O4: Un psicólogo y una ducha.

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El despacho del director estaba situada en la otra punta del instituto, por lo que el paseíto que tuvimos que dar fue la mayor humillación de toda mi vida.

Después de la pelea entre hermanas donde todo el mundo estaba grabando como nos tirábamos de los pelos y nos insultábamos, el profesor de química llego muy enfadado y nos separó mientras dispersaba a todo el mundo.

En mi instituto, no solía haber peleas muy a menudo, créetelo o no éramos bastante pacíficos en lo que se refería a llegar a las manos. Hasta ahora.

–Señorita Lux, señorita Claire, ¿qué demonios ha pasado para que llegaran a ese punto? ¿Es que no tienen idea del reglamento del instituto? –Pregunto, enfadado.

Nosotras mirábamos el suelo, sin saber que decir o hacer. Estaba arrepentida sí, pero no podía ser la primera en disculparme. Orgullo es mi segundo nombre –en realidad es Marie, muy típico, sin embargo mis padres y la originalidad no se llevaban bien–, así que era ella la que tenía que pedir perdón primero.

–Mire, yo no entiendo por qué me ha atacado. Estaba con mis amigas y de repente me ha venido a pegar. Claro está, yo tenía que defenderme, ¿lo entiende, director Shaggy? –Se excusó, con cara inocente.

–¿¡Perdona!? Si tú no hubieses lanzado ese rumor tan... tan... estúpido, no habría tenido la necesidad de arrearte una buena. Así que deja de poner esa cara.

Bufé, exasperada. El director nos miró la una a la otra, incrédulo.

–¿Qué os pensáis? ¿Es que no tenéis ninguna clase de respeto hacia los mayores? Estáis castigadas y en cuanto os vayáis llamaré a vuestro padre, a ver qué le parece.

Salimos del despacho inundando el ambiente de tensión. En aquel momento de mi vida, estaba resentida con Claire des de hacía algún tiempo. No solo por su mala educación a la hora de hablar con desconocidos e incluso con los de su propia familia. También se llevaba juntando con unas personas poco... adecuadas.

Y estaba harta.

Salí fuera del edificio, porque pasaba de quedarme ahí ni un minuto más. Todo el mundo me estaría juzgando por lo de Adam y lo de mi hermana, así que no me perdería nada.

–¿Tú haciendo pellas, cielo? Sabes, no te pega nada. –Dijo, calmadamente.

–No estoy de humor, Adam.

–Ni yo, pero aun así necesito que hagas esas fotos. Apúrate o contare tu secreto, cielo.

–¡Si tenía el plan perfecto! Pero Claire tenía que fastidiar mi día... –Gruñí enfurecida.

Sé que no tenía el derecho de pagarla con él, sin embargo al ser objeto de su chantaje merecía que le tratase un poco peor.

–¿Y qué más te da lo que diga tu hermana de ti? –Razonó, así como si fuera mi psicólogo–. Si sabes que no es verdad, ¿por qué te preocupas?

Rodé los ojos, porque evidentemente él no comprendía mi situación. No entendía que para mí, lo que dijesen tenía valor. Que me importaba lo que la gente pensaba de mí y des de luego, que dijesen que me acostaba con él. Porque no era verdad y la gente me criticaría.

–Mira, lo único que quiero decir es que solo debería importarte tu opinión. Y mis fotos.

Se despidió con una media sonrisa de las suyas mientras yo me quedé ahí parada como una boba pensando en sus últimas palabras.

Después de hablar con el psicólogo Adam, me dirigí a mi nuevo destino: la casa de los Haggman.

La verdad es que nunca antes había estado ahí, así que encontrar la escalera de incendios fue un poco complicado.

Al final me salí con la mía y conseguí entrar de manera ilegal en su piso. No me preguntéis como, porque no estaba orgullosa de ello. Desde luego, Adam era una mala influencia.

Suspiré profundamente. Sabía que no había nadie en casa, pues algo bueno de ser popular es que consigues información fácilmente y sabía que los padres de Cole trabajaban hasta tarde y que el llegaría dentro de nada de un largo y sudoroso entreno, listo para ducharse.

Entre en su habitación con mucho cuidado, pues no quería mover nada de sitio. Si algo había aprendido de ver muchas series y películas, es que si estas en peligro debes meterte debajo de la cama pase lo que pase.

Solo que no habían contado con un pequeño problema: no cabía.

Eso estaba tan lleno de basura que lo intentase como lo intentase no entraría.

Genial.

Se escuchó un portazo de la puerta principal y esa fue mi señal de que debía esconderme en algún lado si no quería que me pillasen, así que entre en el lugar en que fijo que entraba. El armario.

Apestaba a sudor mezclado con colonia extremadamente fuerte, tanto que daban ganas de vomitar. Dios, ¿pero que tenía este chico aquí? Sentí algo húmedo tocarme la pierna y unas ganas enormes de salir de ahí. Pero no podía, y más ahora cuando los pasos enormes que daba se oían cada vez más cerca.

Tenía un dolor de estómago increíble pues entre el olor nauseabundo y los nervios que llevaba yo encima, sentía que no podía parar de morderme las uñas.

Teóricamente, a la gente de las películas nunca las pillaban y yo confiaba en que por un momento de mi vida, pudiese tener lo que deseaba. Escuché a alguien eructar detrás de la puerta y minutos después, el agua de la ducha corriendo. Supe que ese era mi momento.

Entre en el baño, aparte la cortina de baño y con un Cole muy asustado hice la foto por la que Adam se moría.

Lo que no esperaba era encontrarme eso.

N/A: ¡Hola, amores! Hoy es jueves y, por fin, traigo otro capítulo. Perdooonaad, entre que soy mala siendo constante y que el ordenador está un poco bastante viejo y a veces le da por chochear, pues así estamos. Pero que en lo de ser constante estoy trabajando eh, que por lo menos he escrito el cap.

JEJEJ, además hay 107 leídos, que fuerteee. Pensareis que es poquísimo comparado con otras historias, pero como esta es la mía y me ilusiono con lo que quiero, pues ahí tenéis a una Lía emosionada.

Si me da tiempo, subiré dos caps el lunes y si no, esperadlo otro día de la semana, porque sé que este es un capitulo muy cortito, pero quería subir lo más rápido posible, amorees.

Recordaad de darle a la estrellita y comentar:) 


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