sus puertas y, antes de que Nelly saliese de allí, la metí de nuevo dentro del ascensor obligándola a mirarme caraascensor
-Me das miedo... -Me dijo acurrucándose a un lado.
-¿Yo? ¿Miedo? -Dije, mientras pulsaba el botón que hacía que se parase el ascensor.
-Por eso. -Me dijo mirándome.
-Sólo lo hago para asegurarme que me lo vas a devolver, ¿qué piensas que iba a hacer? -Reí mientras me acercaba.
-¿Con esa cara? Cualquier cosa, porque la cara de idiota solo se quita con un vicio y, como ya lo tienes...
-¿Qué insinúas? -Le pregunté arqueando una ceja, con la ayuda de mi mejor sonrisa.
-Nada.
-Algo si.
-Sólo te estoy diciendo que vayas a por tu vicio. Nada más.
-No sé yo...
-Es eso... Venga haz que baje esta mierda.
-Te noto nerviosa.
-No estoy nerviosa, solo es que odio estar encerrada en un espacio tan pequeño con un idiota como tú. Toma. A ver si dejas de hacer lo que estés haciendo.
-Dejar de hacer, ¿el qué? -Agarré el sombrero, pero también su mano.
-Lo que quiera que hagas conmigo, idiota. No soy de las que se mueren por dentro con esa sonrisa, ni con esa mirada, ni con tu voz de cantante de balada-pop.
-Perdona por querer ayudarte a cumplir tu carrera, ¿vale? Perdona por ser idiota, pero que sí que vale. Tu mejor amiga tiene razón... Es mejor que dejes de venir detrás de nosotros.
No dije nada más, le di al botón, agarré mi sombrero y me lo puse de nuevo, mientras esperaba con firmeza a que se parase en el mismo piso en el que nos tocaba la clase. Cuando se paró, salí sin decir nada, ocultando mi cara para que no supiese que sus palabras me habían hecho más daño de lo que ella hubiese podido imaginar. Cogí mis cosas de taquilla y, me largué andando hasta el piso. Me daba que en una temporada larga, no volvería a verme el pelo, ni volvería a escucharme nunca más. Sabía que no estaba haciendo lo correcto pero ella, se lo había ganado a fuego.

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Más Que Una Amistad Sin Fronteras(Edición Isaza)
FanfictionNelly, una chica con unas ansias de vivir tremendas, con las ganas de salir adelante en cada momento, conoce un grupo de cuatro chicos mediante el azar. Pero... ¿Será buena idea juntarse con esos chicos de sonrisa sincera? ¿Será verdad lo que sus am...