Kikyo salió muy temprano hacia el bosque para practicar con sus flechas. Quizás no era muy buena en eso, pero... La práctica hace al maestro, ¿no es así?
Si lograba disparar una sola y certera flecha en el corazón de aquel hombre, entonces todo ese mal lío se arreglaría y ella podría ser feliz junto a Inuyasha, podría librarse de ese fastidioso hombre que la seguía y podría cumplir su sueño de vivir como una mujer ordinaria, casarse y formar una familia con el chico a quien realmente amaba. Ese fantasma acosador no quería hacerle daño, sólo quería cuidar de ella como cualquier superior, pero... ¿Ella quería que la cuidaran? Era lo bastante grande para saber lo que le convenía, para darse cuenta de que el dueño de la mano que estaba decidiendo sujetar hasta la muerte sería digno de ella.
— Maldición —susurró al tirar una flecha y ver que quedó a centímetros del punto rojo que ella había marcado en el árbol.
Ojalá y hubiesen repartido entre aquellos de su clase las habilidades sobrenaturales de no fallar nunca. Así no tendría que haber pasado tanto tiempo intentando lanzar una sola y certera flecha ni tendría que guardar en su corazón la inseguridad de haber o no tomado el camino correcto.
Ser un ángel demonio a veces tenía sus desventajas.
— Por Inuyasha —recitó y volvió a disparar.
La flecha quedó a un par de milímetros de su objetivo. Eso no era suficiente. Tenía que ser precisa e infalible.
Desde el inicio, ella conocía el desenlace trágico que tendría aquella historia suya con Inuyasha, que el final feliz no era algo con lo que una mujer como ella pudiese permitirse soñar, que el mundo de los demonios y de los seres humanos está separado por un delgado velo que nadie debe atreverse a romper, pero decidió continuar sabiendo incluso todo eso. Era una maldita locura, pero, ¿sería amor el amor si no fuese así de doloroso y estúpido?
— ¡Por Inuyasha! —gritó fuertemente y lanzó la flecha.
Recordó todos los bellos momentos que había vivido junto a su primer amor, aquel muchacho de ojos dorados que la enamoró desde el primer día en que lo vio espiarla mientras se ocultaba entre los árboles, cada sonrisa, cada abrazo, cada beso, cada momento feliz que atesoraría en su corazón aunque la vida le fuese arrancada del modo más cruel.
Dio en el blanco.
Después de haber lanzado más de veinte y tantas flechas en una sola mañana y lograr dar en el blanco solamente con una, se sintió frustrada y cayó de rodillas al suelo.
Por la posición del sol, serían alrededor de las diez de la mañana.
— No nos queda mucho tiempo —murmuró para sí misma.
Una flecha. Una sola mísera flecha en alrededor de seis meses de práctica. Su puntería era realmente pésima. Ese rumor que había escuchado de boca de los aldeanos, de que ella era hábil con las flechas, no era más que eso: un rumor. Las palabras "hábil con las flechas" no cabían en una oración con su nombre. La gente la tenía en alto estima sin haber comprobado que aquel talento del que tanto hablaban fuese realmente cierto. Su ánimo decaía cada vez más. Sintió por un segundo que todo el esfuerzo era en vano, pero no se dejaría vencer. Era inquebrantable aunque su puntería fuera la de una anciana ciega.
¿Con esa puntería del demonio crees que lograrás apuntar correctamente al corazón de Naraku?
Quizás sí, si tenía algo de suerte. Lo más seguro era que no, pero valía la pena intentarlo.
Se encontraría con Inuyasha a las once de la mañana, así que se puso de pie y caminó lentamente por los oscuros senderos del bosque. El sol no brilló con intensidad aquel día, sino que se escondió detrás de una delgada nube. Era una mañana sucia con un frío horrible.
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Sueños que son amor
FanfictionEs bonito reír, amar y vivir, todo por alguien. Y es preciso sufrir, llorar o morir por ese alguien... Sueños que son amor... Son sueños que son dolor. Un fanfic dedicado a la mejor pareja: Inuyasha y Kikyo. Los personajes no me pertenecen. La histo...