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—¡Estoy harto, Vic! —exclamó Kellin entre lágrimas. No quería derramar una más, sin embargo, era tan débil ante el nombrado.

—¡¿Por qué haces esto tan difícil?! —Furioso, lanzó contra el suelo una botella de cerveza hecha de vidrio, que claramente se quebró. El otro chico supo que eso significaba alguna clase de ya no replicarle más—, ¡siempre eres tú, siempre! ¿Sólo porque fui con Mike a tomar un trago me estás reclamando?

El chico de mirada verdosa no era estúpido, joder, no lo era. Supo bien lo que vio.

—E-estabas con Dani...

—¡Ella me encontró; yo fui educado en hablarle, ni siquiera pasó algo más, sólo hablamos! —explicó con toda la ira del mundo. Pareció que llegó al maldito límite por sus celos, los malditos celos por la ex novia del moreno— Yo también estoy harto.

¿Entonces por qué hacen complicadas  las cosas?

Quinn removió las gotas saladas de su rostro con brusquedad, dando una mirada prudente a pesar de lo dolido que se encontraba.

—Regresaré en un rato, revisa que Cope no esté despierta...

Se hallaba con un poco de nervios gracias al tono de su voz, si su hija escuchara todas las peleas que se han cruzado en esa hermosa pareja no se lo perdonaría. Esa niña merecía tener una buena infancia; sin dolor, sin lágrimas, sin ningún tipo de miedo e inseguridad.

—¿Adónde carajos vas?

—Dije que ya vuelvo, idiota. Que revises si Copeland sigue dormida —ordenó igual molesto.

Era las cuatro de la mañana cuando Kellin salió de su hogar tratando de no azotar la puerta aunque estuviera peor que su novio, se dirigía hacia la casa de su mejor amigo; él ha sido como un refugio; últimamente ha estado con él sobre todas las cosas, y siendo la mayoría de las razones, por las discusiones frecuentes entre el castaño.

Caminaba dando pasos largos con un ritmo rápido; necesitaba llegar; no soportaba el dolor acumulado e insoportable en la garganta, entrecortando su respiración y miles de recuerdos agridulces que rondaban por su cabeza.

El joven recordó ese momento: cuando Vic lo besó, por lo cual en sus labios apareció una media sonrisa. Una sonrisa rota. Pasó por sus pensamientos todo lo que transcurrió, desde que empezaron a salir hasta la actualidad. ¿Cómo pudo deteriorarse lo que tenían, si tenían un futuro prometedor?

¿Cómo sus sueños llenos de esperanza y ganas de cumplirlos cayeron a la oscuridad y al olvido? ¿Por qué ahora Kellin Quinn se sentía viviendo en puros sueños rotos y dolor?

El vecindario estaba silencioso, sólo sonaban los pasos de Kellin y su respiración dificultosa.

Con suerte vivían cerca. Tocó la puerta apresurado, que se quedó sin respuesta. Volvió a hacer la acción de tocar la puerta, pero con más fuerza.

Al final se abrió la puerta hecha de madera y bien diseñada, Alex tenía una pijama tanto graciosa como tierna—de ositos, siendo específico—; al instante él soltó la pregunta de por qué a estas horas venía a visitarlo.

Kellin no evitó en abrazarlo y dejar que sus ojos liberaran lágrimas. De nuevo.

I'm low on gas and you need a jacket ; kellicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora