-¿Que?-Karamatsu miraba con sus azules ojos a sus padres más que abiertos-
-El Rey Osomatsu ha pedido tu mano en matrimonio cariño-su madre estaba más que feliz al parecer-
-Le hemos concedido tu mano en santo matrimonio hija-el rey, su padre, parecía vanagloriarse con aquellas palabras-
-¡No me casare con un tipo que jamás he visto en mi vida!-el ojiazul alzó la voz, era una princesa, más no un objeto-
Ambos monarcas quedaron sorprendidos ante la actitud tomada por su hija, el rey no permitiría tal insulto a su persona
-¡Harás lo que se te indique Karamatsu Ao! ¡Eres una princesa tu vida es del pueblo!-el monarca se levantó de su silla tomando lugar frente a su hija-
-¡No quiero casarme!-la princesa tomo su vestido para alzarlo del suelo y caminar más rápido hasta su padre-llevame al calabozo más putrido que tengas, más no me dejaré unir a un tipo que tiene más concubinas que caballos-se dio la vuelta para salir de la sala principal de aquel castillo que por 17 años había considerado su hogar hasta aquel día-
-¡Kara! ¡Hija!-la reina quiso ir tras su retoño pero la fuerte mano de su esposo la detuvo-
-El Rey Osomatsu viene en camino, prepara las cosas de nuestra hija-la palabra del rey había sido dicha-
Karamatsu corrió por todo el castillo ignorando a los sirvientes que le preguntaban por su estado, llego hasta una de las habitaciones con pinta de biblioteca y entro sin pedir permiso para cerrar con seguro
-¿Karamatsu?-su voz, no la volvería a escuchar, sus bellos y tranquilizadores ojos-
-Choromatsu...-la voz de la princesa salio en un hilo, de sus ojos se desbordaban las lágrimas producto de la enorme tristeza que embargaba su ser-han dado mi mano en matrimonio al rey Osomatsu
-¿Que?-el mundo del ojiesmeralda se vino abajo, aquellas palabras se clavaron en su pecho de repente sintió unas manos aferrarse a su traje-
-N-no quiero casarme con el... Te amo a ti Choro-las lágrimas parecían diamantes naciendo de esos ojos que lo habían enamorado desde que la conoció hace 11 años, cuando debió seguir con el puesto heredado por su padre, ser el consejero del rey-
-Yo también te amo Kara, pero lo nuestro es imposible, tus padres, el pueblo y la realeza jamás lo hubiesen aceptado, juro que iré a visitarte al poco tiempo de tu matrimonio-acaricio con suavidad sus mejillas-
-N-no, pelea por mi, escapemos juntos, estoy seguro de que Jyushi nos dará asilo político en su reino-se aferro más al cuerpo de su amado-
-No debemos desatar guerras innecesarias Kara-miro sus labios temblar-ya que muy pronto tomarás un lugar aun más inalcanzable para mi déjame ser el primero al menos en besar tus dulces y suaves labios amor mío
Karamatsu no pudo replicar nada cuando su mente regreso en si, el consejero ya estaba besandolo, no se resistió al menos quería poder besar sus labios una vez, una única ocasión. El beso paso de tierno a demandante, las caricias subían de tono, el vestido fue alzado y Choromatsu atrapó el miembro del ojiazul entre su mano notando la dureza en este, Kara se separó gimiendo el nombre de su amado, Choromatsu se deleitó al escuchar aquella melódica voz pronunciar su nombre con aquel tono que lo invitaban a saciar sus deseos carnales, tomar la virginidad tan cuidada de la princesa, destrozar esa palabra y marcarla como suya, pero siempre está esa molesta vocecilla, tu conciencia
«No debes tocar a la princesa, ella no es para ti, jamás lo será eres un simple consejero»
Ante aquellas palabras de su mente, se separó de aquel ser que tanto amo, sus ojos azules centelleaban en deseo, por primera vez en su vida quiso ser egoísta pero sabía que si le quitaba la pureza a su amada ella sufriría más, la abrazo hablándole con palabras de amor al oído, dándole promesas falsas de un rescate que el perfectamente sabía jamás llegaría, la llevó hasta su habitación donde sus cosas ya estaban guardadas en baúles hermosamente decorados fabricados para uso exclusivo de la princesa de aquel reino
-Está es la despedida, ¿verdad?-la voz del ojiazul era débil y sin ánimos de nada-
-Me temo que si-se puso firme y puso la mano sobre su corazón-salve la princesa Karamatsu Ao-se inclino para retirarse del lugar dejando sola a aquella princesa que le amo locamente tanto tiempo-
-¡Bienvenido a mi reino, Rey Osomatsu!-el rey salio en persona para recibir a su futuro yerno-
-Es un honor pisar sus tierras rey Ao-Osomatsu hizo una reverencia ante su semejante-
Osomatsu había ascendido al poder con tan solo 20 años de edad, todo por la muerte de su padre y su madre, bueno, de ella no le gustaba hablar, entraron al castillo, todo estaba ostentosamente arreglado cosa que hinchó el pecho de orgullo del ojicarmesí, la princesa de seguro estaba igual de ansiosa que sus padres por conocerlo, aunque el sabía que de princesa solo tenía el título, la condición de aquel chico no le permitía ser un rey así que fue designado como una princesa, que curioso. El Rey Osomatsu no deseaba casarse pero tenía que hacerlo para convertirse plenamente en un rey y sus concubinas no eran lo suficientemente buenas para una reina, menos después de que ya no son puras, ingresaron a la gran sala del castillo, a un lado de su madre se encontraba la princesa portando un vestido largo con un resaltado y pomposo moño de ambos colores del vestido, ambos colores que componían aquella prenda eran azul, uno de tono más fuerte que el otro, la mirada dedicada al recién llegado fue dura
-Alguien no está tan feliz como esperaba-esa princesa, futuramente su esposa llamaba cada vez más su atención-

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La Desgracia De Ser Princesa
القصة القصيرةEres una princesa tu deber es con el pueblo ¡Me niego!