☾Una tragedia.☽

1K 79 52
                                    


En todo el día no he tenido noticias de Astrid. No es posible que se haya ido, ya que Tormenta se encontraba en Berk, igual de preocupada que todos.

Me siento tan mal por toda esta situación, y aunque me duela, voy a tener que hacerme cargo de todo. Ayer me sentía tan feliz porque finalmente había decidido a Astrid por sobre todas las cosas, pero... ¿Un niño? ¿Un hijo mío? no soy capaz de dejarlo sin el amor de un padre, yo viví algo parecido. Por mi cuenta corre que mi hijo tendrá a su padre y a su madre, juntos...

.

.

Estuve toda la noche afuera de mi casa. No tenía ganas de estar encerrado, necesitaba aire, un respiro. Desde ayer por la noche, la cabeza comenzó a dolerme, y ni el té al que yo llamaba mágico pudo quitarme este dolor. Me sentía mal emocionalmente, solo Astrid podía iluminar mis ánimos, ella para mí... era perfecta. Era toda la medicina que yo necesitaba para sentirme mejor.

Un sonido repentino llamó mi atención, venía de donde empezaba el bosque. Me paré para asegurarme de que no fueran bandidos, pero para mi sorpresa, era Chimuelo, y ahora que lo pienso, no lo había visto en todo el día.

—¿Cómo estás, amigo? —le acaricié, pero este me dio una señal, con mucha mortificación. Miré su espalda, y no pude evitar sentir miedo de solo verla.

—¡Astrid! —no resistió más, y cayó de Chimuelo, pero yo rápidamente pude tomarla entre mis brazos.

Estaba pálida y muy helada. Su cabello y ropa estaban completamente empapados y no paraba de temblar. En esos momentos recordé el río, en estás temporadas no era una buena idea bañarse en ese río, porque aun haciendo calor, esa agua es fresca, y en tiempos de otoño, es helada. Pero, Astrid conocía a la perfección ese río, no creo que haya sido capaz de meterse a él, sabiendo la temperatura de éste.

Me dirigí inmediatamente con Gothi, la curandera de Berk. Al parecer, había estado mucho tiempo en el agua. Probablemente Chimuelo la encontró y la ayudó a salir, mi amigo sabía lo preocupado que estaba por ella, pero esto... esto me preocupa aún más.

—¿Estará bien? —mi voz temblaba, tenía miedo de la posible respuesta. Gothi tocó mi hombro, y me miró con preocupación.

.

.

—Hipo, mi amor, tu amiga va a estar bien —me consolaba, pero simplemente no había palabras que me hicieran sentir mejor.

Mi madre había estado cuidando a Astrid estos últimos días, pero al parecer, cada día empeoraba más y más la situación. Me había ordenado quedarme con Liv, porque ella también me necesita. Está teniendo malos días con sus náuseas y también estaba más cansada que nunca, pero simplemente, quiero estar al lado de Astrid.

—Cariño, tienes que comer —se inclinó ante mí, y me hizo verla a los ojos —, no quiero verte preocupado, ni triste.

—Perdóname, Liv, pero Astrid fue mi mejor amiga, una persona muy importante para mí. Ella... ella incluso confió en mí antes que mi padre —bajé la mirada, simplemente, todos esos recuerdos me hacían bien, pero luego me venía el recuerdo de Astrid enferma, y todo se derrumbaba.

Mi madre entró por la puerta, decaída. Se sentó junto a nosotros en la mesa, y me miró a los ojos.

—Hijo... Gothi ya no tiene muchas esperanzas —habló, cabizbaja —. Va a probar el último tratamiento, pero no asegura nada. Me ha dicho que lo mejor es informarles a todos para que se despidan.

—¡¿Qué?! Madre... Dime que es una broma de mal gusto, por favor...

.

.

La misma luna. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora