Después de aquel insulto para su nación por parte del reino de Barano hecho por su rey los soldados salieron a defender sus tierras a capa y espada, los del reino enemigo atacaron a la orden del ojicarmesí, los movimientos de Osomatsu eran concisos y para desgracia de sus enemigos, precisos y letales, saltó a uno de estos para abalanzarse sobre dos soldados más, cortando la mano de uno de estos tomando el arma justo antes de que esta cayera junto al miembro amputado para enterrar la espada de su compañero en el abdomen del otro. Estaba enojado, estaba deseoso de sangre enemiga y sobre todo de la cabeza de su rey. Sacudió su arma y ahora con su propia espada junto a la arrebatada se abrió paso de manera veloz y mortal entre sus enemigos.
La reina de Barano era transportada por la parte trasera del castillo y mientras observaba todo a su alrededor escuchando los filos de las armas chocando, sin duda Barano se estaba enfrentando a Akumu, un movimiento brusco lo sacó de su ensoñación y se quejó levemente por el golpe en su vientre resintiendo al momento esto mirando de mala manera al de cabellos desordenados que lo llevaba cual saco de papas al hombro, sus manos estaban amarradas, no tenía mucha ventaja ni movilidad eso lo perjudicaba en serio.
-'El que no arriesga no gana'- hizo que la mitad de su cuerpo fuese hacia arriba y logrando tomar del cuello al de ojos rojos jaló la prenda haciendo girar el cuerpo de su captor cayendo el encima de este y sin apoyo de sus manos emprendió la huida una vez que se levantó buscando algo filoso para cortar las sogas que mantenían inmóviles sus manos-
-¡Maldita perra!-se levantó corriendo detrás de la reina maldiciendo porque una "mujer" lo hubiese hecho perder la concentración de aquella manera-
Para su gran ventaja el castillo estaba vacío debido a la batalla así que se adentro a una habitación cerrando la puerta para después de quitarse los zapatos de tacón empujar en pesado baúl contra la puerta ganando así algo de tiempo para buscar algo con que cortar esas malditas sogas.
-¡Busquen a Karamatsu!-le grito a un par de sus hombres que se adentraron al castillo más no tardaron en ser seguidos a lo que Osomatsu chasqueó la lengua para seguir luchando a la par de dos enemigos esquivando los cortes que le lanzaban estos buscando alguna manera de dejarlo inmóvil más el maldito que todos pensaban era un haragán resultó ser un experto en el uso de la espada y un excelente combatiente cuerpo a cuerpo, utilizando sus brazos como protección y sus puños para atacar, su movimiento favorito un golpe doble, derecha y remata con un poderoso izquierdo para después una patada a los pies rematando con un puñetazo en el estómago, era efectivo pero le llevaba mucho tiempo realizarlo y solo era para un combate de uno a uno. El cansancio se hacía presente en su cuerpo pero no cedería, ¡su reina e hijo volverían con el a cualquier costo!
-¡Iba a ser gentil contigo maldita zorra! Pero ahora...-con un hacha partió la puerta pasando encima del baúl-voy a destrozarte y después de eso voy a matarte para mandar tus ojos a Osomatsu.
Se lanzó sin miramientos al de cabellos despeinados tomándolo por su camisa y usando su pie derecho de apoyó lanzó con todas sus fuerzas al rey de Akumu contra una pared de la habitación más no contaba con que sería arrastrado con el al ser apresado por sus prendas yendo a parar también a la pared.
—¡Agh!—el dolor era incomparable y como pudo trato de no perder la conciencia si lo hacía ya podía darse por muerto—
—Jajaja, no tienes nada de aguante pequeña reina—se acercó de manera amenazante al ojiazul gruñendo con furia y mostrando sus colmillos—
Karamatsu retrocedió, no había armas, cuchillos, espadas, ¡nada! Tembló, tenía miedo y como último recurso se puso firme para que después, con un grito de guerra lanzarse contra su captor esquivando el primer puñetazo y el corte con el hacha que había lanzado su contrincante. El gruñido fue alto y nuevamente amenazante, tomó el arma para seguir atacando a la reina de Barano.
—¡DEJA DE MOVERTE MALDITA SEA!—para su mala suerte el arma se clavó en la pared cosa que la reina no desaprovechó—
—¡No soy tan estúpido como para dejarme matar!—de una poderosa patada empujó al ojicarmesí y viendo que una parte del filo del hacha sobresalía cortó las sogas suspirando en alivio—
Más la calma tardó poco, Akumatsu sacaba energía solo de dios sabía donde y tomando por los cabellos a la reina azotó su cabeza contra el suelo provocando que de su nariz comenzara a brotar abundante sangre al igual que de su labio partido.
—Entonces juguemos cuanto su majestad deseé—su sonrisa retorcida solo presagiaba la tortura que le esperaba a un aturdido Karamatsu—
Jadeante, herido por algunos filos de espadas y con sus ropad hechas un desastre, Osomatsu apenas podía mantenerse en pie, pero la imagen de las dos personas que habían sacado lo mejor de su persona lo hizo tomar fuerzas.
—¡Salve Barano y Ao!—quitándose las mangas de su traje real tomó dos espadas y seguido de algunos soldados de su reino se dispuso a pelear en contra de los soldados de Akumu—
Las espadas parecían tener pensamiento propio en las manos del rey, cortaban con tanta facilidad la carne de sus enemigos que parecían recién afiladas, sus movimientos tan gráciles y precisos asustaban a sus enemigos, no era para menos, Osomatsu era un amante de la guerra, solo que escondía perfectamente bien sus verdaderos gustos tras una máscara de rey egoísta, mujeriego, alcohólico y demás, Matsuno Osomatsu era un fanático del color rojo y que mejor que el rojo que desprendían sus enemigos al morir, un grito hizo que su poca cordura se fuera al carajo.
—¡Karamatsu!—corrió como pudo y pateó los cadáveres que estaban deteniendo su paso adentrándose a la habitación después de patear la puerta provocando que esta se desprendiera—
Frente a sus ojos yacía el cuerpo de su amado, cubierto de hematomas y sangre, cortes profundos junto a aquel vital líquido que contrarrestaba con lo que alguna vez fue el vestido preferido de su amada esposa, por primera vez, Osomatsu odio el color de sus ojos y su nación, a Karamatsu no le iba bien el color rojo. Sus orbes carmesí se desviaron al agresor de su esposa y de un grito desgarrador se lanzó contra el enfrascandose en una batalla que definiría por fin quien sería el rey de ambos reinos, una batalla donde solo uno saldría con vida.
Yunisu On ★
Sopotamadre mejor no vuelvas!!
Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, ¿ya dije que lo siento? Demonios la inspiración se largo y no volvió hasta ahora y lo deje en la mejor parte :D-le llueven piedras-
¡¡Prometo actualizar pronto!!
-huye-
Disculpen los cambios de guión :v tengo cel nuevo yeiiiiii!
Yunisu Off ★
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La Desgracia De Ser Princesa
Historia CortaEres una princesa tu deber es con el pueblo ¡Me niego!