CAPÍTULO 1: ¿Su nombre es Simón?

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| Luna |

Como todos los aburridos, y repetidos días de la semana.
Me levanté de una siesta, demasiado buena para ser sincera. Sé que está mal contar los sueños buenos por qué terminan no cumpliéndose como deberían ser. Pero yo hago lo que quiero, no me interesa lo que pase ya que, con todo el dinero que poseo, puedo tener todo lo que pasó en mi sueño, y mucho más.

El despertador sonó como todos los días a las 6:00am. Con su sonido aturdidor, de un golpe lo tiré al suelo, rompiéndolo en pedazos, estos mismos se regaron por el suelo, cada valiosa y costosa pieza del 5 despertador en el mes roto por mí, y mis caprichosos.

—¿Uno más, señorita Valente? —cuestiona con aire burlesco Amanda, la dama de llaves y sirvienta de la mansión Benson, pinto mis ojos en blanco al oír su acento argentino, tan educado y respetuoso; lo típico de los trabajadores argentinos. —Ya son 5 despertadores rotos por usted en el mes, la señora Sharon se va a enfadar.

—Pero no tiene por qué enterarse, ella está mas ocupada con su trabajo y dinero. Que por lo que rompo o pierdo, no vio nada, Amanda. —respondo neutral, mientras me envuelvo en mis sabanas, mi voz sonó ronca y sin vida, como todas las mañanas.

—Bien... Tiene que levantarse, e ir a desayunar con la señorita Ámbar, se hace tarde, y usted mas que nadie sabe como es tu tía cuando la hacen esperar. —vuelve a hablar, mientras empieza a barrer el suelo de mi habitación, y a ordenar la ropa limpia y separarla de la ropa sucia.

Ruedo los ojos, mientras me levanto de mal humor de mi cama. Son las 6:30 de la mañana, y ella se preocupa por tardar en comer. El vuelo México salia a las 10 de la mañana, así que no veo por qué tanta molestia en llegar tan temprano al aeropuerto de Argentina a las 7 de la mañana. Sharon es muy confusa a veces, pero lo logro soportar.

[...]

Bajo por las escaleras hasta llegar abajo, observo con detenimiento el florero que compró mi tía hace meses, es hermoso. Y resultaba mucho, siempre lo veía cuando bajaba a desayunar, o cuando venia del Blake. Las flores eran las qué más llamaban mi atención, eres padrisímas.

Escucho tacones en el segundo piso, supuse que era Ámbar saliendo de su dormitorio luego de ser despertada por Amanda, otra con mal humor mañanero; al igual que yo.

Acelero el paso hasta llegar ha mi silla de siempre, lejos de Ámbar y Sharon. No quiero platicar con nadie por ahora, estaba tan sumida en mis pensamientos, que no me percaté cuando Ámbar se sentaba a mi lado, con una mueca de disgusto mirando su iPhone.

—Ámbar, cuando se desayuna, no quiero que tengas ningún artefacto en tus manos. Sabes muy bien cuanto me disgusta.

—Lo sé, madrina. Pero esto es algo muy importante, estoy revisando las últimas novedades del Fab and Chic, hablando con Jazmín y Delfi. Son mis amigas. —responde ella, algo enfadada y sin despegar su mirada de la pantalla táctil.

—Amanda, ya me dio jaqueca. Traéme un té, antes de irnos a México no quiero estar de mal humor. —Sharon se levanta de la mesa, y se encamina hacia su dormitorio, seguramente a buscar unas cosas que se le quedaron. —Traémelas al dormitorio, en 20 minutos las quiero a ambas en el auto para irnos al aeropuerto, Ámbar y Sol. —nos examina con la mirada, antes de desaparecer por las enormes escaleras.

—Sí señora Sharon. —Amanda apresura el paso, casi chocando con Rey, este gruñe levemente, antes de seguir vigilando lo que hacíamos Ámbar y yo.

—Hola, Lunita.

Volteo, algo distraída con una sonrisa de lado. —Hola, Ámbar.

Ella sonríe antes de levantarse de la mesa, y sacar algo de su bolso que se encontraba en su regazo descansando. De el, saca una pequeña cajita. Me el extiende, con una sonrisa tímida antes de poner su bolso en su hombro.

—¿Qué es esto?

—Ábrelo. —dice Ámbar, mientras desaparece de mi vista con sus maletas en sus manos. Abro delicadamente la cajita, como si de un cristal muy delicado se tratase. Mis ojos se abrieron de par en par al ver una hermosa pulsera de diamantes, y en medio de ella, una luna colgando.

Sonrío tiernamente. Es la mejor prima del mundo, a pesar de todo los errores que ha cometido. Supo aprender de ellos, y se volvió una buena persona. Es como una hermana mayor para mí, sé que puedo contar siempre con ella. Al igual que con Nina, Jim, Jam, Delfi, Jazmín, Matteo, Nico, y los demás chicos. Que si los empezara a contar, duraría siglos por terminar.

[...]

Al bajar del Jet privado de Sharon, caminamos tranquilamente hacia el auto rojo intenso que rentó la mujer de cabellos rubios y blancos, y de labios delgados y pintados de un color negro, no le queda nada mal.

Me senté atrás junto a Ámbar, ambas metidas en nuestros asuntos. Rey iba de copiloto, y Sharon iba manejando, con sus gafas de siempre. Sonríe intensamente al sentir la brisa chocar contra su rostro pálido y algo arrugado por los años. Luego de 10 minutos aproximadamente, llegamos a la mansión que rentamos en México, Cancún.

Estaba tan emocionada por bañarme en la alberca que tiene la mansión, y pedir algo de comer. Si mañ no escuché, Matteo está de vacaciones aquí en Cancún, y Ámbar está más preocupada que nunca por qué lo llama a su teléfono y éste no contesta sus llamadas y mensajes de voz.

—Tranquila, Ámbar. Seguramente estará patinando por ahí, como siempre. —le dije con una sonrisa en el rostro, Ámbar asintió guardando su móvil en su bolso lentamente. Su rubio cabello se movía al compás de la brisa su chocaba contra su rostro.

[...]

—Luna, Ámbar. Venga las dos, acá.

—¿Para qué nos estará llamando mi madrina? —pregunta seca Ámbar, mientras rueda los ojos caminando junto a mí por los enormes pasillos de la mansión. —¿Qué sucede?

—Quiero que conozcan al personal de esta mansión, la familia Alvarez. Encargada de esta hermosa mansión en México, saludem chicas. —Ámbar saludó distraída, yo sólo alcé la mano fríamente sin mirarlos a los ojos.

—Sobrina, ¿A ti no te enseñaron a mirar a los ojos a las personas cuando hablas? Eso que haces es de mala educación.

—Sí, perdona. Hola, soy Sol Benson. Pero prefiero que me digan Luna, si es su gustos. —saludo, con una sonrisa torcida. Todos ellos sonríen en respuesta, mi mirada queda en el chico, el menor de los Alvarez. Él me sonríe dulcemente, yo sólo ruedo los ojos antes de dar una vuelta.

—¡Soy Simón! —escucho decir al chico con acento mexicano antes de irme a mi dormitorio, acompañada de Ámbar. ¿Dijo que se llamaba Simón? Un segundo... ¿No es el mismo chico con el cual soñé?

Niego con la cabeza, antes de cerrar los ojos y adentrarme a mi dormitorio para hablar con Nina sobre el viaje, antes de volver con Ámbar y divertirnos en la alberca.

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Besos, y muchísimod abrazos de mi parte, hermosuras💕

Chiquita Caprichosa ➳ Lumón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora