El Viaje.

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Estas palabras retumbaron en la cabeza de Gabriel. ¡Esto es imposible! pensaban los dos ángeles, ¡esto nunca había pasado!

A Gabriel no le salió una palabra, Cabizbajo, solo se dio la media vuelta, abrió sus alas y se fue sin decir absolutamente nada.

Mientras tanto, Miguel, frío e inmóvil trato de opinar pero Dios lo interrumpió antes de que dijera una sola frase.

-No Miguel, no hay vuelta atrás, infórmale a los ángeles lo sucedido, Gabriel partirá en dos días.

-Esta bien señor, así será.

Ya no era necesario que Miguel informará lo que paso en ese momento, el cielo entero ya sabia de la expulsión de Gabriel. No había una esquina del firmamento en la que no se hablara de eso, hace millones de años que no pasaba algo igual, ¿Gabriel? Imposible, ¿el maestro de la academia? esto no se podía creer.

Jofiel y Miguel se reúnen para tratar de convencer a Dios de que no se realice la expulsión, duraron horas hablando, sabían que no era nada fácil hacerlo cambiar de opinión. Jofiel en un momento le dice a Miguel:

-Se nos complicará todo si Gabriel se va, los estudiantes están furiosos y toda la academia Esta alzada, no paran de hablar de Gabriel. Lo que está pasando podrá hacer cambiar de opinión al Supremo, yo hablaré con él.

Miguel responde sin mirarlo

Jofiel, es imposible, él no cambia de opinión. Solo hay una sola cosa que hacer, debemos hablar con Gabriel, que confíe en nosotros, yo seré su protector en la tierra.

-¿Crees que lo permita? No puedes dejar la academia.

-Podré hacer las dos cosas, además, aunque Gabriel no recuerde nada, tendrá poder y eso lo protegerá también.

-Excelente idea, no le digas nada a Gabriel, habla con el Supremo.

Miguel se dirige al Castillo Principal, Dios lo recibe como siempre. Ya estando de frente, Miguel le plantea lo que había acordado con Jofiel, él solo escuchaba sin hacer ningún gesto, la idea le parecía buena pero sabía que esto tenía otro fin. Interrumpiendo a Miguel, le dice:

-¿Qué pretendes con eso?

Miguel calla por unos segundos y responde:

-Señor, no comparto los ideales de Gabriel, en cuanto a su odio por los humanos, los amo como usted los puede amar. Acompañándolo le haré sentir ese amor todos los días de su vida y también sé que su estadía allí no será fácil, sé que tiene algo muy duro para él pero Gabriel es mi hermano y no lo dejare solo en esos momentos, yo lo ayudare a que aprenda lo que debe aprender.

Dios sonríe, en ese momento sale una pequeña luz muy reluciente, como los rayos del sol y se deposita en la cabeza de Miguel, y le dice:

-Aunque no parezca, me duele desterrar a Gabriel, pero debe ser así, no hay otra manera para hacerlo cambiar de opinión, su odio por los hombres es real e inmenso. Ten esa luz te servirá para ayudarlo a soportar todo lo que le viene.

Mientras ellos conversan, Gabriel se encontraba en su cuarto, tenía horas sin salir de allí. No dejaba de pensar en esas palabras "Serás humano", nadie sabe cuánto los odia, cuanto los aborrece y ser uno más de ellos es la peor idea. Sentía un dolor inmenso como el aire, sus alas fueron cambiando de color, parecía ceniza pero así estaba su alma, quemada. Las lágrimas de aquel ángel caían al piso como pisadas de elefantes.

Luego de tantas reuniones, escándalos, llego el no tan esperado día ya todo estaba preparado, Dios se encontraba en en un lugar al cual le llaman "Jardín de la vida" allí había un lago no muy extenso pero perfecto en su circunferencia, ese es el lago de las almas de donde Dios enviaba las almas a la tierra.

Dios y Gabriel estaban parados frente al lago, de repente se siente un estruendos producido por el aleteo de unas alas, era Miguel vestido con un traje especial, el cual solo se utilizaba para el momento en que a ellos también les toca partir a cuidar a los humanos.
Gabriel voltea y le dice:

-¿ A qué vienes? ¿a burlarte?

-Calla, te acompañaré.

Los labios de Gabriel, por primera vez, luego de dos días, tenían forma de sonrisa.

Dios los miró a todos como impaciente, ya no se podía seguir perdiendo el tiempo, Gabriel tenía que partir.

Gabriel abre sus alas por última vez, da dos aleteos intensos, salta unos metros y entra al lago.

Todo quedó en silencio, en el cielo no se escuchó ni una hoja caer. Gabriel había partido.

Un Ángel en casa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora