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Al día siguiente, las hermanas estaban en su hogar.
Daisy tocaba el piano perfectamente mientras Annabel leía a Oscar Wilde.
Entonces, la joven desvío la mirada por un momento hacia la ventana, permitiéndose sentir los rayos del sol del mediodía.
-Jovencitas-las regaño su tía.- que hacen aquí encerradas cuando hace un día hermoso para salir?
Vallan ahora a tomar aire que tanta holgazanería de su parte me enferma.
-Y donde se supone que estarás tu? Me imagino que en la casa no, pero de ser de esa forma, sabrías de quien aprendimos aquel mal habito del que nos comentas con tanto reproche-dijo Daisy.
-Querida, cuestionarme no te llevara a ningún lado ni te hará algún bien. Yo estaré con unas amigas jugando a las cartas y hablando de novedades.
-Tia querida-opino Annabel- no uses eufemismos con respecto a contar chismes de sobre otras vecinas con tus amigas del té bizcochos y el mate.
-Sobrina querida- decía la mujer mientras las sacaba de la vivienda- estas equivocada, no es té, mate y bizcochos.
Es mate y bizcochos el día de hoy.

Y con esta reclamación, la mujer cerro la puerta.
Las dos hermanas se empezaron a reír de la actitud de su tía, como si fueran dos pequeñas niñas traviesas que carcajeándose después de hacer una travesura que al criterio de ambas, fue totalmente divertida.

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Querido hermano:
Como van las cosas con papá y la boda?
Si estuviera ahora mismo a tu lado en el preciso momento en que lees esta carta, te aconsejaría que abandones los planes que nuestro progenitor tiene para ti y elijas tu propio camino como yo hice con el mío. Recuerda que es con esa mujer la que compartirás el resto de tu vida. Y cuando uno se casa con la persona que menos posee nuestro afecto, nos condenamos a una vida de soledad y con un vacío de amor. Cabe decir que ninguno de los dos ( tu persona y Carmen, me refiero) se merece tal destino.
Pero no quisiera reprocharte algo que llevo un largo tiempo tratando de que te entre en coco.
Con Gabriel, las cosas están estupendamente. Me gustaría invitarte a la boda cuando la celebremos. Gabriel y yo somos tan felices. Nos tenemos el uno al otro y el es tan bueno en la cama... Y eso que he estado con muchos hombres y mujeres.
No existe mejor felicidad que es la de estar con alguien que te ama y que tu ames.
Mi consejo, hermano, es que sigas a tu corazón.

AnnabelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora