Serendipia.

Epifanía.

Cameron se acerca a mí y cuando está a mi lado me tira un codazo para que enfoque mi atención en él. 

—¿Qué pasa idiota?— Le digo con falso enojo.

—Nada, sólo que soy genial y no me hiciste caso como por —Entonces empezó a contar con sus dedos— 4 segundos, y eso es demasiado considerando que soy el puto amo.

¿Ves a ese chico sentado en la cafetería? Sí, ese chico con la sonrisa arrogante en la cara, el cabello rizado, ojos azules y un cuerpo que de seguro envidiarías si eres hombre. Y babeas por él si eres chica. Pues bueno ese soy yo. Andrew, y ves a esa despampanante chica sentada en mi regazo? Sí, es mi... Nop no es nada. Bueno dejando esto sigamos con la historia. Por si no te diste cuenta Cameron es un imbécil y mi mejor amigo.

—Bueno idiota consíguete a alguien que caiga en tus encantos arrogantes que yo no soy una porrista.— Digo sonriéndole al gran tipo que tiene mi plena confianza.

Entonces me sonríe y va en busca de una porrista.

La chica en mi regazo llamada Cassandra hace pucheros por la falta de atención, así que bajo mi boca a su cuello y lo beso haciendo que haga ruiditos femeninos. Dejo de hacerlo pues no quieres verme en acción aquí en la cafetería cierto? Okay, okay tal vez sí pervertida. Pero no hoy.—Cassandra es hora de que te vayas cariño, mueve tu bonito culo fuera de mis piernas. Hasta esta tarde, digo guiñándole un ojo. 

—No llegues tarde, dijo alejándose y mientras caminaba su lindo trasero me saludaba. Pero al volverme la vi, bueno ella era caliente sabes? Era pequeña pero tenía unas tetas del tamaño de balones.Conoces ese dicho todo cambia cuando menos te lo esperas?, No? Pues que mal pues eso inicia justo ahora. Estás invitada a oír mi historia, pues por la puerta de la cafetería entró el amor de mi vida solo que yo no lo sabía.